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Escapada enogastronómica

Volá a Mendoza y guíate con este mapa de restaurantes en el centro de la ciudad, en bodegas y un olivar.

 

De “Casa Vigil”, el restaurante de la bodega El Enemigo que llegó a la famosa guía Michelin a “Osadía”, con el menú de pasos pensado por Hernán Gipponi para maridar los vinos innovadores de Susana Balbo, un recorrido por las mejores mesas entre viñas de Mendoza, y también, en la ciudad capital de la provincia. En el centro crecieron las propuestas gastronómicas con fonda, tapeo y brunch en cartas originales. Un paso más para el turismo enogastronómico, que tiene dos ventajas: es desestacionalizado y tiene un alto componente cultural. La gente quiere pasarla bien y es el boom de los viajes que tienen al vino, la cocina y los productos agro-alimentarios como eje.

 

Mendoza capital

Azafrán (Sarmiento al 700). En una casa antigua y luminosa con detalles de diseño y mesa exclusiva en la cava. Un despliegue de cocina tradicional argentina en código sofisticado. Su chef ejecutivo es Gabriel Stivala y recomienda el menú de pasos. Claramente, la carta de vinos tiene un lugar especial, y sus rosados en ella. Abierto medio día y noche. Tartare de ternera, langostinos patagónicos con mermelada de cebolla, raviolini de salmón.

 

Orégano (Rivadavia 789). Un restaurante que nace de las experiencias de cocina y viajes de muchos años de Vanina Chimeno y Francis Mallmann. De exquisita estética, representa la vida y los sabores que crearon juntos. Dos pisos y terrazas mendocinas.

 

Fuente y Fonda (Montevideo al 600). Su encanto es servir fuentes grandes para compartir. Van a lo rico y simple: compartir una mesa con amigos y salir con la panza llena. Pastel de papas y canelones.

 

Maipú

Pan & Oliva en un olivar (ruta provincial 33 km 7,5. Fray Luis Beltrán. Maipú). Un proyecto orientado a disfrutar de la dupla vino & buena mesa. Toda la experiencia está enfocada en el aceite de oliva, el gran destacado del lugar. Tapeos, pastas, ensaladas y platos caseros con ingredientes frescos y de estación, influencias mediterráneas y regionales mendocinas. En el almacén, además de los aceites de oliva extra virgen de Familia Zuccardi, el visitante puede encontrar una amplia variedad de productos gastronómicos, únicos y naturales como conservas, quesos, aceitunas.

 

La propuesta ocupa un rol fundamental dentro del turismo olivícola y la educación al consumidor, con la visita al molino, el programa «Vení a cosechar aceite», los cursos de degustación de aceites de oliva y clases de cocina.

 

Casa Vigil en la bodega El enemigo (Videla Aranda 7008). Una pérgola de criollas y garnachas da la bienvenida. «Nuestra casa se llena de colores y cambia según la estación», anuncian desde el restó y otoño es la excusa para visitar su finca dorada, que también redecoran periódicamente al colgar muestras temporales de artistas mendocinos. «Trabajamos con bonarda no solo por lo que nos gusta si no porque sentimos la necesidad de profundizar sobre uno de los varietales más importantes de la Argentina.» Tienen cuatro single vineyard de gran expresividad, elaborados desde los parrales antiguos de la zona este de Mendoza. Para fechas especiales organizan menú de pasos.

 

Luján de Cuyo

Brindillas restaurante (Guardia Vieja 2898). Su filosofía es trabajar con productos frescos de estación y excelente calidad, por eso su chef es el encargado de realizar personalmente las compras y visitar distintas ferias y mercados, como también productores de la zona, en forma diaria.

 

Osadía en la bodega Susana Balbo (Cochabamba 7801, Agrelo). En 2013, la hija de la primera enóloga mujer de la Argentina abrió el restaurante con la premisa de hacer una gastronomía a la altura de los vinos. «El equipo de trabajo con los años ha ido creciendo a la par de que ha ido creciendo el negocio. Empezamos con un chef, una jefa de salón, un cocinero y un mozo. Al corto tiempo se sumó la persona responsable de turismo, que armó el área, contrató y entrenó guías para las visitas. Hoy contamos con un equipo de 20 personas. Para mí esto es un orgullo, ya que mi pequeño emprendimiento dentro del negocio familiar en 5 años creó todos estos puestos que antes no existían», cuenta Ana Lovaglio Balbo. La nueva generación de la bodega está a cargo de su apertura turística y gastronómica: «Antes que nada me saco el sombrero por todo lo que hizo mi madre en muy poco tiempo. Lo lindo de empezar a trabajar con ella fue que rápidamente vi varios lugares donde aportar.» En lo que va del año, este segmento de la bodega lleva un crecimiento del 45%, por lo que esperan llegar a recibir un total de 25.000 personas en 2019.

«Nuestro diferencial es tener una propuesta que se separe del resto. Mientras la mayoría de las bodegas comunican un menú de Km0 o farm to table, que nosotros hacemos en nuestro menú 3 pasos -tenemos nuestra propia huerta-, tenemos un menú 5 pasos bastante más Osado (valga la redundancia) que llamamos de Cordillera a Mar. Aquí nos animamos a traer cualquier producto Argentino en pos de crear buenos maridajes, sobre todo para los blancos y rosados que hoy se destacan. Por ejemplo, merluza austral de Chubut o chipirones, conejo, pato. Tratamos de salirnos del típico ojo de bife en el principal. Queremos ser un restaurante de bodega que le de un respiro de la carne al turista que viene recorriendo bodegas. Desde luego que si quieren carne tenemos nuestro corte estrella que es la ceja de bife, el carnicero lo hace solo para nosotros.» Todo lo que hace Ana es para difundir el vino: «El turismo es una gran herramienta de comunicación de nuestra historia, de nuestros valores y de nuestros productos.»

 

Maris en la bodega Roberto Bonfanti (Terrada 2024, Perdriel). Junto a las vides de Malbec, funciona el restaurante de diseño vidriado y sin estridencias, para devolverle a los comensales la típica postal mendocina: la confluencia del valle y la montaña. La cocina de César Freites cuenta con el oficio de su mano derecha, Blanca Espinosa, y ofrece cada mediodía platos tradicionales de la mesa nacional, con vinos y visita a la bodega.

 

Fuente: La Nación