Bodega Casarena: su sueño comenzó con una clara idea: crear vinos de excelente calidad y convertirse en uno de los proyectos vitivinícolas más grandes de Mendoza.
Refaccionada en 2007 a partir de la Bodega Filippo Figari original de 1937, Casarena nació como una renovación del buen vino francés en Argentina. Ubicada en el corazón de Perdriel, la bodega es una inmensa obra arquitectónica en forma de dos antiguas casas perfectamente simétricas, enormes y de color arena de las cuales surge su nombre.
Imponiéndose como un proyecto vitivinícola con el fin de resaltar la rica tradición de los dos de los mejores terroirs de Luján de Cuyo: Agrelo y Perdriel, Casarena obtuvo su primera cosecha en el año 2009 bajo el asesoramiento del reconocido enólogo francés Michel Rolland, luego esta responsabilidad quedó a cargo del asesor técnico uruguayo Bernardo Bossi Bonilla y el viticultor argentino Alejandro Sejanovich.
Hoy, Casarena Bodega cuenta con cuatro espectaculares fincas propias –Viñedo Jamilla’s Vineyard, Lauren’s Vineyard, Owen’s Vineyard y Naoki’s Vineyard– que conforman un predio soñado compuesto por un total de 144 hectáreas.
En ellas hay nueve variedades de plantaciones: Malbec, Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc, Merlot, Petit Verdot, Syrah, Sauvignon Blanc, Chardonnay y Viognier, con vides de hasta 80 años que hacen de este lugar una bodega de visita obligatoria.
Con muchas expectativas, llegamos al medio día en punto, horario en el que no citó y nos reciben con dos copas de un suave Rosé 505 (el nombre se debe al número de la calle) para introducirnos en el arte de la viticultura y todo lo que éste significa: desde el cuidado de la vid hasta los sistemas de distribución. En la explicación se puede apreciar la pasión de cada uno de los trabajadores a la hora de trabajar la uva; indudablemente, la calidad de Casarena se construye en el día a día, como si fuera una familia creada a partir de sus viñedos ubicados alrededor de la cava.
En la visita guiada se recorren cada parte de la bodega: los depósitos en donde se almacena, el espacio de barricas en las cuales se deja añejar el vino, el cuarto especial de degustación y la taberna para almorzar.
Tras recorrer toda la planta de producción y disfrutar de una segunda copa (Malbec directo del tanque), nos dirigimos al segundo piso. Con vista a todo el predio, la licenciada en Traductorado de Inglés, nos sirve una serie de vinos de la casa: Single Vineyard, Rama Negra, Rama Negra Reserva.
Cumpliendo con lo que el mercado de Europa y Estados Unidos exige, en Casarena se prioriza la frescura sobre la madera (que le da el toque final al vino) y la fruta sobre la maduración (que modera su dulzor). Pese a que sus principales consumidores son del hemisferio norte, hace cuatro años esta acogedora bodega logra conseguir que sus vinos formen parte de las vinotecas más importantes del país.
A una altura de 945 metros sobre el nivel del mar, en el Alto Valle del Río Mendoza, estas insuperables degustaciones de los viñedos más antiguos y preciados de la provincia cuyana nos abren el apetito invitándonos a almorzar. En el restaurant, el chef Lucas Bustos nos espera con un menú gourmet de (hasta ese momento) desconocidos seis pasos.
Rodeados de álamos, viñedos y montañas empieza el tour gastronómico compuesto por un menú primavera de 6 pasos:
- Snack Risotto de hinojo con helado de palta acompañado de Ramanegra Extra Brut Blanc de Blancs.
- Escabeche de conejo y peras, emulsión de zanahorias y crujiente de miel a la par de un Ramanegra Estate Sauvignon Blanc 2014
- Buñuelo de pejerrey y puré de arvejas picantes junto a un 505 Chardonnay 2014.
- Rabo en masa de pimienta y tabouleh de amaranto con un Ramanegra Reserva Malbec 2012.
- Artístico medallón de filet con costra, spaguetti de hongos y teja de papa spunta con un Lauren´s Single Vineyard Petit Verdot 2012.
Si de dulces se trata, Casarena nos mima con una serie de postres en el sexto paso y su plus:
- Pre-Postre Granita de manzana y manzanilla y quesos de la casa y dulces mendocinos acompañados de un Cosecha tardía Viognier.
Con un deleite de más de cinco horas, doce copas de vino encima, panza llena y corazón contento, la gran Casarena nos despide con un saludo amistoso, profesional y cordial a partir del cual podemos decir que no sólo ellos han cumplido su sueño sino también han hecho realidad el nuestro.
Fuente: NegroWhite, Por Victoria Agulla Tagle