El ministro de Turismo se va del Gobierno habiendo construido un apoyo casi sin grietas, al menos públicas. Una musculatura edificada desde el primer día de las 4.494 jornadas de gestión. Sin embargo, en esa oscilante edificación de “consensos” fue el MinTur quien eligió –y descartó otras veces– con quienes articulaba. Ese poder muchas veces se usó para disciplinar a empresarios y funcionarios. En esta nota recordamos algunos hitos de esa construcción.
Asumió en medio de una interna palaciega contra los funcionarios que respondían a quien 1doce años después sería el candidato oficialista derrotado en las elecciones nacionales. Cruzó las puertas de Suipacha 1111 en medio del rumiar de los empresarios por el destrato al colega (devenido en funcionario) desplazado de la cartera, Germán Pérez. Aunque previamente ya había visitado a algunos referentes para testear el nivel de apoyo (Marco Palacios, Ricardo Boente, Gustavo Cinosi, Arturo García Rosa y Gonzalo Yrurtia).
El miércoles próximo deja el MinTur habiendo moldeado un consenso y una dirigencia institucional empresaria que en los últimos años asistió pasiva (cuando no fue parte de la estrategia) a la intervención directísima del organismo en la elección de candidatos a presidir las entidades, de las sedes de sus eventos y de los contenidos de los discursos. Y cuando la amenaza de retirar el apoyo financiero oficial no bastó, el disciplinamiento fue directamente coercitivo (las fiscalizaciones integrales de la AFIP estuvieron a la orden del día).
Pero estos dos escenarios separados por 4.494 días de Enrique Meyer en Suipacha 1111 son apenas algunas fotos de una película, cuya trama fue in crescendo apoyada no sólo en ese lado B, sino también en el blindaje que le dieron los aciertos en la gestión técnica y los números de crecimiento de la actividad que hasta hace no tanto equilibraban la balanza en el ánimo de empresarios y funcionarios distritales. Por eso, el miércoles se despidió en medio de una ovación de empresarios y funcionarios provinciales, algunos de los cuales igualmente por lo bajo esperan un cambio en las formas de la nueva gestión.
PRIMER FOTOGRAMA DE LA PELÍCULA.
Vale recordar que el primer máximo funcionario de Turismo del gobierno de Néstor Kirchner fue el dirigente hotelero gastronómico Germán Pérez. El empresario había ingresado en 2002 a Suipacha 1111 como presidente de la CAT (más exactamente por el garage, ya que en ese momento las agencias protestaban en la puerta porque no se les permitía hacer giros al exterior) para hablar con Daniel Scioli, por entonces secretario de Turismo, la asistencia en duda de una misión argentina a la Fitur de Madrid. Durante varios días y tomando la sugerencia de Francisco “Paco” Mayorga, el excandidato a presidente de la Nación trató de convencerlo para que sea su subsecretario.
La negativa inicial (tal cual indicaba el mandato que tenía de la CAT) se dio vuelta cuando le mostró una servilleta con los posibles nombres de políticos que asumirían si Pérez no aceptaba. Así se incorporó a la gestión de Scioli, a quien sucedió más tarde cuando el hasta ahora gobernador bonaerense decidió acompañar como vice a Néstor Kirchner.
La historia terminó mal. A menos de tres meses de asumir el primer empresario-secretario del sector quedó en medio del fuego cruzado entre Kirchner y su vice, a quien acusaba de querer conformar un poder paralelo. Mientras asistía a la firma de unos acuerdos en el salón Blanco de la Rosada con el presidente venezolano Hugo Chávez, a Pérez lo sorprendió un llamado del entonces jefe de Gabinete, Alberto Fernández. Horas más tarde él y todos sus colaboradores serían “invitados” a presentar la renuncia.
En ese contexto, la aparición en escena de Meyer era obvia. Desde los 17 años está involucrado con la actividad, pero fundamentalmente venía con el ADN de haber sido durante 12 años el subsecretario de Turismo de Santa Cruz.
A horas de haber jurado, Meyer recibió a La Agencia de Viajes en su despacho quejándose de que todos los medios quisieran meterlo en la interna palaciega. Punto y aparte para él sobre el tema.
Vista en restrospectiva, la historia más curiosa de esos días –por el contraste con la situación actual– fue la abortada resistencia de los empresarios a digerir el mal trago que había pasado Pérez. “Entristecido y sorprendido”, fueron las palabras con las que Marco Palacios, entonces presidente de la Cámara Argentina de Turismo (CAT) había definido el clima del sector privado. Incluso hubo una mago de publicar una solicitada en los medios masivos expresando el dolor por la ida de Pérez. “Cuando la gente de la Cámara vino dos días después y me dijo que iban a presentar algo les dije que no lo hicieran porque ya era tarde. No había marcha atrás y ya estaba el nombre de mi sucesor”, recordó tiempo después Pérez en un reportaje con este medio.
Efectivamente, Meyer conocía y era conocido por los empresarios y rápidamente tendió puentes con la CAT, con la cual se comprometió a resolver la famosa agenda de los 28 puntos y en menos de dos años la declaraba por ley como socio estratégico del Estado en el desarrollo de la actividad.
SOCIO MAYORITARIO.
Como buen socio de la actividad privada, las intervenciones en la política interna de las instituciones fueron luego más que frecuentes. Uno de los hitos fue el acorralamiento a Tomás Ryan cuando en agosto de 2006 aún presidía la Aaavyt. El ex secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, empezaba a hacerse conocido por sus fondos y formas, en un momento donde Turismo era señalado como responsable del rebrote inflacionario (poco tiempo después se resolvería con la intervención del Indec).
Moreno (con Meyer presente en una de las reuniones), los cientos de inspectores que recorrieron agencias de viajes en esos días, el anuncio de que se le quitaría el Registro de Idóneos a la Aaavyt y el amago de desfinanciar a la Feria Internacional de Turismo de ese año (FIT 2006) terminaron por quebrar el frente interno en la entidad y Ryan debió dar un paso al costado. “A vos no te puedo reventar porque hago un mártir. Ustedes son todos cuchilleros, pero los peronistas son más machitos”, es la frase que le habría espetado Moreno a Ryan por su filiación radical, según la reconstrucción de Diego Cabot en el libro “El buen salvaje”.
Con Ryan fuera del juego se acabaron las inspecciones, Idóneos no se movió un ápice del 10° piso de Viamonte 640, la FIT lució sus mejores ropas y, sobre todo, la lección fue aprendida.
Los hoteleros también padecieron tempranamente esa forma de reaccionar del Ministerio ante las declaraciones públicas que no eran de su agrado. En la previa a una de las primeras ediciones de Hotelga el titular de la Fehgra de entonces, Alberto Álvarez Argüelles, había tenido unas desafortunadas palabras al referirse a los Planes Trabajar (los había llamado “descansar”). Inmediatamente, el organismo le retiró el apoyo al encuentro hotelero y las relaciones se mantuvieron tirantes durante un tiempo.
En 2013 la historia se repetiría, pero esta vez con unas declaraciones de Roberto Brunello al diario Clarín, advirtiendo el estancamiento de la hotelería y definiendo como “hterogéneo” el impacto de los feriados turísticos. Inmediatamente, el MinTur no sólo se bajó como coorganizador del III Simposio de Turismo Bienestar y Termalismo, sino que operó para que expositores y referentes siguieran sus pasos.
EL GRAN ELECTOR.
Distinta, pero aun con un mayor simbolismo fue la intervención en la entronización de Oscar Ghezzi al frente de la CAT en 2011. Sabido es que desde los ’70 (documentado en los ’90) en la Cámara existía un pacto de alternancia entre agentes de viajes y hoteleros. Ese año le tocaba transitar ese camino a la cima al agente de viajes Ricardo Roza, quien había reemplazado a Ryan en la Aaavyt y quien muy lejos estaba de amenazar con romper la armonía lograda con Suipacha 1111.
Sin embargo, con el “gran elector” jugando abiertamente a favor del programa de reforma de los estatutos de la Cámara encabezado por Oscar Ghezzi (Fehgra), la “alfombra Roza” para el representante de la Aaavyt se retiró del palier de la CAT tras un cónclave en Suipacha 1111 entre ambos postulantes y la plana mayor del Ministerio. Tras una fatigosa hora y media –la expresividad de la foto circulada por el propio MinTur lo atestigua– se logró convencer a Roza de encolumnarse tras el liderazgo de Ghezzi.
Que por primera vez el Ministerio no haya ocultado su intervención en elecciones internas de entidades del sector no significa que hubiera sido su primera intrusión. Sin ir más lejos, el antecesor de Ghezzi en la CAT, Juan Mirenna, asumió su primer mandato luego de que el actual presidente de la Cámara depusiera su candidatura en medio de acusaciones a Suipacha 1111 por un supuesto veto hacia su persona.
O sea, en esa oscilante construcción de “consensos”, muchas veces fue el MinTur quien eligió –y descartó otras veces– con quienes articulaba. Lo que sí estaba claro bajo esa arquitectura de poder es quién tenía la última palabra. Y, sin llegar a los extremos antes mencionados, sobran los casos en los cuales el costo de subir medio tono en la crítica a medidas oficiales implicó el levantamiento de auspicio a eventos, trabas en participaciones en misiones internaciones y declaraciones de hostilidad. Sin contar la cantidad de veces que entrevistados nos refirieron el celo con el que el propio ministro seguía las declaraciones de los empresarios en los medios y de ser necesario los llamaba para pedirles explicaciones.
CON LAS PROVINCIAS, ÍDEM.
A nivel provincial o municipal la imagen es similar: la foto final muestra un sector que agradece el apoyo, las obras, los eventos del MinTur en sus distritos. Pero es en la trama fina donde se ve cómo ese federalismo dependió (por momentos se subordinó) de cómo planteara el juego el MinTur. Esto implica cómo se bajaba y repartía financiamiento para obras, programas y participación en reuniones o misiones. Y, al igual que en el caso de las entidades empresarias, toda esa musculatura rápidamente ganada por Suipacha 1111 se usó muchas veces para disciplinar, por las buenas o por las malas.
El caso que mejor lo grafica (más aún en estos tiempos de transición) es el de Córdoba, que en 2012 se vio privada de ser sede de dos eventos nacionales. Uno fue el V Congreso Nacional de Calidad Turística que se iba a realizar en la ciudad mediterránea ya último momento se trasladó a Mendoza, y de cuya presentación en la sede del MinTur había participado el propio Gustavo Santos. El otro fue el Congreso de la Aaavyt en 2013, que iba a hacerse en Villa Carlos Paz (coincidiendo con el 50° aniversario de la ACAV) y que para eludir la explicitada presión del MinTur se terminó llevando a Misiones.
Las lecciones coincidieron temporalmente con la decisión del gobernador de Córdoba, José Manuel de la Sota, de llevar los reclamos por los fondos adeudados por la Nación hasta la Corte Suprema, con cuestionar abiertamente a la presidenta Cristina Fernández y acercarse a Mauricio Macri. Las provincias beneficiadas (Misiones y Mendoza) eran en ese instante las niñas mimadas de Nación.
“El consejo que le podría dar a Santos es tratar de tomar las decisiones por consenso, como hemos tratado de hacerlo durante todo este período”, le dijo la semana pasada a este medio el ministro saliente (ver nota pág. 3). El tiempo dirá si el sector resiste otra gestión consensuada bajo esa misma arquitectura.
Fuente: Ladevi
11/12/2015