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El agroturismo gana adeptos en el Valle de Uco

Agroturismo en el Valle de Uco

Surgen programas que proponen actividades en la zona rural, como realizar talleres en una huerta, cosechar en una finca o alojarse entre los viñedos.

Con grandes extensiones de territorio rural, la región tiene todo lo necesario para ser un escenario agrícola ideal: paisaje, cultura, una tierra y un clima propicios para cultivos de primer nivel y el aporte de los actores que allí trabajan o habitan. Esto, que siempre supo tentar sobre todo al sector de la producción, empieza ahora a ser demandado, también, por el turista, que busca ser testigo del trabajo del campo y hasta se anima a participar en experiencias más distendidas e interesados por el folclore rural.

El agroturismo, como se lo conoce, empieza a surgir como alternativa, entre la variedad con la que cuenta el Valle de Uco, y aunque aún es incipiente, se anuncia con un crecimiento que podría no tener techo.

Alojarse en una finca y caminar entre viñedos, realizar un taller de huerta o cosechar algunos productos son algunas de las opciones que ya aparece en la oferta local.

“Nosotros que tenemos genes italianos sabemos que en Italia el fuerte de toda la zona agrícola es el agroturismo. Y acá vemos que la gente que viene a la finca a hospedarse se enamora de esto o del proyecto de la huerta orgánica, por ejemplo. Entonces les ofrecemos que puedan realizar un taller o que ellos mismos arranquen un producto de la tierra”, detalló Andrea Zucol, una de las dueñas de una villa de viñedos y hospedajes enclavados en el distrito tunuyanino Colonia Las Rosas, en donde se animaron a ofrecer novedosas propuestas de agroturismo ante la demanda de los visitantes interesados por las actividades agrícolas.

“Destacamos el valor agregado que da el tomar conciencia de la cultura de nuestros abuelos o padres y el poder recuperar su trabajo en la tierra”, agregó sobre el plus que le brinda lo cultural. En su caso, es la huerta orgánica que crearon hace varios años y que hoy está vinculada casi directamente al turismo.

Es que esos cultivos sin fertilizantes que recuperan, además, en su producción tradiciones ancestrales son cada vez más buscados por los emprendimientos gastronómicos y por los grandes restoranes apostados sobre los Caminos del Vino para ofrecer platos gourmet y más sanos. 

“La gente lo valora en cuanto al sabor y al aspecto de cada producto”, comentó Leonel Leal, cocinero de Tupungato, destacando que la huerta de restorán donde él trabaja llama la atención de los comensales.

Y también la huerta se vuelve un ícono en lo que respecta a experiencias dentro del agroturismo, ya sea a través del slow food, que permite conjugar tradición local, buenos alimentos y la posibilidad de conocer un lugar a través del paladar o a través de talleres para vivenciar la cosecha de estos cultivos o para aprender cómo poder hacer una huerta en sus casas, al regreso de las vacaciones.

“De este modo revalorizamos el esfuerzo de los antepasados de una zona agrícola por excelencia, a pesar de la trascendencia de la vid. Eso es lo que lo vuelve también más atractivo”, comentó Gustavo Lucero, a cargo de una agencia de turismo receptivo del Valle de Uco y quien fue uno de los promotores que tuvo la región en la Feria Internacional del Turismo (FIT), donde estos programas lograron gran interés de los asistentes.

Esto se asocia a la tendencia de lo slow, como categoría turística asociada a la búsqueda del relax y la desconexión, sin muchos horarios a respetar o jornadas cronometradas y en contacto con la naturaleza. La gente busca andar a caballo o bici.

La región para esto suma en sus campos granjas, corrales de caballos o hasta la misma ganadería, cuya actividad genera curiosidad, sobre todo en el público extranjero.

Qué te parece dormir en una posada entre viñedos y al despertar ordeñar la leche de tu desayuno y cosechar los frutos para armar tu propia ensalada de frutas? Consultá por nuestros paquetes turísticos que te permitirán disfrutar esta propuesta en el entorno natural del Valle de Uco.

Fuente: UNO, Alejandra Adi