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El Centinela de Piedra

parque

Desde 1981 el Parque Provincial Aconcagua protege el ecosistema alto andino y es un inagotable reservorio de propuestas turísticas.

El Parque Provincial Aconcagua protege en sus 71.000 hectáreas el ecosistema alto andino que rodea la montaña, glaciares, valles, vegas y ríos. Su flora y fauna característica. El enorme patrimonio natural y cultural, así como la imponente belleza del paisaje.

Nuestro país está atravesado de sur a norte por la Cordillera de los Andes, la cadena montañosa más extensa del mundo, originada por el choque de la placa de Nazca y la de Sudamérica en el período terciario. Geológicamente es “joven”, aunque en términos humanos sus moles de piedra parezcan eternas. La cordillera alcanza su punto más alto en el Cerro Aconcagua de 6962 m.s.n.m. ubicado en el noroeste de la provincia de Mendoza, Departamento General Las Heras. Completamente del lado Argentino. En efecto, el límite con la hermana República de Chile esta dado por la linea imaginaria que pasa por la divisoria de aguas y no por los picos más altos. Toda el agua que provee el Aconcagua, del deshielo de cada una de sus caras, corre hacia el atlántico. En el límite sur el Parque Provincial Aconcagua posee dos accesos desde la Ruta Nacional 7, corredor bioceánico que conduce a Chile, a lo largo del Paso de Uspallata. El primero se encuentra en el Valle de las Vacas próximo a la localidad de Punta de Vacas. El segundo, en el Valle de Horcones. Este último es el más accesible y el que permite las mejores vistas del Centinela de Piedra. Cuenta con un Centro de Interpretación donde el viajero puede informarse, con dos senderos autoguiados que conducen a los miradores y es el acceso principal a la Plaza de Mulas campamento base donde los andinistas se preparan para los ascensos. En esta nota, compartimos algunos datos del Sendero Laguna Horcones, sus puntos destacados y un poco de la flora y fauna.

Centro de Interpretación Alfredo Magnani

El centro a modo de homenaje, lleva el nombre de Alfredo Magnani (1930-2011) eximio andinista; nadie como él conocía estas montañas y pocos las han amado tanto, la creación del parque le debe mucho a este abogado de profesión dedicado al andinismo desde jovencito, pues trabajó para su concreción e incluso presidió la comisión de asesoramiento para los funcionarios en el manejo de esta reserva que recibe unos 7000 andinistas por año. A los 16 años llegó a la cumbre del Aconcagua y fue el primero en escalar el glaciar sur del Tupungato (6635 m.s.n.m.). Fue uno de los integrantes de la legendaria Expedición Argentina al Himalaya “Presidente Perón” comandada por el malogrado Teniente 1º Francisco Ibañez, llegando casi a la cumbre del Monte Dhaulagiri (8147 m.s.n.m.). Hasta 1990 era el único argentino que había superado los 8000 m.s.n.m. También se le deben numerosas rutas técnicas producto de sus relevamientos y ascensos a lo largo de la Cordillera, desde la Patagonia a la Puna. Falleció en 2011, a los 81 años en la Ciudad de Mendoza. Sus cenizas fueron esparcidas en el Cementerio de Andinistas de Puente del Inca.

El Paso de Uspallata atraviesa la Cordillera siguiendo el curso del Río Mendoza, continuando luego por el curso del Río Las Cuevas desviándose casi en el límite con Chile por una cuesta que supera los 4000 m.s.n.m. en el Paso de la Cumbre donde se encuentra el Cristo Redentor, para luego descender del otro lado.

Este paso natural era conocido por los pueblos originarios que habitaron la región y luego por los incas, en el extremo sur del Tawantisuyo (Imperio Incaico), así lo demuestran topónimos como “Puente del Inca” o “Aconcagua” que significa “centinela de piedra” en lengua quechua.

Pero eso no es todo, por el Paso de Uspallata corría el Qapac Ñam (camino del Inca) que conducía a Chile tal como lo prueban los numerosos Tampus (tambos o postas incaicas, hoy ruinas arqueológicas) que existen a lo largo del mismo, dos de ellos en el paso:  Ranchillos (casi en la entrada al paso) y Tambillitos (próximo a la localidad de Polvaredas). 

Luego de la conquista española, durante el período colonial el camino continuo siendo la principal vía de comunicación entre Mendoza y Santiago de Chile, cosa que se sabe por los archivos históricos, también por los sitios históricos y arqueológicos que se encuentran en el paso como las Casuchas del Virrey (refugio para los chasquis o mensajeros del Virrey y los arrieros) o el Puente de Picheuta. Fue por donde pasó parte del Ejercito de los Andes, la columna del General Las Heras (el General San Martín cruzó por el Paso de los Patos ubicado unos cien kilómetros al norte, ya en la provincia de San Juan). Fue desde  la colonia uno de los pasos que utilizaban los arrieros que llevaban ganado a Chile. Mucho tiempo después, ya en el siglo XX llegó el Ferrocarril Transandino, la Ruta Nacional 7, los túneles, los andinistas (el primer ascenso al Aconcagua lo realizó el escalador suizo Mathias Zurbriggen, en 1897), los centros de esquí y el turismo.

Llegando al puesto de guardaparques “Horcones” (2950 m.s.n.m.). En este punto comienza el sendero de dos kilómetros (ida y vuelta) que se puede recorrer en una hora y es de baja dificultad, hasta el mirador del Aconcagua. Regresando por la Laguna Horcones.

En algunos lugares la humedad se acumula ya sea de origen manantial o de deshielo formando vegas, mallines y lagunas que son los ambientes más biodiversos dentro de la eco región Alto Andina.

A mitad de camino se comienza a ver el Aconcagua, que exceptuando los Himalayas es el pico más alto del mundo.

La temporada oficial recomendada para visitar el parque va desde noviembre a marzo, coincidiendo con el periodo estival por estas latitudes. 

Los inviernos son muy crudos en la región y normalmente hay nevadas que acumulan más de dos metros de nieve. De hecho, sobre la banquina de la ruta se pueden ver unas varillas de unos cuatro metros dispuestas a lo largo de la misma, que poseen medidas para saber cuánta nieve ha caído y para guiar al conductor de la máquina que la retira del camino.

Al llegar el verano el parque va cobrando vida, todo se vuelve verde y las flores explotan en un espectáculo multicolor.

A la derecha del sendero corre el Río Horcones, en su cauce se pueden observar enormes rocas denominadas “bloques errantes” que prueban el glaciarismo pleistocénico que se dio en la cordillera. Todo el valle estuvo cubierto de glaciares en distintos momentos, los mismos al expandirse arrastraron los bloques montaña abajo y al retirarse el agua del deshielo los expuso, así como también depositó sedimento.

En muchos libros figura la altura de 6959 m.s.n.m. pero las últimas mediciones con mejor tecnología determinaron que es tres metros más alta de lo que se creía.

Pero el Aconcagua es mucho más que hielo y piedra, una belleza paisajística o un desafío deportivo. Más aún que un impresionante reservorio de agua dulce que con sus deshielos alimenta el Rio Mendoza y lleva el líquido vital indispensable para los hombres y los cultivos.

Tal como creían los criollos de cuyo, el Aconcagua guarda tesoros. Creemos que para los incas, el cerro era un Apu, un númen o ser digno de veneración, como lo son otros colosos de nieves eternas a lo largo de la cordillera y dentro de lo que fuera el imperio más extenso de América. El Aconcagua es vida, poder y misterio.

El 8 de enero de 1985, mientras intentaban hacer cumbre por un camino poco utilizado, cinco integrantes del Centro de Andinistas de Mendoza encontraron un fardo funerario rodeado de acumulaciones de piedra. Con gran criterio, solo tomaron fotos y algunas muestras pues se dieron cuenta de que se trataba de un yacimiento arqueológico de alta montaña. El Dr. Juan Schobinger se encargó junto a un equipo de arqueólogos y andinistas de la extracción del fardo del permafrost y del estudio de este sitio de muy difícil acceso, ubicado a 5300 m.s.n.m.

Encontraron en el fardo funerario el cuerpo de un niño de entre 7 y 10 años de edad, envuelto en finos tejidos adornados con plumas, conocido posteriormente como “la momia del Aconcagua”. Junto al pequeño se encontraron numerosas ofrendas: seis magníficas estatuillas de inconfundible estilo incaico, tres con forma humana  masculina (algo excepcional en yacimientos de altura) con sus ropas de lana y penacho de plumas, y tres  estatuillas con forma de llamas estilizadas.

Las primeras son de oro laminado, metal macizo y valva de molusco Spondylus (procedente de la costa de Ecuador). Las segundas, de oro laminado y valva de Spondylus. En el fardo tambien se encontraron un par de ojotas y una chuspa (bolsita) con porotos. Sin dudas se trataba de un sacrificio, como en los casos de las momias del Llullaillaco (Salta) o Cerro El Plomo (Chile).

La laguna de Horcones se encuentra a 2950 m.s.n.m. y constituye un ambiente de refugio, alimentación y reproducción de numerosas aves, mamíferos y anfibios que protege el Parque Provincial Aconcagua.

A pocos metros de la laguna se encuentra un registro fósil sobre un bloque errante (arrastrado por el glaciar) al estar separado del estrato geológico al cual pertenecía es difícil saber con precisión la edad del mismo, pero se estima que es del período Jurásico (contemporáneo de los “dinosaurios”) con una antigüedad aproximada de 130 a 180 millones de años.

La Cordillera está compuesta por rocas que corresponden a diferentes períodos geológicos muchas de ellas de origen marino, cosa que ya había notado Charles Darwin en su paso por esta región, durante su viaje por sudamérica a bordo del H.M.S. Beagle. Al elevarse la Cordillera estas rocas se fracturaron y deformaron, afloraron quedando expuestas a la erosión.

Si bien al llegar al parque uno tiene la impresión de que todo está orientado principalmente hacia el andinismo, la realidad es que de los 50.000 visitantes que recibe el parque por temporada, los que se le animan al cerro son los menos. Obviamente, el ascenso al Cerro Aconcagua requiere de un gran estado físico y mental, así como también conocimientos de andinismo y los permisos correspondientes. El clima extremo y la geografía del cerro hacen de tales expediciones, una empresa peligrosa. En el Aconcagua han muerto 110 andinistas intentando llegar a la cumbre.

Visitar el Cementerio de Andinistas (ubicado a 4 km del Centro de Interpretación y a solo 2 km del Puente del Inca, como volviendo a Uspallata) permite tomar conciencia de los riesgos y brinda un momento de reflexión para el viajero.

Sin dudas el parque constituye un verdadero refugio para la fauna y flora de la Eco región Alto Andina.

Entre las aves protege a varias especies cuya categoría de conservación es “amenazada” como el Pato de Torrente (Merganetta armata) y el Chorlito de Vincha (Phegornis mitchellii), otras “vulnerables” como el Cóndor (Vultur gryphus), la Guayata (Chloephaga melanoptera) y el Cabecita Negra Picudo (Carduelis crassirostris). Entre los mamíferos se destacan el Guanaco (Lama guanicoe), el Puma (Puma concolor) y el Zorro Colorado (Lycalopex culpaeus). Los reptiles están representados por dos especies endémicas de estos ambientes: la Lagartija del Aconcagua (Liolaemus fitzgeraldi) y el Lagarto Cola de Piché (Phymaturus flagelifer); entre los anfibios el Sapo Andino (Bufo spinolosus).

Toda la región constituye un paisaje natural y cultural de excepcional belleza que invita al viajero a develar sus secretos. El Aconcagua tiene atractivos para todos los gustos!

Fuente: naturalezayculturaargentina.blogspot.com.ar