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La ruta del vino en el Valle de Uco

Nuevas y tradicionales bodegas, hoteles boutique y delicias gastronómicas son las propuestas centrales de este rincón mendocino bendecido por la belleza de sus paisajes y las condiciones para producir vino. Galerías de arte y excursiones completan el combo.

Es primavera y Mendoza explota de colores y aromas que embriagan cuando uno llega. Una ciudad que conserva espíritu de pueblo con siestas largas y que al mismo tiempo muestra la dinámica de una capital en continuo movimiento es un buen punto de partida para sumergirse en el turismo enológico.

 

En el camino

Tomando la mítica Ruta Nacional 40 hacia el sur se llega al Valle de Uco, enclavado al norte del río Tunuyán. Recostado sobre la pre cordillera de los Andes y a solo 100 kilómetros de Mendoza capital, es una de la zonas mas jóvenes en sumar propuestas al turismo productivo.

 

Ya a lo largo de la Ruta Provincial 89 (que recorre el valle de este a oeste y es conocida como el camino del vino) encontramos bodegas de imponente arquitectura plagadas de arte y buena gastronomía, como también pequeños productores que brindan sus servicios al visitante. 

 

La gastronomía y los relatos apasionados sobre el vino hacen un maridaje perfecto para tener una experiencia gratificante llena de sabores, historia y creación en este valle que destina unas 15.000 hectáreas a los viñedos y en el que hay unos 800 productores, con fincas de 200 hectáreas y emprendimientos familiares de dos hectáreas.

Desde principios del año 2000 la actividad turística relacionada al vino ha tomado un gran auge, posicionando a Mendoza como uno de los destinos enoturísticos destacados a nivel mundial. Durante el último fin de semana largo la visitaron más de 60.000 turistas y muchos de ellos eligieron el Valle de Uco.

 

Entre copas

La naturaleza y la geografía juegan a favor en esta tierra de suelos pedregosos, irrigados por el agua de deshielo de los ríos Tunuyán y Tupungato: la temperatura promedio es de 14º y la amplitud térmica de 15º, con escasas lluvias, más de 250 días soleados al año y una altura de 1.000 metros promedio (desde los 1.500 en Tupungato hasta los 860 en Tunuyán), es decir las condiciones ideales para el cultivo de la vid.

Charlando con enólogos, sommeliers y productores te vas a enterar de todo eso y también que las variedades más favorecidas son las tintas, que representan el 75 % de la superficie. Las que sobresalen: Malbec (8.250 hectáreas en este Valle) Cabernet Sauvignon, Merlot, Tempranillo y Pinot Noir y la Chardonnay entre las blancas.

 

Claro que el recorrido enológico no es lo único que se puede hacer aquí: trekking, paseos en bicicleta, cabalgatas y rafting son parte de la oferta, como también salidas de día completo, con visitas al Mirador de las Estrellas y al Cristo Redentor, entre otras opciones.

 

No resulta extraño que las estadísticas den cuenta de un gran afluente de turistas seducidos por la excelencia de los vinos, la propuesta gastronómica por la belleza de los paisajes y la hospitalidad del lugareño. Por todo eso, chinchín Mendoza.

 

Fuente: www.rionegro.com, por Martín Brunella