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Lunlunta, el secreto oculto de Maipú

Lunlunta

Camino al sur de la ciudad de Mendoza, a tan solo 20 minuto por la legendaria ruta 40, Lunlunta es un rincón en las riberas del río Mendoza, donde el malbec es protagonista y las viñas nos regalan sus mejores racimos.

Los picos nevados de la cordillera de los Andes son el marco imponente que nos acompaña a nuestra derecha mientras atravesamos el Gran Mendoza. Zonas residenciales de casas con tanques de agua idénticos, galpones de chapa, tiendas mayoristas  y barrios cerrados de alto nivel se van entremezclando con viñedos y olivares que han ido perdiendo su batalla ante el avance del progreso.

Tomando la salida “Luján de Cuyo”, luego a la izquierda y hacia el este se adentrará en la llanura derruida por el tiempo del sur de Maipú, lugar donde el boom por el vino mendocino ocurrió hace 140 años. Lo que alguna vez fueron viñedos pujantes y olivares eternos ahora son terrenos polvorientos, que esperan por agentes inmobiliarios que traigan algún desarrollo de su tipo a la zona. El desarrollo se ha ido derramando a los alrededores de la trendy Chacras de Coria y se ha visto una proliferación de barrios cerrados nacer desde la tierra misma. Fastuosas entradas custodiadas anuncian la presencia de los barrios.

Si continúa yendo hacia el este, aparecerán más desarrollos inmobiliarios. También aparece una escena más rural, con viejas casas de adobe, casi en ruinas y pequeñas granjas. En la intersección gire a la derecha y baje la colina. De repente el paisaje se vuelve muy pintoresco. Al girar en la siguiente esquina, le parecerá estar en la Toscana. La antigua fachada de ladrillos de la iglesia, arroja su sombra sobre una pequeña calle. Alamos alineados dan sobre parrales del viejo mundo del vino, y centenarias vides dan a una pequeña ladera de la colina.

Al fondo de las rojas tierras de los cerros de Barrancas encontramos el lecho del río Mendoza, hoy un lecho seco de coirones altos y frondosas cortaderas. Hace mucho tiempo fue un río ancho que, a lo largo de su serpenteo alimentaba los lagos y marismas del centro de Mendoza, donde se juntaban flamencos. Gigantes de piedra bajaban por el risco de erosión interminable y chocaban contra las balbuceantes aguas del río. “Lun lun taaaa” era como los huarpes llamaban al ruido que hacían esas piedras, que luego pasó a ser el nombre del lugar.

La moderna red de represas, diques y canales pronto secaron el río. Los pantanos y lagos, desaparecieron entre la vegetación y el desierto. Pero Lunlunta sigue allí- una esquina bien verde que se las ha arreglado para conservar un estilo viejo mundo, al menos con una velocidad de vida digna de ese mundo. La velocidad de la ciudad queda muy lejos. Aquí las calles son de tierra, las casas hechas de barro y paja. Las catas murmuran en las copas de los árboles. Raramente no hay plaza. Una pintoresca champañera sale de entre los olivares, perros perezosos y sauces llorones. Hay también algunos establos, antiquísimas productoras de miel y bodegas familiares bien humildes que pueden encontrarse a lo largo de sus calles de tierra. No pasará mucho tiempo hasta que aparezcan hoteles boutique y, Dios no lo permita, barrios cerrados. Sea como fuere, guardamos la esperanza de que la pastoral y pacífica atmósfera de Lunlunta sea preservada, disfrutada y celebrada

 

Apícola Juricich

La familia Juricich ha estado haciendo miel por más de 30 años, y un vino bastante bueno también. La visita incluye un vistazo por el hermoso jardín y los rústicos viñedos, y si tiene suerte, el dueño abrirá una colmena y le mostrará las maravillas de la apicultura. La casona en sí es antiquísima, destartalada y con una hermosa  atmósfera.  Esta experiencia es verdaderamente del viejo mundo, un proyecto familiar, educacional y encantadora.

 

Bodega Domaine St Diego

El enólogo Angel Mendoza hace algunos de los vinos espumantes más prestigiosos de la región en su pequeña e histórica propiedad, así como también excelentes vinos quietos. Su hija, Laura, lleva adelante una visita muy enriquecedora donde nos enseña sobre el manejo de sus viñedos. Realmente fascinante y uno de los pocos viñedos plantados realmente en terrazas en Mendoza. Muy pintoresco.

 

Divina Marga

Quién dijo que el asado no puede ser gourmet?? El ineludible rasgo carnívoro de la dieta argentina es moldeado en algo aventurero y sorprendente en este elegante y espacioso restaurant-jardín. De entrada puede elegir sus propias empanadas, y aprender cómo son cocinadas (sorprendentemente rápido) en el tradicional horno de barro. Luego comienza la procesión de cortes de carne, combinados con algunos vinos espectaculares, entre los cuales se incluye los vinos de su propia producción. Aparentemente todos hacen su propio vino en este barrio.

 

Rancho Viejo

Los establos más importantes de Lunlunta atraen a jinetes experimentados y a entusiastas del caballo de todo el mundo a galopar por los caminos de arboledas frondosas de la zona. Lo que diferencia a este establo por sobre los demás, es su circuito de cabalgata de 90 minutos, donde no sólo se obtienen vistas de la montaña, sino además se cabalga entre viñedos, olivares y por el mismo lecho del río Mendoza. Su dueño nos provee una amistosa compañía y una completa instrucción para principiantes durante la cabalgata. Sus caballos son dóciles y cooperativos, haciendo de la cabalgata una actividad relajante e inspiradora.

 

Bodega Carinae

Phillipe y Brigitte (por si no quedo claro, Franceses) encararon este proyecto vitivinícola hace 20 años y desde entonces han estado maravillando personalmente a sus visitantes. Con lugar en su casona tradicional y bodega del viejo mundo, su tour incluye una visita a la bodega y a los viñedos, seguido por una degustación que nos pasea por todo el rango de productos ofrecido. Asegurese de probar el Syrah, posiblemente uno de los mejores en todo Mendoza.

 

Fuente: Wine Republic, Charlie O’Malley visita esta esquina pintoresca al sur de Maipú.