Las aguas de Potrerillos son ideales para el káyac de travesía. Con duración de 3 horas a día completo y asado incluido, la idea es pasarla bien inmersos en un entorno privilegiado.
Es viernes por la mañana. Mientras la mayoría de los autos se dirigen rumbo al centro en pos de otra jornada de trabajo, en el carril opuesto nosotros apuntamos a la montaña para sumergirnos en un día de káyac en pleno dique Potrerillos. Gajes de este oficio. Aunque a 60 kilómetros del centro y dispuesto en un entorno natural único sobran las excusas para animarse a una excursión, remo de por medio, por este magnífico espejo mendocino.
Káyac de travesía
Con el agua calma, una suave brisa y el cielo cubierto por algunas nubes, nos recibe Potrerillos. El aire es fresco, el calor agobiante de la ciudad ha quedado definitivamente atrás, y aquí el escenario es perfecto para la actividad que venimos a realizar: káyac de travesía.
Estas canoas de fibra de vidrio se caracterizan por ser el transporte acuático más ecológico que existe y permite explorar recónditos parajes, descubrir imponentes postales y conocer la flora y fauna local mientras uno se desliza, a su propio ritmo, por el agua.
Además, los káyacs de travesía poseen compartimientos cerrados y a salvo del líquido exterior -que los diferencia de otros tipos de káyac- que permiten transportar desde alimentos hasta una carpa para quienes quieran prolongar la excursión.
Amigable
Si bien hay que poner en movimiento los músculos en comparación con otros deportes o actividades físicas, el káyac es amigable con todo tipo de estados físicos, por lo cual no hay pretextos para no animarse a vivir esta aventura. Antes de comenzar, uno de los guías, ofrece una charla técnica con algunas nociones básicas: cómo remar y cómo dirigir la embarcación, doblar hacia un lado o hacia otro, son algunas de las indicaciones.
Y, por supuesto, qué hacer en caso de que el káyac se dé vuelta: “lo principal es no asustarse” dice con una sonrisa. Con las indicaciones en mente, el chaleco puesto y remo en mano sólo queda… ¡Ir al agua! Nos sumergimos y empieza el juego.
Siempre nos destacan la importancia de ofrecer circuitos que se adapten a todo tipo de público, estado físico y bolsillo. “El producto se piensa en función del cliente” nos dice nuestro guía. Por esta razón, las empresas propone distintos itinerarios. Así se que se puede optar por una excursión regular donde se realiza un recorrido de 6 kilómetros siguiendo la silueta de la costa.
Se hace una parada que incluye refrigerio y posee una duración de 3 horas, o por un paseo de mediodía que supone un circuito de 4 horas que abarca 9 kilómetros y también se acompaña por una pausa con algún tentempié de por medio. Los más aventureros pueden elegir la excursión de día completo que consta de un recorrido de 12 kilómetros donde se visita el parador San Ignacio y dura -aproximadamente- entre 5 y 6 horas.
Además, incluye refrigerios y un asado cuando se regresa a la costa para culminar la jornada de la mejor manera. Por último, se ofrece la posibilidad de una excursión exclusiva que se ajusta a los requerimientos del cliente en la que se ofrecen no sólo los break habituales, sino también comida a pedido. Todos los circuitos se realizan con un guía e incluyen el equipamiento de seguridad para la travesía. Ideales para pasar un momento divertido en familia, pareja o con amigos.
Al ser una actividad acuática el káyac se relaciona inmediatamente con el verano. Sin embargo, las empresas ofrecen la posibilidad de hacer salidas durante todo el año. “El sol de Mendoza es un punto a favor y hace que un día de julio pueda ser una jornada perfecta” apunta nuestro guía y agrega: “Nuestros clientes vienen a pasar un buen rato por lo cual ofrecemos un servicio responsable donde cada detalle se tiene en cuenta para que ellos disfruten”.
Es que en medio del agua, rodeado por los cerros mendocinos y los picos del Cordón del Plata que se imponen desde las alturas, sólo queda rendir los sentidos a este escenario de ensueño.
Las ventajas que brinda el dique Potrerillos son sus aguas tranquilas y amplias bahías. Además el sol mendocino es un cómplice para que se pueda realizar káyac durante todo el año. ¿Qué hace falta? Ganas de divertirse y confiar en el otro porque, acá, hay banca.
Más aventura
Pero el Dique de Potrerillos ofrece muchas otras opciones como por ejemplo el Rafting que garantiza una jornada completa de adrenalina. La actividad comienza con una hora de rafting, recorriendo unos 12 kilómetros en aproximadamente una hora, con dificultad clase III/IV (moderado a difícil). La edad mínima para participar es de 12 años e incluye un almuerzo que varía de acuerdo con el menú del día y que no incluye las bebidas. Luego, es el turno del canopy (tirolesa). Aquí los valientes tienen una hora y media para recorrer 6 tramos, unos 1.500 metros, divididos en seis tramos, a una altura promedio de 60 metros.
Vení a disfrutar una nueva Aventura en Mendoza, somos especialistas en adrenalina!
Fuente: Los Andes