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Cinco experiencias que se viven solo en Mendoza

Una selección de aventuras, vivencias y lugares para descubrir la hermosa provincia de Mendoza, al pie de los Andes.

1. Armar un blend propio en el Valle de Uco

La región situada entre la aglomeración urbana de Mendoza y San Rafael es la postal perfecta de la provincia: las prolijas hileras de los viñedos del primer plano contrastan con la salvaje majestuosidad de los Andes en el horizonte. El valle cuenta con varias etapas de la Ruta del Vino. Muchas ofrecen degustaciones y visitas, pero en The Vines of Mendoza la experiencia va más allá de aquella clásica propuesta: la sommelier del complejo, construido en medio de las viñas, invita a los viajeros a armar su propio blend.

 

La degustación se transforma en un taller y varios cepajes (un merlot, un malbec y un cabernet franc) son las opciones de posible mezcla. Durante la actividad, la especialista asesora y aconseja en función de los gustos y expectativas de cada uno. Se termina con una nueva ronda de degustación, esta vez de las nuevas creaciones.

 

Y cada uno se lleva su botella. En el mismo predio está el famoso restaurante Siete Fuegos de Francis Mallmann, excusa ideal para completar esta experiencia al pie de los Andes.

 

2. Caminar “por las ramas” en San Rafael

El canopy o arborismo es una actividad de aventura, una caminata en la copa de los árboles por medio de cuerdas, tirolesas o pasarelas. Existía de manera artesanal en varios lugares del país, pero fue el suizo Daniel Rivier y su esposa Sandrine quienes le dieron un marco de profesionalismo cuando abrieron el “bosque aéreo” de San Rafael. Fue el primero de los predios Euca, que ahora están también en Tigre y en Bariloche.

 

La actividad se ha convertido en pocos años en un clásico sanrafaelino, en una región considerada como la capital cuyana del turismo aventura. En cuanto al canopy propiamente dicho, en Euca se camina a varios metros por encima del suelo, con la cabeza en el follaje de grandes eucaliptos.

 

Hay varios grados de dificultad en los recorridos propuestos, pero todos se realizan con un equipo de seguridad traído de Suiza, como los que se usan para la escalada y el rappel.

 

3. Descansar como el General San Martín en el Valle de Uco

Al final de la RP 94 se llega a una pequeña villa turística al pie mismo de los Andes, el Manzano Histórico. Allí donde finaliza el valle el General San Martin y sus soldados hicieron un alto en su camino de regreso de la Campaña de Chile. Las crónicas cuentan que el Libertador descansó en esa ocasión al pie de un manzano, convertido más tarde en un monumento histórico.

 

El manzano, que entró a la historia grande por una pequeña puerta, dio su nombre a la villa. Se trata de una minúscula localidad compuesta por algunos recreos y complejos de cabañas en medio de un pequeño oasis verde.

 

Los lugareños salvaron algunos brotes del árbol original y uno de ellos llegó a prosperar, perpetuando así la tradición de ofrecer sombra y sosiego. Debido a su ilustre linaje, ha sido escenificado con acequias, banderas y algunas placas recordatorias.

 

4. Reconocer vinos del terroir en Luján de Cuyo

El auge del vino en las últimas dos décadas convirtió la profesión de enólogo en un oficio cuyo secretos muchos quieren descubrir. El concepto del terroir -palabra francesa que define las características de un suelo que marca la producción agrícola- es uno de los más intrigantes.

 

A lo largo de la Ruta del Vino se puede parar en Perdriel, según los expertos uno de los más llamativos. Allí la bodega que fundó el inglés Edmund J.P. Norton a fines de siglo XIX es una de las más antiguas del país, con amplios programas de visita y actividades que hasta llevan a los viñedos para participar de las tareas de mantenimiento o la cosecha (según la época del año). 

 

Pero en cuanto a discernir lo que es un terroir, proponen una degustación guiada por un especialista, que enseña cómo reconocer tres vinos y sus tan mentados terroirs. Se trata de tres malbecs procedentes de sendas fincas de la bodega, cuyas vides tienen edades diferentes y suelos bien marcados. No se llega a ser enólogo en una charla, pero los más proclives a escuchar a sus sentidos -se ponen a prueba la vista, el gusto y el olfato- logran diferenciarlos y entrever algunos secretos del… terruño, el equivalente castellano del terroir.

 

5. Recibir partículas del cosmos en Marlagüe

El sur de Mendoza fue elegido para instalar un observatorio único en su género, destinado a estudiar los rayos cósmicos. Para tratar de hacer simple algo muy complicado, se podría resumir diciendo que son partículas que llegan desde el espacio, viajan a una velocidad cercana a la de la luz y están cargadas de una cantidad sideral de energía.

 

Parece una búsqueda muy hermética, pero la visita del observatorio Pierre-Auger es muy amena gracias a la interesante muestra de la sala de interpretación, el único sector abierto al público sin ningún tipo de restricciones (fuera del horario de la siesta, cuando cierra por un par de horas). Se explica con maquetas, videos y paneles cómo se detectan aquellas partículas cuyo estudio permite entender los procesos energéticos que rigen el cosmos y por ende nuestra vida. 

 

En cuanto al edificio, no hay que esperar un observatorio clásico con un domo redondo. Se trata más bien de una construcción clásica, pero llena de aparatos de las más avanzadas tecnologías, aportados por 17 países de todo el mundo.

 

Fuente: Turismo de bolsillo