Para estas próximas vacaciones proponemos experiencias gourmet, spa, hoteles de lujo y propuestas boutique que suman atractivos a la tradicional Ruta del Vino.
No es ningún secreto que la industria del vino ha transformado la provincia de Mendoza en los últimos veinte años, llenando sus valles, ciudades y viñedos de glamour, experiencias gourmet y propuestas boutique. Salas de arte, conciertos, sofisticados restaurantes con destacados chefs, alimentos orgánicos y producciones artesanales se volvieron habituales en el circuito de vinos y bodegas, que también sumó cadenas cinco estrellas y hoteles boutique que ofrecen experiencias personalizadas. Muchos incluyen spa con decenas de tratamientos para cuerpo y alma, por supuesto vinoterapia incluida.
Si tuviéramos que señalar un punto de partida o de inflexión que dio paso a esta “vitivinicultura gourmet”, se podría marcar probablemente la inauguración del espacio de arte Killka, creado en la moderna bodega Salentein, en el Valle de Uco. Es el lugar que, dicho sea de paso, más creció en la última década en la provincia, vinícola y turísticamente hablando. En medio de viñedos y con una vista privilegiada de las nieves eternas del Cordón del Plata, Killka es un museo que nada tiene que envidiar a los de las grandes ciudades, con exposiciones de obras argentinas contemporáneas y pinturas holandesas de los siglos XIX y XX. Es que Salentein es originaria de Holanda. Se suman una coqueta boutique de vinos, un bar y un restaurante gourmet, desde cuyas mesas se disfruta de una impresionante vista de los viñedos y la Cordillera.
Si Salentein –que, además, cuenta con una posada boutique de 16 plazas y una capilla a la manera de las antiguas capillas andinas– abrió la nueva etapa gourmet, probablemente Familia Zuccardi sea la bodega que “inauguró” el turismo vitivinícola, al ser una de las primera bodegas en organizar programas especiales, como “Vení a cosechar”, “Vení a podar” y “Bike & Tasting”, entre muchos otros, además de abrir en 2004 un restaurante especial para los turistas: la Casa del Visitante, que actualmente ofrece los menúes Regional y Degustación.
Otra bodega tradicional, tanto que su historia hunde sus raíces en los orígenes mismos de la vitivinicultura, es Benegas.
Aggiornada y abierta a las visitas, además de su centenario edificio exhibe una colección de ponchos que datan del siglo XIX, una tradición que inició hace varios años Federico Benegas Lynch, propietario de la bodega, quien suele recorrer el país para mantener viva esta tradición. Conserva incluso el poncho del cacique Catriel, un regalo que el ex militar y presidente de la Nación, Julio Argentino Roca, le hizo a Tiburcio Benegas después de concluida la Campaña del Desierto.
Sabores y dulces sueños
Poco tiempo después, otros establecimientos iniciaron su camino de arquitectura de vanguardia y servicio cinco estrellas. Andeluna, Azul y Giménez Riili se sumaron a, por ejemplo, Atamisque, Diamandes y The Vines, que adhirió al selecto club de alojamientos de lujo con la apertura de The Vines Resort & Spa, miembro de The Leading Hotels of The World. Se trata de 22 villas de lujo construidas en madera y piedra y el restaurante Siete Fuegos, a cargo de Francis Mallmann. El célebre chef ya contaba con un restaurante en la capital mendocina: 1884, un “tributo al vino” y un “homenaje a la cocina regional”, ubicado en el interior de una bodega, en Godoy Cruz.
Nadia Harón es otra chef de renombre, quien está a cargo del restó de la bodega O. Fournier, de la familia española Ortega Gil-Fournier, con un diseño muy moderno y, a la vez, funcional, ya que aprovecha la fuerza de gravedad para facilitar la elaboración de sus vinos. Nadia, la esposa de José Manuel Ortega Fournier, está a cargo del elaborado menú de seis pasos del restaurante Urban, en la bodega, pero también de otro must gastronómico, Nadia O. F., primero en Chacras de Coria y ahora en pleno centro de la ciudad de Mendoza, considerada la octava capital mundial del vino.
Por allí cerca también están ubicados Siete Cocinas –el restaurante en el que Pablo del Río ofrece alta gastronomía de todas las regiones del país– y Azafrán, otro afamado enclave gourmet, que funciona muy cerca del lujoso hotel Park Hyatt, con su restaurante exclusivo y su bar de vinos.
La suma de propuestas de alta gama entre los viñedos es tal que resulta imposible enumerar todas. A las bodegas y las cadenas hoteleras se fueron sumando también emprendimientos independientes, que se alimentan de este medio ambiente ideal de viñedos y montañas. Entre esas novedosas iniciativas se destaca el hotel y spa Entre Cielos. Es propiedad de un grupo de empresarios suizos, que salieron a recorrer el mundo buscando un sitio para invertir, hasta que se enamoraron del magnífico paisaje de Vistalba. Cuenta con hamam –baño turco–, restaurante y viñedos propios, y también ofrece propuestas exclusivas para recorrer distintas bodegas mendocinas de la mano de especialistas.
Cavas Wine Lodge es el primer “lodge de vinos” de la Argentina, con catorce habitaciones construidas entre viñas –con hogar a leña y piscina privada– y un potente spa, que ofrece tratamientos tan atractivos como inmersiones en bañeras repletas de vino bonarda, masajes de exfoliación con pepitas de malbec e hidratación con torrontés.
Se puede seguir el tour eternamente. Por ejemplo, en La Posada del Jamón, en Tunuyán –en medio del Valle de Uco–, se puede disfrutar de platos a base de cerdo y pastas caseras, además de doce habitaciones, cabañas, viñedos y un gift shop. Otra opción para tener muy en cuenta es Tupungato Winelands, que se anuncia pomposamente como “el primer wine country club del mundo” y combina fincas con viñedos privados, lotes, departamentos, clubes y canchas de golf y de polo. El único requisito es sacar pasaje a Mendoza. En lo posible, sólo de ida.
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Fuente: Clarín, Pablo Bizón