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La Reserva Natural Villavicencio, una visita “obligada” en Mendoza

Un destino turístico encantador y tradicional, ubicado a menos de una hora de viaje de la capital provincial.

Toda buena visita turística a Mendoza no puede pasar por alto una excursión a la Reserva Natural Villavicencio.


Allí, además del legendario hotel, se puede disfrutar de numerosos atractivos, como el único ambiente de puna con que cuenta esta provincia cuyana, una variada fauna que invita a realizar magníficos safaris fotográficos, y desde luego, recorrer los míticos «caracoles» o «variantes», una sucesión interminable de curvas que a través de 17 kilómetros lleva hasta los 3.100 metros de altitud sobre el nivel del mar. 

 

La visita a Villavicencio puede ser una salida de media jornada, o bien transformarse en un paseo de jornada completa si se decide proseguir hacia la zona de Uspallata o incluso llegar hasta Las Cuevas, pasando previamente por cercanías del majestuoso Aconcagua, la cumbre más alta del continente.

Villavicencio está ubicada en el departamento de Las Heras, 50 kilómetros al norte de la ciudad de Mendonza, desde la que, en automóvil, se llega en menos de una hora por camino pavimentado.

la Reserva cuenta con un prolijo y completo centro de interpretación, donde los guardaparques exlican a los turistas las características de esta zona protegida cuya superficie abarca 70.000 hectáreas, y brindan un pormenorizado informe de lo que se puede ver y hacer en la zona.

 

Curvas y más curvas

El camino interno de la Reserva es de ripio y se encuentra en buen estado.

 

Recorre 17 kilómetros hasta finalizar en la Cruz del Paramillo, punto panorámico desde el cual, además de contemplarse a lo lejos la pared sur del Aconcagua, se puede proseguir por la pavimentada Ruta 7 adentrándose, primero en el Cordón del Plata, que pertenece a la denominada precordillera, y más tarde en los Andes.

 

En este último caso el paseo insume todo el día y se puede regresar a la capital mendocina por la Ruta 7 hasta empalmar la 40 hacia el norte.

Pero en lo que respecta al camino interno de la Reserva Villavicencio, una tradición dice que los «Caracoles» están conformados por «365 curvas, una por cada día del año”, pero en realidad son 270, igualmente un número significativo que obliga a circular a velocidad lenta y con mucha precaución, porque además, es muy frecuente encontrar grupos de guanacos o algún ñandú detenidos sobre la ruta.

El camino, conforme asciende, va regalando postales de una gran belleza, por lo que los guardaparques recomiendan a los conductores no mirar el paisaje manejando, sino detenerse en las curvas de mayor amplitud en las que el vehículo puede estacionarse a un costado sin interferir en la marcha de los rodados que circulan en la misma dirección.

 

Actividades

En la Reserva Natural de Villavicencio pueden practicarse además cabalgatas, trekking o caminatas, mountain bike, parapentismo, y avistaje de fauna, especialmente de los cóndores que suelen planear en jornadas soleadas en las proximidades de la Cruz del Paramillo.

 

Otra de las actividades que no pueden dejar de hacerse es recorrer el predio del tradicional hotel, que permanece cerrado, aunque sus amplios y muy buen cuidados jardines y la coqueta capilla, están abiertos al público.

En proximidades del centro de interpretación funciona un restaurante en donde se sirven exquisitos platos de la gastronomía lugareña, entre los que se destacan el chivito asado y las empanadas.

 

La Reserva

Uno de los objetivos de la Reserva Natural Villavicencio, declarada oficialmente bajo esta denominación en 2001 por parte de la Dirección de Reclusos Naturales Renovables de Mendoza, es proteger los ecosistemas naturales y las especies de flora y fauna nativa.

 

En la Reserva, los visitantes pueden encontrar guanacos, ñandúes, maras, pumas, zorros, chinchillones, choiques, águilas mora y cóndores, y una gran variedad de especies vegetales como el algarrobo blanco, arrayán, la flor de San Juan, la Dypirena Glaberrima, el marancel, el chañar y la «planta de Balesico».

 

Otro de los objetivos de la Reserva Natural está relacionado con preservar de la contaminación a los recursos hídricos, en particular a los cursos de recarga y a los acuíferos subterráneos de agua mineral natural; y proteger el patrimonio natural, cultural, arqueológico e histórico de la región.

Las aguas termales brotan desde las profundidades hasta los 1.760 metros sobre el nivel del mar, de donde se encuentran, y son conocidas por su alta concentración de sales y propiedades minerales, utilizadas como terapias, circunstancia que dio lugar a que en 1940 se edificara el imponente hotel de estilo normando y que aparece en la eriqueta de la conocida marca de agua mineral.

 

Sitio histórico

Para ir de la ciudad de Mendoza a Villavicencio se toma la Ruta 52, en cuyo kilómetro 34 se encuentra el Monumento Carota, punto en el cual el Ejército de los Andes se dividió en dos columnas para realizar el histórico cruce de la cordillera para libertar a Chile.

 

Otro sitio interesante en la Reserva es el que se conoce con el nombre de «El Balcón», un anfiteatro natural ubicado antes de llegar a la Cruz del Paramillo desde donde pueden divisarse, a lo lejos, los picos cordilleranos de mayor altitud, entre ellos, como se dijo, el Aconcagua.

 

Fuente: El Día