Guía de cabalgatas para descubrir los rincones ocultos de la cordillera mendocina. Otra forma de planificar las vacaciones en Mendoza.
Cada año, cuando la nieve se va, la tierra del sol y el buen vino renace en senderos y quebradas, en arroyos y faldas vírgenes donde los amantes de la naturaleza sueñan con no volver. En ese marco, las cabalgatas son el medio por excelencia para desandar campos que realzan la delicia de la oliva y los vinos; más distantes hacia valles y quebradas; y aún más lejanos hacia los secretos de los Andes, durmiendo sobre monturas, cocinando en la montaña y fondeando ríos para la pesca.
Entre vides y olivares
Cabalgatas y bodegas hacen un buen maridaje aquí. Se ofrecen románticas cabalgatas al atardecer en la zona de Agrelo, Luján de Cuyo, a sólo minutos de la ciudad.
Esta cabalgata es ideal para parejas, la visita recorre una bodega que se alza en uno de los paisajes más hermosos de la región, donde se da la degustación.
La cabalgata arranca con una breve charla técnica, y se pasea luego por los alrededores del casco de la estancia. Ya sobre los caballos, se desandan las hileras de las viñas mientras el guía aporta datos del mundo de la enología, las variedades de vid cultivadas, los sistemas de riego y las técnicas de cosecha. Son cinco horas en total (dos de cabalgata), sumando traslados y visitas, con una recepción de infusiones al llegar y una picada campera para terminar.
También se brindan alternativas similares pero de día completo y con almuerzo gourmet de tres pasos en una bodega.
Campo y valle
Otra alternativa es la clásica “Cabalgata campestre” de medio día, en la que inicia a los capitalinos de poca monta en la experiencia del traqueteo a 1.400 msnm en plena montaña, y el arte del asado criollo al pan. Pero además, ofrece la llegada a la Quebrada del Cóndor en el Valle de Uco, a 3.000 msnm y casi 100 km de la capital provincial con noche incluida. Lugar único por sus características geográficas, la pureza del aire, y los cóndores y guanacos que acompañan. Se arriba desde Mendoza temprano, y tras los mates y tortitas comienza la aventura.
La cabalgata dura cuatro horas e incluye empanadas, asado, ensaladas y vino, y por la tarde, de regreso, se llega a la estancia. Al amanecer, desde los miradores puede verse el Valle de La Carrera y el Dique de Potrerillos.
Pero aún restan otras cuatro horas de cabalgata de regreso, por un sendero difícil de olvidar.
En Potrerillos
A 70 kilómetros de Mendoza ciudad, y haciendo foco en el fabuloso dique de Potrerillos se pueden realizar hermosas cabalgatas con programas que se afianzan en salidas de medio día con o sin almuerzo y de día completo.
También hay “programas especiales” a la estancia donde se encuentra la Cascada El Salto, una estancia centenaria que oficia de centro de atracción de las 6.500 hectáreas de la villa, donde descansa su tropilla de 100 caballos.
Nos llevan por filos y quebradas, valles y cerros que alcanzan 5.000 msnm y dan las mejores panorámicas del Cordón de El Plata, el dique y la colosal cascada de 100 metros de caída. Guanacos, cóndores, zorros y liebres son descubiertos al paso de los caballos, que marchan a tranco lento para los iniciantes, y saben dar lindos trotes para los jinetes avezados.
Como el General
Todo aquel que ame los caballos debe realizar al menos una vez el Cruce de los Andes. Desde Malargüe, en el fantástico Valle Hermoso ubicado atrás del centro de esquí de las Leñas, se parte hacia el Planchón Vergara. Allí mismo, mientras se comparte el primer asado y se preparan las monturas que de noche serán “colchones” improvisados, se charla sobre la proeza sanmartiniana al calor de un fogón. De madrugada, se parte hacia el límite argentino-chileno por la ruta de Ramón Freire, hombre de San Martín, surcando 50 km con el río Grande como consejero.
Cruzar por allí, con los caballos resistiendo la fuerza de su cauce hasta la cintura, puso en órbita a quienes creían que esto iba a ser sencillo. Filos escarpados y senderos que sólo los animales pueden atravesar dan cuenta de la colosal gesta patriótica, mientras se observan vertientes, picos azulados y pastos nutridos por las huellas del deshielo.
Promediando el camino, tras el pernocte en el Valle de las Cargas, serpenteando vegas y el arroyo Tiburcio, se comienza a ver picos chilenos.
Hacia el Azufre, al pie del volcán Peteroa (en actividad) se arma el último campamento con fogón. El día final se parte al límite en silencio, y se pasa por el monumento al Hito de los dos países, un emblema de esta misma travesía. Esta cabalga dura 5 a 6 horas por día. Pampas Negras cuenta con permisos y habilitaciones de turismo provincial, seguros disponibles y un teléfono satelital para uso de emergencias.
Pesca y homenaje
Dos cabalgatas más se destacan en el vasto terreno mendocino. La primera requiere cuatro días y tres noches (tres a caballo) y tiene sentido de homenaje, ya que la meta es llegar al sitio donde el viernes 13 de octubre de 1972 el avión uruguayo con estudiantes y jugadores de rugby se estrelló. La travesía se inicia en El Soler, en el famoso puesto Araya. Se cruza el río Atuel hacia el oeste con destino del paraje El Barroso, donde se acampa, y al día siguiente se enfrenta el nacimiento del arrollo Las Lágrimas. Se cabalga seis horas hasta los 3.700 msnm, paso previo al Glaciar Las Lágrimas, donde yacen los restos del avión.
En silencio, se rinde homenaje a las víctimas, se acampa en las cercanías y se contemplan las últimas imágenes de la cordillera antes del regreso.
La segunda cabalgata incorpora pesca de truchas como disciplina destacada. Parte de Malargüe y se monta campamento a la vera del río Grande para la modalidad “Catch and Release” en ríos y arroyos, siempre con guía especializado. El viaje incluye charlas de entomología, lectura de agua y elección de la mosca. Como las anteriores, incluye alojamiento, traslado, comidas, equipo de campaña y guías (uno cada dos pasajeros).
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Fuente: Weekend, por Pablo Donadío