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Límite vertical “Escalada en San Rafael”

En la zona del cañón de Atuel, una aventura de rappel y escalada nos dejó sin aliento; una experiencia en las rocas del valle Grande, sólo para atrevidos.

 

No hay muchos lugares en la zona del Valle Grande, en San Rafael, donde se pueda practicar rappel y escalada. Si bien la zona es considerada de montaña, su formación geológica tan frágil las hace prácticamente imposibles de explorar. Para los amantes de la actividad que pretenden observar el famoso Cañón del Atuel desde otra perspectiva, con sus magníficas formas esculpidas por el agua y el viento, les contamos nuestra inolvidable experiencia para que puedan realizar una escalada y un rappel totalmente seguros.

Antes que nada, contactamos a un operador turístico que maneja este tipo de turismo alternativo.

Con ellos, nos dirigimos a uno de los pocos macizos que presenta el valle, al costado de la ruta carretera 173, en el km 37 aproximadamente, desde San Rafael. La pared de 40 metros de altura presenta distintas rutas consideradas “técnicas”, con una dificultad de 5a, con algunos puntos claves de 6b, o 6c, según la ruta elegida. “Si sos escalador, tenés que animarte” nos desafió el guía.

 

Las rocas del valle Grande

La escalada es un deporte que no requiere conocimiento previo y que es apto para ser practicado por aquéllos que sólo necesitan atreverse, y que poseen un buen estado físico. Luego de ser provistos de todos los elementos de seguridad y de escuchar el instructivo y la ruta a seguir, comenzamos a subir.

Al principio, la pared natural se encontraba muy bien marcada. Resultaba fácil encontrar los recovecos en la roca para poder subir. A medida que ganábamos altura, el vértigo comenzó a decir presente, pero el sonido del río Atuel a nuestras espaldas nos tranquilizó. Ya en los primeros metros, se lograba apreciar de un modo diferente el entorno natural. Esto nos brindó la energía suficiente para continuar, siempre analizando la ruta elegida.

El modo en que se realiza escalada sobre este tipo de paredes es el denominado “top rope”, aunque siempre se está asegurado por otro guía desde abajo, que nos mantiene colgados en el caso de que hubiera un resbalón. A medida que se avanza, se siente el arnés bien tenso y unido a la soga. La pared presenta buenos boulders y se puede equipar la ruta elegida con algunos stoppers o algunas “nueces”, pero en líneas generales, no hacen falta.

 

Sólo hay que recordar que la técnica de escalada se basa en tener tres puntos de apoyo, buscando realizar el mayor esfuerzo con las piernas, para que no se fatiguen los brazos por presentar músculos más pequeños. 

 

Antes de lo esperado, encontramos la angosta cumbre. El cuerpo parecía decir “basta”, pero lo logramos. Desde lo alto de la pared, se logra observar el río color turquesa encañonado, una hilera ininterrumpida de sauces llorones recostados sobre la rivera del Atuel y, del lado de enfrente, su aprecia el famoso cordón conocido como “Mil Hojas”. En este punto, parece que la cordillera de los Andes explotó en mil pedazos y luego se volvió a unir en piezas de igual tamaño. Un espectáculo único en su tipo.

El silencio y la soledad en la cima fueron muy tranquilizadorers. Desde allí todo parecía transcurrir en cámara lenta. Recordamos que llegar a la cima de una montaña, más allá de la altura que ésta presente, es el mayor homenaje a la libertad que se puede brindar uno mismo. Luego de unos minutos, mientras recobramos las fuerzas, preparamos todo para realizar el descenso en rappel.

 

Esta técnica es la forma más sencilla de bajar una pared vertical. Se deja deslizar el cuerpo por una cuerda, utilizando arnés, mosquetón con seguro, cabo de seguridad donde realizamos el anclaje, un descensor (un ocho) y guantes. 

 

Adoptamos la posición necesaria con las piernas abiertas y semi flexionadas y emprendimos el descenso. Unos pequeños pasos hacia atrás dejando correr la cuerda nos sirvieron para tomar confianza y enseguida alcanzamos tierra firme. Hay que destacar que si no se poseen los conocimientos técnicos adecuados, lo mejor es contar con la supervisón de una persona calificada para realizar la actividad totalmente seguros.

En menos de dos horas, nos llevamos un excelente recuerdo de la escalada y el rappel frente al cañón de este río maravilloso.

 

Sin duda, un cambio de perspectiva único que vale la pena experimentar. Ahora los invitamos a que se ajusten su arnés y se animen a vivir esta experiencia en el particular escenario del valle Grande. 

 

Fuente: Welcome Argentina por Marcelo Sola