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Bodegas: más que vinos…

En Mendoza, estos espacios se han convertido en lugares donde encontrarse con diversos aspectos de la cultura local.

 

Se sabe: el mundo de las bodegas ofrece mucho más que buenos vinos. En Mendoza, el número de bodegas sorprende, y más sorprende el número de bodegas que abren sus puertas al turismo con nuevas y diferentes propuestas.

 

Las actividades, todas pensadas para vivir una experiencia en torno al vino, son divertidas y originales. Mendoza es una de las Grandes Capitales del Vino. Sus casas vitivinícolas están abiertas todo el año y esta época se presenta ideal para recorrerlas y disfrutarlas. 

 

A pocos días de celebrar las fiestas proponemos algunas de las tantas actividades enoturísticas que pueden ser un buen motivo para regalar y sorprender.

 

Desde el clásico tour hasta paseos en bicicleta

El clásico tour del vino es un programa simple que la mayoría de las bodegas contemplan. Paseo por los viñedos cercanos, con posterior visita al interior del lugar y degustación de vinos. Todo esto, con la guía de un especialista que explica cada etapa. Una variante surge cuando en lugar de hacerlo a pie, se ofrece el recorrido en bicicleta (que conjuga el deporte) o a caballo. La degustación final existe en cualquiera de los formatos y, en lugar de vino, algunos espacios también con olivícolas, adaptaron las actividades para poner el foco en el aceite y los olivares.

 

En las bodegas, también se cocina

La gran mayoría de las bodegas de Mendoza cuenta con su restaurante, en el que el equipo de cocina -comandado por reconocidos cocineros locales- ofrece un menú de pasos o a la carta cuidadosamente pensado para lograr un maridaje con los vinos de la casa. Una experiencia que ningún amante de la buena comida puede perderse, más todavía, si esa persona se encuentra a minutos de estos lugares.

 

Pero también, muchas veces, son estos mismos chefs los que están al frente de las clases de cocina que su bodega brinda a los visitantes. Claro que todas estas elaboraciones son parte del banquete final con el que se cierra el acontecimiento. Aquí, el énfasis está puesto normalmente en los productos de estación y de la región. 

 

Programas hechos a medida

Según el interés de cada persona o el motivo por el cual decide ir a una bodega, el programa puede variar.

 

Desde un picnic en los jardines del lugar, un juego en el que cada uno arma su propio blend, o vivenciar una jornada de cosecha, hasta degustaciones sensoriales en las que se explican paso a paso los vinos que se prueban acompañados por quesos. La lista es interminable. 

 

Arte e historia de la vitivinicultura

Dos programas ineludibles de bodegas -y muy recomendables- son aquellos que proponen muestras de arte, la mayoría de las veces, de artistas locales; y aquellos vinculados a la historia de la vitivinicultura en la que, a través de una exposición, repasan el valioso testimonio de los inicios de esta industria.

 

Fuente: Guarda 14, Por Florencia Da Souza