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En Mendoza: de vino en vino

Los caminos de Mendoza constituyen un placer para todos los sentidos. Allí se ve la mejor expresión de los Andes, se escucha la música folclórica, se huele el fruto de la vid y se saborea no solo vino sino también una excelente gastronomía. Sienta en su piel el placer de viajar por una de las Great Wine Capitals del mundo.

Nos despedimos de Luján de Cuyo una tarde soleada mientras saboreábamos un abundante menú en la terraza de la Bodega Ottaviano. El momento era perfecto: los vientos se habían atenuado, la temperatura estaba deliciosamente tibia, y los  valles —secos y sin uvas, pues la cosecha ya había sido recogida— servían de atrio al telón de fondo: la imponente cordillera de los Andes con sus picos nevados brillando como nunca.

 

Tal como lo habíamos hecho durante los tres días anteriores, tomamos ríos de vino y comimos a granel. La chef nos habló de la importancia del fuego en la gastronomía argentina, mientras removía unas aromáticas chuletas en un disco dentro de la chimenea. Y nos sirvió empanadas como aperitivo. Fueron más de cuatro clases de vino las que acompañaron el almuerzo, pues la propuesta incluía el mejor maridaje: su vino Penedo Borges viene bien tanto con las empanadas (quizás un varietal), con la carne (el ícono Malbec), las verduras asadas en la chimenea (a lo mejor un Expresión Parcela) y con su exquisito postre (¿Expresión Terroir? Imposible recordar cuál era cuál). Esa fue la rutina en Mendoza durante nuestra visita a sus rutas del vino poco antes de la inauguración del vuelo de Copa Airlines a esta región sureña.

Y es que Mendoza no solo produce el 70% del vino argentino. También es una de las nueve Great Wine Capitals del mundo elegidas por los altos estándares del vino que producen. Las otras son: Bilbao-Rioja (España), Bordeaux (Francia), Verona (Italia), Adelaide (Australia), Mainz-Rheinhessen (Alemania), Porto (Portugal) San Francisco-Napa Valley (Estados Unidos) y Valparaíso-Valle de Casablanca (Chile). En conjunto constituyen una red mundial cuyo objetivo es promover el turismo, la cultura y el intercambio comercial relacionado con la industria vitivinícola.

 

Quien se acerque a Mendoza con el ánimo de conocer esta cultura, deberá elegir entre las rutas Norte, Sur, Este o Valle de Uco. Nuestra ruta inicio en el Norte, entre Luján de Cuyo y Maipú, tierra del Malbec, la uva característica de este país. En esta zona están más de la mitad de las bodegas abiertas al visitante y recorrerla es un placer para todos los sentidos.

 

Allí mismo, en Luján de Cuyo, visitamos Entre Cielos, un sueño de esos que a algunos se les hace realidad. En este caso fue a un grupo de empresarios suizos que algún día decidieron que ya era tiempo de tener una viña propia. Literalmente salieron al mundo a buscar el paraje soñado y, según cuentan ahora, “en el momento que conocimos la propiedad, con sus increíbles vistas a las montañas y su estrellado cielo nocturno, supimos que era aquí donde queríamos quedarnos”.

En 2009, una comisión de doce, incluyendo abuelos, nietos, hermanos y hermanas, se instalaron aquí y crearon el Entre Cielos Luxury Wine Hotel + Spa. El desarrollo tiene en total ocho hectáreas sembradas con Malbec y un hotel boutique con 16 habitaciones.

 

La mejor de ellas: el Vineyard Loft, una plataforma suspendida sobre la viña, con las suficientes claraboyas para gozar del cielo estrellado en las noches. Tienen también un hamam (el tradicional baño turco organizado en diferentes etapas de calor-masaje-frío) que, según afirman, es el único realmente completo en toda Latinoamérica.

 

De Entre Cielos pasamos a Bodega Cecchin, una granja tradicional cuyo orgullo consiste en la producción de vinos libres de agregados químicos. Los viñedos son antiguos, 1923, y el sistema de siembra y recolección es totalmente tradicional. El guía nos explica que concebir un vino orgánico requiere un escenario de armonía natural, donde las vides conviven con hierbas y otros frutales, favoreciendo el equilibrio ecológico. También la recolección debe ser en el momento preciso, respetando espacio y tiempo. El viñedo es de baja productividad: 40 racimos por planta, pero también de alta calidad. En total son once hectáreas en las que se siembra Malbec, Cabernet Sauvignon, Merlot y uvas blancas.Producen 700.000 botellas al año (80% para exportación) y etiquetan y encapsulan a mano. Tienen setenta tanques de concreto de 12.000 litros y solo los vinos “reserva” pasan por barricas de roble.

 

La visita a Cecchin no está completa sin degustar la gastronomía del chef Víctor Hugo, el alquimista del lugar. Según explica, mientras se escucha un tango tradicional de fondo, su idea es hacer sentir al comensal en su propia casa “degustando la comida de la abuela”.

 

El maravilloso Valle de Uco

Nuestro tiempo alcanzó para llegar también al Valle de Uco, uno de los valiosos oasis de Mendoza, en donde la mano del hombre ha hecho del desierto un lugar productivo.

 

El regadío, desde tiempos precolombinos, se ha logrado canalizando las aguas del deshielo mediante las célebres “acequias”, que cruzan el valle a diestra y siniestra.

Por ello los Andes aquí y su volcán Tupungato, con su cono perfecto y blanco, no son solo el telón de fondo, sino también un factor económico fundamental.

 

Así llegamos a Piedra Infinita, la bodega de vinos Zuccardi, en el departamento de San Carlos. Allí, los mendocinos Fernando Raganato y Eduardo Vera, arquitectos y paisajistas, aprovecharon las rocas naturales del terreno y las plantas propias del desierto para hacer un jardín que conduce, entre espejos de agua, hacia el edificio. El conjunto fue construido en armonía con el entorno con los mismos materiales que les dio la tierra. Las paredes representan las diferentes caras de las montañas, las ventanas representan las cavernas. Al llegar a la puerta, el visitante encuentra la última obra del escultor Roberto Rosas entregada poco antes de su muerte: un bello portal vegetal inspirado en esa finca. El conjunto del trabajo obtuvo un premio internacional de arquitectura en 2016. No es gratuito: adentro, hasta los montacargas parecen piezas de museo.

Desde 2008 la bodega cuenta con un área de Investigación y Desarrollo, dedicada al estudio del terroir y las diversas variables que inciden en la calidad del vino. El objetivo es, según palabras del propio Sebastián Zuccardi, tercera generación del fundador, “no buscar vinos perfectos, sino aquellos que expresen la tierra donde creció la uva”. Lo que sucede es que la conjugación de múltiples microclimas, alturas, tipos de suelo y cuidado del viñedo, da como resultado múltiples terroirs. Se busca respetar esta heterogeneidad, destacando la esencia del terruño y manejando cada planta de modo diferente para lograr que las uvas expresen la identidad de su origen.

Nuestro recorrido continúa y de nuevo podemos comprobar que Mendoza ha sido el escenario donde varios soñadores del mundo dibujaron su utopía. Al Pasión es otra prueba de ello. Hace cerca de diez años, luego de unas buenas copas de vino, un grupo de amigos de diversas nacionalidades decidió elaborar vinos emblemáticos con su “huella digital” y su propia firma. Buscaron el mejor territorio para hacer realidad su sueño y hoy sus vinos llevan huella y firma de los propietarios en la etiqueta.

 

La pasión es, de hecho, tan central para todo el proyecto que decidieron nombrar a su vino inaugural “Alpasión”, una combinación de “alma” y “pasión” (en español).  La exquisita decoración de las habitaciones de su hotel y el paisaje montañoso y desértico que se asoma por sus ventanales tientan al más escéptico a vivir la experiencia.

 

Otra de las tantas bodegas que tiene abiertas sus puertas al turismo es Andeluna, una propiedad de ochenta hectáreas en medio de la cual está la bodega de 4.500 metros cuadrados con temperatura y humedad controladas. Allí reposan un millón de litros de vino en tanques de acero inoxidable y 1.200 barricas en la cava. El paisaje es excepcional y a ello se le suman el bar y la tienda de vinos, la cava para degustaciones y una cocina abierta que une al comedor y la sala de reuniones.

No sé cuántos días se requerirían para hacer un inventario de las bodegas de Mendoza, pero no creo que haya hígado que aguante. Las catas en cada una de ellas pueden contemplar de tres a seis vinos y los picaditos para acompañar son tan tentadores como los exquisitos menús de sus cocinas. Ninguna de las rutas del vino decepcionará al viajero.

 

Información útil

Desde Norte, Centro, Suramérica y el Caribe, Copa Airlines le ofrece cuatro vuelos semanales a Mendoza a través de su Hub de las Américas en Ciudad de Panamá.

 

La ciudad de Mendoza tiene cómoda infraestructura hotelera. Hoteles como el Park Hyatt, Intercontinental y Sheraton tienen bares de cata donde también es posible acercarse a la vitivinicultura regional.

 

Las Agencias de viajes ofrecen los paquetes completos para visitar las diversas rutas del vino, que pueden alternarse con andinismo, espeleología, rafting o ciclismo de montaña.

 

A fines de febrero, en época de cosecha, Mendoza celebra la Fiesta Nacional de la Vendimia, diez noches de espectáculos, fiestas y desfiles.

 

Fuente: Panorama (Copa Airline), por Marcela Gómez