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Como armar tu primer viaje a Mendoza con amigos

«Che… ¿y si nos vamos a Mendoza?»

 

Mendoza genera fantasías. Levante la mano quien no haya tirado esa pregunta o la haya escuchado al menos una vez en alguna reunión con esos amigos de siempre con los que te juntás a tomar vino. Es una fija que después de varias copas alguien le proponga al grupo ese viajecito juntos para recorrer bodegas, caminar viñedos y, por supuesto, probar (muchos) vinos. De hecho, este viaje surgió de esa manera…

Una vez que todos se subieron al barco hay que acordar la fecha, la cantidad de días que durará el tour, los lugares a visitar, arreglar las visitas, etc. Todo esto debe hacerse con bastante antelación, ya que algunos tendrán que pedirse vacaciones en sus trabajos y algunos, claro está, ir gestionando las ansiadas «matrimillas».

 

¿Cuántos somos?

Primera cuestión a resolver: ¿cuántos vamos? La verdad es que todo número es válido. He viajado solo, con un amigo, con un grupo reducido y hasta con veintiocho «cueveros». En cada ocasión la pasé bien, tengo anécdotas de cada viaje y volvería a hacerlo con las mismas personas.

Viajar de a muchos genera un espíritu diferente. También es cierto que requiere de una logística importante, un grupo organizador con experiencia y que no son muchos los lugares preparados para recibir grupos tan numerosos.

Viajando pocos se te abren otras puertas. El productor se siente más cómodo y relajado y la logística es infinitamente menor. Creo que cinco es un buen número. Entran todos en un auto y hasta pueden compartir el hospedaje. Por eso para mí, lo ideal es juntarse cinco amigos que se lleven muy bien y cerrar ahí.

 

¿Cuándo vamos?

No importa la época del año, Mendoza siempre es hermosa.

En otoño los viñedos se tiñen de colores ocres, las hojas que van cayendo forman un colchón dorado y la temperatura es la ideal para recorrer. La primavera también es mágica. Todo reverdece, aparecen los primeros racimos y el calorcito empieza a sentirse en la piel.

El invierno es tiempo de nevadas. La montaña es un espectáculo increíble y si vas a los viñedos de altura es muy probable que te encuentres con alguno tapizado de blanco. En verano los viñedos explotan de fruta. Se acerca la cosecha y el calor acelera la maduración de los racimos.

Particularmente, prefiero no viajar ni en invierno ni en verano. En invierno muchos productores aprovechan para disfrutar sus merecidas vacaciones y eso puede dificultar organizar visitas de calidad. En verano, el trabajo en el viñedo se intensifica y tienen menos tiempo para atender visitas.

Siempre trato de viajar en abril/mayo o en octubre/noviembre. En la primera opción, la vendimia y el trabajo más intenso de la bodega ya pasó y los productores disponen de más tiempo para atender a los visitantes. En la segunda opción, además de que también es una época más tranquila para el productor, los vinos ya están descansando y por ende es un buen momento para probar de tanque o barrica y vislumbrar cómo viene la añada. 

 

¿Cuántos días vamos?

Uno podría pasar toda la vida recorriendo bodegas. Hay muchísimas en distintas regiones y es imposible hacerlas todas en un único viaje. Por eso lo mejor es elegir la duración del mismo según la disponibilidad de los integrantes del grupo. Eso sí: ¡No menos de tres días! Vamos, es tu primer viaje a Mendoza con amigos… ¿cómo le vas a dedicar tan poco tiempo?

En mi opinión, el tiempo ideal son cinco días. Hay muchas opciones de vuelos por lo que si ese primer día llegás temprano podés aprovechar para visitar algunas bodegas. Lo mismo si te volvés en el último vuelo del último día. La cuestión es aprovechar al máximo el tiempo disponible, que para eso fuimos, no?

 

Cinco días te permite meter algunas bodegas cercanas a la ciudad en el primer y último día y visitar otras más alejadas como las del Valle de Uco los restantes tres. Consejo: planificá los hospedajes en función de los lugares por donde vas a andar. Si pensás recorrer Valle de Uco no tiene sentido que te hospedes en la ciudad. 

 

¿Por qué no más días? Recorrer bodegas es agotador y la idea es que sea un viaje de placer. ¿Por qué llegar cansados a los últimos días si siempre se puede volver? Además, quedarse un poquito con ganas de más te motoriza para organizar el próximo viaje . Por eso, para mí, la duración ideal es cinco días.

 

¿Cuántos lugares visitamos?

Alguno te dirá: «todas las que puedas». Tranquilos, hay tiempo. Por supuesto que hay que aprovechar al máximo el tiempo disponible, pero eso no significa que tengas que meter un montón de visitas una tras otra.

Cada lugar que visites se merece toda tu atención. La gente que te recibe pone lo mejor de sí para que tengas una hermosa experiencia y por eso es fundamental que llegues a la última visita en las mismas condiciones (ojo cuánto bebés… siempre descartar) y con la misma energía con la que encaraste la primera del día.

 

En cada lugar recorrerán las instalaciones, probablemente probarán vinos de tanque o barrica, caminarán algún viñedo y harán una degustación. Todo eso requiere de tiempo y atención.  Y a esto sumale el almuerzo en alguna bodega con degustación para aprovechar la visita. Por todo esto, es obvio que las visitas tienen que ser pocas y extensas con un buen margen de tiempo entre una y otra.

 

Entonces… ¿Cuántas bodegas visitar por día? Dependiendo de las distancias entre una y otra, el máximo aconsejable es no más de tres visitas en un mismo día. Con dos está muy bien.

¿Te parece poco? Las mejores visitas que hice me llevaron gran parte del día. Por supuesto que si tenés cinco días no vas a hacer sólo una bodega diaria. Pero si alguna es muy especial o la onda con el productor da como para extender la charla, no descartes dedicarle el día entero. Todo esto por supuesto acordado de antemano. Porque a nadie le gusta que le cancelen una visita sobre la hora… no?

 

¿A dónde vamos?

Mendoza tiene una gran cantidad de lugares excelentemente preparados para recibir al turismo. Todo lo que visites va a estar bien. Desde grandes bodegas con una estructura preparada para realizar recorridas de las instalaciones y degustaciones pre armadas, hasta esforzados productores de pequeños proyectos dispuestos a mostrarte sus productos de manera personalizada y con mucho amor. Todo es válido en nombre del vino.

Particularmente, prefiero que las visitas sean lo más personalizadas posible. Me gusta organizarlas con mucha anticipación. Intentar el contacto directo con los productores para acceder al «detrás de escena», probar vinos en proceso de elaboración o, aunque más no sea, charlar con ellos de primera mano.

Para que esto sea posible hay que sembrar desde mucho tiempo antes. Afortunadamente hoy en día las redes sociales acercan (y mucho) al consumidor con aquellos que elaboran los vinos.

 

La gran mayoría de los productores entienden que las redes sociales son un instrumento muy valioso a la hora de difundir sus proyectos y por eso mantienen una participación activa en Instagram, Twitter y Facebook. Los que mejor lo entienden no sólo publican noticias, sino que además interactúan con los consumidores. De esta forma se puede cimentar un vínculo que luego puede redundar en una visita diferente a su bodega. Si lográs eso, seguramente esa visita será una experiencia inolvidable. 

 

Por último, si lo pasaste bien, no te olvides de comunicarlo en tus redes y referenciar el lugar en TripAdvisor, Google y demás portales similares. Es una buena forma de agradecer la atención.

 

¿Dónde dormimos?

Y si: en algún momento hay que dormir y el hospedaje….es uno de los costos más caros del viaje. Conseguir buenos lugares donde dormir tanto en la capital como en el resto de Mendoza es todo un tema, así que para no tener que preocuparte por eso, te conviene dejarlo en manos de alguna de las muchas agencias locales especializadas en enoturismo que por un buen precio te pueden conseguir desde un hotel cinco estrellas hasta una cabañita perdida en el Valle de Uco, además de muchas opciones para armar el tour por las bodegas que quieras.

 

Conclusiones

Podría seguir escribiendo sobre muchas otras cosas a tener en cuenta a la hora de armar tu primer viaje con amigos a Mendoza, pero la nota ya es muy larga y creo que con esto cubrís las primeras cuestiones a resolver (y las más importantes).

 

Resumiendo: ideal, cinco amigos que se lleven muy bien, viajar en mayo u octubre entre cuatro y cinco días, visitar no más de tres lugares por día, algún día meter sólo una visita muy especial, organizarlo con mucha antelación, contactar por redes sociales a los productores y tratar de que las visitas sean lo menos «turísticas» posibles. 

 

Y lo fundamental: ni bien lleguen del viaje organizá un asado y entre anécdotas y vinos preguntales: «Che… ¿cuándo volvemos a Mendoza?».

 

Fuente: Acercate al Vino, por Ale Lahitte