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Malargüe, de excursión!

Un interesante relato para conocer algunos atractivos del extremo sur de Mendoza.

Malargüe me recibió con los brazos abiertos y esa mañana me levante para desayunar y emprender la excursión de Las Cavernas de las Brujas, uno de los lugares que tenía en vista desde el inicio de mi viaje, yo diría era el lugar que más deseaba conocer y experimentar. Por la mañana después de un rico desayuno me pasó a buscar la combi para viajar al cerro Moncol de 1930 msnm. Entre quienes compartirían mi experiencia se encontraban una pareja de alemanes y un señor de Capital Federal que justamente se hospedaba en el mismo hostel. Rumbo al lugar pasamos por la terminal para recoger a los últimos integrantes que estaban llegando desde San Rafael, se armó un grupo muy lindo, claro que una pena no poder integrar a los alemanes ya que ninguno hablaba su idioma y ni ellos el nuestro, pero lo importante es estar juntos y vivir la experiencia.

Un viento terrible nos sacudió cuando llegamos a la seccional El cóndor de los guarda parques, allí nos teníamos que registrar y donde nos darían los elementos para ingresar a las cavernas. Mientras esperábamos nuestro turno, nuestro guía nos ofreció te, café, masitas, mates y sin dudarlo desayunamos por segunda vez. Ya listos con el casco emprendimos la caminata hacia la entrada del lugar, la primera gran sala de acceso a la caverna se llama “Sala de la Vírgen”.

 

Allí las estalactitas han formado una figura que se asemeja a la imagen de la vírgen, nos quedamos sentados unos minutos para que nuestra vista se adapte al lugar, tengan en cuenta que no hay luz en el interior y que solo tenemos las pequeñas lucecitas de los cascos que no son suficiente.

 

El recorrido es de unos 400 metros y tardamos unas 2 horas en recorrer todo. Atravesamos una zona denominada “La Gatera”, que son unos 15 a 20 metros, por lo que para desplazarse hay que gatear, porque no tiene más de 1 metro de alto, y otro tanto de ancho, con ascensos y descensos, ojo !!! no apto para claustrofóbicos.

La última sala es la de “Las Flores”, se llama así porque abundan unos corales que semejan flores.

 

Cada centímetro de estas estalactitas (penden del techo) y estalagmitas (crecen desde abajo) tarda 1300 años en formarse, así que se puede deducir que la Caverna de Las Brujas tiene millones de años de antigüedad. Además, se trata de una “caverna viva”, es decir, que continúa creciendo.

 

Allí se respeta la ecología, no se puede tocar nada. Al llegar al final nos quedamos con ganas de ver mucho más y es una lástima tener que volver y que todo se haya terminado, un paseo genial y maravilloso, si fuera por mí volvería a repetirlo varias veces más.

Devolvimos los cascos y subimos a la combi, nuestro segundo y último destino seria la cascada “Manqui-Malal”. Atrás dejamos esa hermosa experiencia de viajar por esa caverna y no me queda otra cosa que decir que fue mucho más de lo que yo esperaba, gracias a Dios todo salía según lo planeado y que mi felicidad era cada vez más grande en Malargue, con esto podía entender que no hay nada más lindo que la magia de la naturaleza, fue todo muy emocionante y gratificante.

 

Cascada Manqui  Malal

Pasado el mediodía en mi estómago sonaba la quinta sinfonía de Beethoven y creo que todos estaban igual que yo, muertos de hambre. Llegamos a un parador que también era la entrada a la cascada cuando el guía nos comenta que podemos hacer el pedido del almuerzo y mientras lo preparaban aprovecharíamos para recorrer la cascada, todos pegamos un grito al cielo, pero no tuvimos opción así que nos fuimos a recorrer la cascada y a la vuelta nos estaría esperando un rico chivito al horno.

 

Nuestro guía nos va contando cómo se formaron esos accidentes en la tierra hace miles de años, supuestamente todo era parte del mar que fue dejando, a través de los años, restos petrificados de la vegetación y fauna marina: ostras y caracoles gigantes petrificados, que se encuentran durante la caminata, son prueba de que toda la zona estuvo bajo el mar.

 

Al final alcanzamos la cueva contigua a la naciente de la Cascada Dorada, y allí sentados descansamos, refugiados detrás de esa cortina blanca, sin pensar en nada, sólo en el sonido de la poca agua que tenía la cascada.

El paseo por suerte es muy corto, digo por el hambre que teníamos, pero la recompensa llego y todos nos sentamos en una mesa para degustar el rico chivito al horno con papas acompañado por una rica y helada cerveza, que buen momento y que lindo día.

Muchas personas viajeras tienen o comentan que ya han encontrado su lugar en el mundo, pero yo todavía no sentía que lo haya encontrado pero si puedo decir que Malargüe me encantaba y que también es muy lindo en época de invierno por la gran cantidad de nieve que cae. Por ahora esta ciudad me estaba enamorando de la mejor manera con la gran ayuda de la naturaleza y esos hermosos paisajes que jamás voy a olvidar, el día estaba terminado y nos volvimos cada uno al hostel.

 

Fuente: Blog “Descubriendo realidades”