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Experiencia LAC: Alta Montaña con Villavicencio

Ni bien llegué a la Terminal de Ómnibus de Mendoza me puse a buscar las oficinas de LAC Viajes, siguiendo las indicaciones de unos amigos que, hacía un par de meses, habían vacacionado en Mendoza. Me recomendaron hacer una excursión que se llama Alta Montaña con Villavicencio y contratarla con LAC, me dijeron que es un clásico de Mendoza y que no me la podía perder…

Encontré las oficinas de Lac en la Terminal (les doy el dato por si les interesa Ala Norte local D19), me atendieron rápidamente y me brindaron toda la información necesaria. Con el folleto de LAC en la mano empecé a evaluar cual y cuantas, de todas las excursiones que allí se ofrecían, iba a poder a hacer.

Como me dijeron que LAC también tiene oficina en el centro de la ciudad (Chile 1443) decidí por ahora contratar solo la excursión de Alta Montaña con Villavicencio que mis amigos me habían sugerido, total después cualquier otro paseo que decidiese hacer me podía acercar fácilmente a la sucursal de la agencia en el centro.

Me fui a acostar temprano, cansada del viaje y además al día siguiente había que arrancar muy temprano, me habían advertido que el transfer de la agencia LAC era muy puntual, y me pasaban a buscar por el hotel a las 7,00 hs.!!!

 

Aunque no me guste levantarme temprano lo hice entusiasmada, pensando en el

camino que iba a transitar, donde historia y naturaleza se dan la mano; había visto tantas fotos del Aconcagua y de Puente del Inca y había estudiado la histórica odisea que protagonizó San Martín para liberar a Chile de la dominación española.

Subí a la combi donde esperaba Daniel, nuestro guía…y arrancó la jornada….

Mientras íbamos dejando atrás la ciudad, Daniel nos cuenta que estamos transitando la ruta 52 que se va internando en la precordillera y, mientras va ascendiendo, observamos desérticos paisajes hasta llegar a la quebrada de Villavicencio que, en cambio es un oasis de verdor.

 

En el camino encontramos el primer hito de la ruta Sanmartiniana: el monumento de Canota (bastante destruido por cierto…) que conmemora el momento en que el General San Martín divide sus tropas para emprender el cruce de los Andes.

 

La ruta empieza a subir cada vez más y tras algunas curvas nos sorprende la vista del famoso hotel de Villavicencio, cerrado desde 1978, el mismo que aparece en los envases de agua. El viejo hotel se ve hermoso, rodeado de montañas y mucha vegetación y Daniel nos cuenta su historia de aciertos y fracasos.

 

Empezamos a subir una empinada cuesta, el famoso camino de cornisa llamado “caracoles de Villavicencio” o  “camino de las 365 curvas” que parte del hotel y llega, dando vueltas y más vueltas hasta la cima de la montaña, y de allí baja hasta la localidad de Uspallata: era el viejo camino a Chile.
Mientras vamos subiendo el paisaje es bien árido y contrasta con el verde del valle y de la quebrada donde el hotel señorea maravillosamente.
Las montañas, con sus diversos colores, son nuestras peremnes compañeras de viaje hasta su máxima altura precordillerana en la la Cruz de Paramillos, a 3030 msnm donde paramos a deleitarnos con las hermosas vistas panorámicas del valle de Uspallata y del mismo Aconcagua.

Emprendemos el descenso y Uspallata nos da la bienvenida, entre verdes plantaciones, alamos centenarios y arroyos.

En Uspallata hicimos una parada técnica de unos 15 minutos para tomar un buen desayuno y luego seguimos, aún quedaba un largo recorrido. Continuamos el viaje por una ruta zigzagueante donde se sucedía un túnel tras otros, y Daniel nos daba magistrales explicaciones sobre todo lo que íbamos viendo, nos contó por ejemplo que en Uspallata se filmaron varias pelícluas, hasta una con Brad Pitt!
La próxima parada fue para conocer lo que queda del legendario puente colonial del Fortín Picheuta, donde las tropas al mando del Gral. Las Heras realizaron el primer combate del Ejército de los Andes contra el Ejército Realista. El Puente sobre el río Picheuta (que ahora lo han desviado para proteger al puente) se ve muy antiguo, construido en piedra y argamasa, pero es tan angosto que me cuesta imaginar un ejercito avanzando por allí!

Reanudamos la marcha hasta el centro de esquí Los Penitentes, que como no es época de nieve tenía la mayoría de las instalaciones cerradas, pero nos ofrecieron subir a las aerosillas para contemplar la vista desde arriba. Hermoso…muchas fotos… El nombre Penitentes proviene de la forma de la montaña que parece un grupo de monjes en peregrinación.

Llegamos finalmente a Puente del Inca, una curiosa formación calcárea suspendida sobre el río Cuevas. Este río, que recoge aguas termales, perforó la montaña formando este puente natural donde predominan las tonalidades del naranja, amarillo y ocre debido a las aguas termales. Nuestro guía nos contó que aquí, antiguamente, funcionaba un hotel con baños termales pero en 1965 un alud lo arrasó y hoy sólo queda en pie la capilla y los baños. Antes se podía cruzar el puente pero hoy lamentablemente no se puede pasar, porque al estar el puente más delgado, tanto tránsito pone en peligro esta maravilla natural.

También aprovechamos para pasear por los puestitos de artesanías donde vimos unas rarezas, se venden todo tipo de objeto que, luego de haber quedado unos 40 días sumergidos en las aguas del río Cuevas, quedan cubiertos con una capa ferruginosa y lucen con el puente mismo. Sorprendente!

Había muchísimos turistas…me tildé recorriendo los puestitos y me pareció escuchar la voz de Daniel que decía: “Vamos al mirador del Aconcagua”, por suerte reconocí fácilmente la combi de LAC, ya estaban todos arriba, sólo faltaba yo…

Llegamos al punto exacto donde se aprecia la inmensidad del mítico Aconcagua, toda la imponencia de sus 6962 m que lo posicionan como la montaña más alta del continente, por esto se ganó el apodo “Centinela de América” y también “Techo de América”. Realmente impactante con sus nieves eternas.

Después de algunas fotos seguimos camino a Las Cuevas, la última población argentina en la frontera con Chile. Allí vimos el Túnel Internacional de 3300 m de largo que atraviesa longitudinalmente la milenaria Cordillera de los Andes. También está el antiguo arco de la vieja ruta a Chile, justo allí paramos a comer…ya hacía mucho hambre y un delicioso almuerzo buffet era lo que estaba necesitando.

 

Recuperadas las energías seguimos viaje hacia el Cristo Redentor, a 4000 msnm, en la cúspide del cerro Santa Elena. Comenzamos a subir por un camino de tierra, bastante estrecho y sinuoso que rápidamente toma altura, parecido a los caracoles de Villavicencio. El lugar es increíble y el frío también, por suerte en LAC nos habían recomendado llevar abrigo por más que en la ciudad hiciese calor.

La figura del Cristo es impactante, rodeada de áridas montañas donde, a los costados, flamean las banderas de Argentina y Chile ya que por ahí pasa la frontera entre ambos países. La estatua, que mide 12 m y es de bronce, se erigió en honor a la paz nos cuenta Daniel, de hecho en la base del monumento hay una placa que dice: ”Se desplomarán primero esta montañas antes de que argentinos y chilenos rompan la paz jurada a los pies del Cristo Redentor”.

Sacamos fotos y aprovechamos para tomar un rico chocolate caliente en un puestito que además vendía souvenirs.

Ya era hora de subir de nuevo a la combi, que por suerte tenía muy buena calefacción: próxima parada Potrerillos.

 

El trayecto de regreso, que vuelve a pasar por Uspallata, bordea el río Mendoza y, de repente tras una curva, aparece el embalse de Potrerillos, un espejo de agua muy lindo de color azul intenso, encajonado entre montañas. Recorremos el perilago e inevitablemente pienso que Mendoza a cada instante me sorprende con paisajes cambiantes y fascinantes: así ha sido todo el camino que me condujo a la alta montaña. Personalmente tenía mucha expectativas por conocer estos lugares y no me defraudaron.

 

Nos pusimos nuevamente en marcha por la ruta 7, y ya íbamos dejando atrás el Cordón del Plata y varios viñedos y bodegas que nos recordaban que seguíamos en Mendoza.

El viaje estaba terminando y surgió un fuerte aplauso para José, el chofer de LAC, que demostró su sobrada experiencia en caminos díficiles y tortuosos y otro para Daniel que, con sus relatos, nos hizo muy amena y entretenida esta agotadora, pero única, jornada de viaje.
Me dejaron en el hotel, una ducha, cené y a dormir.

Me encantó todo lo que conocí y un detalle importante: esta excursión sólo cuesta $ 550!!