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Caracoles de Villavicencio. Cruz de Paramillo. Minas Paramillos

Los Caracoles de Villavicencio son el sendero a seguir para arribar a la Cruz de Paramillos. Antiguamente era utilizado como paso a Chile.

Hoy este trayecto, también conocido como «el camino de las 365 curvas», es considerado un imperdible. En este recorrido está El Balcón, un mirador natural desde donde se ven las más altas cumbres de Los Andes como el cerro Tupungato (6.800m), el cerro Mercedario (6.770 m) y el Aconcagua (6.959 m).

Es un pintoresco camino, también llamado «la ruta de un año», que cubre la distancia que va desde Paso Caracoles hasta Cruz de Paramillos (3.200 m.s.n.m), siendo antiguamente el paso obligado hacia Chile. Actualmente es un sendero de cornisa, con una flora y fauna interesantes y una vista espectacular de la Cordillera.

 

Cruz de Paramillos

Alrededor del 1700, los jesuitas explotaron aquí una mina de plata y construyeron una pequeña capilla de piedra, cuya alta cruz dio nombre al lugar.

Años más tarde, la mina fue adquirida por el gran terrateniente Joseph de Villavicencio.

En su viaje contemplará un magnífico paisaje árido desde la altura, con amplísimas vistas hacia los oasis agrícolas del norte de Mendoza y la quebrada de Villavicencio. Podrá detenerse junto a impresionantes precipicios como el Balcón (km 37), cuyos paredones rocosos producen retumbantes ecos. 

Este tramo es apodado popularmente la ruta del año por sus 365 curvas. Es muy angosto, por lo que debe ser recorrido con precaución; no se recomienda transitarlo entre julio y octubre.

Para cubrir el circuito completo continúe por la ruta hacia el oeste, a través de un camino consolidado de 38 km, recorriendo inicialmente los caracoles de Villavicencio.

La Cruz de Paramillos está ubicada a 3000 metros sobre el nivel del mar, y es el punto ideal para hacer un alto y disfrutar de la enorme belleza que impone la cordillera frontal. Ese mismo sitio ofrece además una fantástica vista del cerro más alto de América, el Aconcagua (de 6962 metros).

 

Minas de Paramillos

Inmersos en la Cordillera de los Andes a 2600 msnm lo invitamos a conocer nuestro Parque de Aventura. Podran visitar las antiguas ruinas Jesuitas y aventurarse en el interior de la vieja mina con actividades como trekking y rappel.

Una privilegiada vista del Cerro Aconcagua, un menú de comidas tiípicas acompañadas de bebidas y buenos vinos pra degustar en las terrazas o en el comedor, una gran variedad de artículos regionales y las comodidades de nuestra base de operaciones, forman parte de lo que sera una vivencia inolvidable.

La base de operaciones está en un antiguo Campamento Minero Español, llamado Agua de la Zorra que fue construido a fines del siglo XVIII, que ha sido restaurado. Cuenta con todos los servicios y comodidades en el medio de la montaña.

Restos del pasado. Al descender unos pocos kilómetros hacia el valle de Uspallata comienzan a vislumbrarse aquí y allá las minas de Paramillos. Y entre ellas, la llamada Ciudad Fantasmal, nombre artístico que hace honor a las ruinas de un caserío, una antigua población minera.

Asoman restos de viviendas que pertenecieron a quienes trabajaban en el lugar y construcciones de piedra, que por sus características arquitectónicas presuntamente correspondieron a asentamientos jesuitas, aunque no se tienen datos demasiado precisos.

Se estima que estos misioneros descubrieron, a principios del siglo XVII, que los suelos de la zona eran ricos en minerales y comenzaron su explotación allá por 1640. Después de ser expulsados de América, el trabajo quedó en manos de los españoles, siendo sus continuadores los inversores ingleses que, más tarde, con el comienzo de la Guerra de Malvinas, dejaron la Argentina.

Las minas fueron desactivadas hasta que comenzó a promoverse el turismo minero, con un interesante paseo por los túneles.

Entre rocas y minerales, con cascos y linternas, los guías llevan al visitante hacia un mundo de pasadizos laberínticos que recorren trayectos de vías, carros y pozos, siguiendo las huellas de los antiguos obreros. 

Las Minas de Paramillos, a 2.600 metros de altitud, en plena precordillera lasherina se erige esta antiquísima ciudadela minera abandonada. Hasta hace poco sólo quienes la conocían por referencias y el viento eran sus exclusivos visitantes. Pero hoy, la llamada Ciudad Fantasmal de Paramillos atrae a turistas y locales, que se fascinan con las ruinas y la aventura de penetrar en sus minas llenas de historia y misterios.

Las primeras encomiendas españolas en Cuyo fueron establecidas en Uspallata, donde según documentos del cabildo hacia 1660 había 319 bocas de minas registradas que podían compararse con las de Potosí (Perú) o Famatina (La Rioja). En ese desarrollo jugaron un rol importante los jesuitas, que en la zona se dedicaron a la producción minera y la fundición.

En Paramillos, a unos 108 km de Mendoza, hacia 1620 instalaron una ciudadela para la extracción de plomo, plata, cobre, oro y zinc. Su mano de obra eran huarpes y araucanos, que vivieron y murieron en el lugar. Luego la zona fue explotada por españoles y desde el siglo XIX por alemanes, y por los ingleses hasta 1982.

Cada uno de ellos fue dejando rastros de su paso, como construcciones: las más antiguas en pie son los corrales y lo que fue la fundición de metal (tenía poca capacidad, ya que la mayor cantidad se fundía en las bóvedas de Uspallata).

De todo el ruinoso conjunto resalta un edificio en cuyo interior hay un gran agujero, llamado pique Gobernador Elías Villanueva, que fue hecho en 1888 por el ingeniero y geólogo alemán Lave Lageman. Tiene 90 m de profundidad y se usó para sacar agua y el mineral, que era llevado a la planta de procesamiento, que queda a pocos metros, donde se hacía la molienda y separación de los mismos por decantación. A la par, existen los cuatro niveles de túneles donde se extraían los minerales de las vetas que iban abriendo en forma transversal y que tienen nombre de santos, acorde al día en que se abrían.

Hoy todo eso conforma un escenario ideal para la investigación arqueológica e histórica y para el turismo minero. Pero también muchos de sus edificios se utilizaron para levantar los escenarios de Siete años en el Tibet, protagonizada por Brad Pitt, que se rodó en esa y otras partes de Uspallata. También la mina sirvió para la filmación de la película De amor y de sombra, con Antonio Banderas.

 

Fuentes: sites.google.com/site/rmafergeo y diario Uno por Fabián Sevilla