image

Bodegas. Cuáles visitar según el tiempo y destino elegido en Mendoza Capital

Las bodegas están llenas. Esa es una frase que se escucha mucho en Mendoza, pero no referida a los vinos, sino a los turistas. Y no es para menos: el turismo del vino se ha convertido en uno de los platos fuertes, tanto para los visitantes como para las bodegas.

 

Con frecuencias directas desde San Pablo, Brasil, por ejemplo, los restaurantes de las bodegas están llenos hasta con reservas de una semana por adelantado. Eso es lo que me pasó al menos estos últimos días, en los restaurantes como Ruca Malen, Fogón y Espacio Trapiche donde no había mesas disponibles.

Pero si los restaurantes son un buen índice, más los números del Observatorio Turístico de la provincia (corresponden a 2018 y 2017).

 

Las cifras del vino y sus bodegas

En Mendoza hay 146 establecimientos dedicados al turismo del vino.

Luján de Cuyo (61), Maipú (23) y San Rafael (22) son los departamentos con mayor oferta.

El Valle de Uco, por su parte, ofrece en Tunuyán 13 bodegas con facilidades turísticas, mientras que Tupungato (8) y San Carlos (3) algunos menos.

Así es que a la hora de armar un viaje está claro dónde se concentra la oferta.

 

¿Qué servicios ofrecen?

La información es difícil de sintetizar por la cantidad de actividades. Sin embargo, cabe destacar que el 53% de las bodegas ofrece algún tipo de gastronomía, 1/3 tiene wine bar para beber por copas, mientras que servicios asociados a actividades de viñedos -poda o cosecha, por ejemplo- lo ofrecen la mitad las bodegas. ¿Museos de algún tipo? 13% ¿Alojamiento? Solo una de cada diez, mientras que Spa dos cada cien bodegas. 

 

Pero si los datos no bastan para tentar a nadie a la hora de armar un recorrido por las bodegas, la sola mención de algunos lugares debería bastar. Con un dato previo: se puede organizar la visita por cuenta y cargo propio o bien, dejarse llevar por especialistas en este asunto.

 

Circuitos recomendados

Las Compuertas & Vistalba

Desde la ciudad de Mendoza, en auto, toma unos veinte minutos llegar a Las Compuertas y Vistalba, en el pedemote. Es el lugar ideal para visitar si no se tiene mucho tiempo pero hay que reservar. Rincón histórico en la elaboración de Malbec, allí conviven hoy los barrios residenciales con los viñedos en una linda combinación. Las bodegas que se puede visitar aquí son de chicas a medianas -desde Bodega Riccitilli a Durigutti, de Bodega Vistalba a Alta Vista– con la excepción de la vistosa Nieto Senetiner (acaba de inaugurar restaurante) y Kaikén, de otra escala.

 

El plan para un día de visitas es terminar en Chacras de Coria, una zona residencial con caserones antiguos y modernos y una floreciente gastronomía. Dato: como el verano es caluroso, la movida en torno a la plaza no arranca antes de las 19 horas y termina tarde.

 

Luján de Cuyo & Maipú

Conforme uno se aleja del pedemonte, tiene mejores vistas de la cordillera. Desde el centro toma otros 20 minutos llegar por el acceso Sur. Aquí hay mucha oferta y es sensato hacer foco. Bien organizado, este recorrido puede ser un día con tres o cuatro visitas como mucho.

Hay bodegas pequeñitas y atendidas por su dueños, como la apretada Domain Saint Diego, del enólogo Ángel Mendoza, a la mítica Carmelo Patti, la biodinámica Cecchin, o Casa Vigil cuyo lindo restaurante marca el límite sureste de la región (sólo abren al mediodía).

Un plan puede ser visitar una o dos en un día, pero también es buena idea buscar el contraste con otra escala: Weinert, al toque de la ciudad y con cavas de leyenda; Bodega López para los amantes de los clásicos; Luigi Bosca para asomarse la arquitectura de bodegas de otro tiempo; mientras que Lagarde con su restaurante Fogón o Club Tapiz ofrece -siempre con reserva previa- buenas paradas al mediodía.

Sin embargo, un recorrido por el este de Maipú, hacia Coquimbito, puede rendir otros frutos: si la vista aquí no es el centro, sí lo son las apuestas. Las bodegas son de gran escala y está bien organizadas para el turismo. Paradas perfectas son Bodega Alandes, en un antiguo caserón de finca; Espacio Trapiche, con restaurante de alta escuela y ahora también un vagón de comida al paso; La Rural, cuyo museo del vino es para curiosos, y más al este aún, Casa del Visitante y Pan y Oliva en Familia Zuccardi, plan para un día entero.

 

Dato extra para la zona Maipú & Luján: en esta zona el olivo manda y entre la oferta conviene apuntarse al menos dos paradas. Una es Olivícola Simone, que ofrece aceitunas negras muy ricas y buena atención, mientras que Olivícola Laur propone una inmersión completa en el mundo del olivo. 

 

Perdriel & Agrelo

El área al sur del río Mendoza es una visita en sí misma: con muchas bodegas y ofertas desde lujosas a sencillas para el visitante, dedicarle un día completo puede ser un buen plan.

 

Sólo en el área de Perdriel (en la costa sur del río) se puede hacer una parada en Terrazas de los Andes -con una linda recepción-, Dante Robino y Norton, esta última con un restaurante de lujo como La Vid. No muy lejos de ahí, Casarena, Renacer o Cruzat -solo elaboran burbujas- proponen visitas con encanto.

Pero ya en el área de Agrelo, la extensión que va al sur de la ruta 7 y hasta la picada de Tupungato, la cantidad de viñedos, bodegas y restaurantes hace más quirúrgica la elección. Bodega Séptima, Ruca Malen -cuyo restaurante acaba de cumplir quince años-, Sottano y Caelum -también productores de muy ricos pistachos- forman un rosario de distintos tamaños y propuestas todos en el eje de la ruta a Chile y con muy fácil acceso.

Pero quienes se dejen llevar por las arboladas calles de Agrelo, un recorrido por Cobos o Cochabamba los puede conducir a Susana Balbo Wines -y su coqueto restaurante Osadía-, Bodega Catena, Piattelli Vineyards, Finca La Anita y, más escondida pero con flamante visitors center, Viña Las Perdices.

 

Ahora bien, subiendo hacia Tupungato por la ruta 86, con una de las mejores vistas de la cordillera, se llega a Pulenta Estate y Rosell Boher Lodge, cuyo restaurante fue galardonado recientemente como el mejor del mundo por Great Wine Capitals.

 

En todo caso, el consejo siempre es uno solo: llamar antes de ir, para no tener sorpresas. En casi todas las visitas se paga el costo de la degustación.

 

Un extra para quienes estén muy cortos de tiempo: sí sólo se dispone de unas pocas horas en Mendoza, la mejor opción por cercanía y propuesta es Escorihuela Gascón, a 5 minutos del centro. 

 

Fuente: La Nación, por Joaquín Hidalgo