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Mendoza, ¿por qué es el paraíso del vino?

Los caminos del vino son tan vastos como los gustos de sus cultores. Desde que el Malbec patentó desde estos andurriales como marca país, el vino se consagró como uno de los señuelos del turismo local y santo y seña de su gastronomía.

Dos millones de visitantes llegan cada año a alguna de las 120 bodegas abiertas al turismo en la provincia –65 de ellas con oferta culinaria–, en las que degustan etiquetas, recorren los parajes que las rodean o ven en directo el murmullo de la siesta que se echan los caldos en barricas antes de arribar a la botella. Dentro de las cavas, el visitante puede hacer una degustación orientada de las cosechas de la casa, maridadas con manjares de luxe o picadas al uso. Nuestra hoja de ruta empieza en Luján de Cuyo y llega hasta el moderno Valle de Uco, trayecto de la mayor puesta en valor de los varietales, incluso emergentes, como la Bonarda, el Cabernet Franc y otras uvas en gateras.

 

Casa El Enemigo: Un rockstar bajo la parra

A sólo 25 kilómetros de Mendoza, la localidad rural de Chachingo, Maipú, está la casa bodega de Alejandro Vigil, jefe de enología de la bodega Catena Zapata y creador de El Enemigo. Su talento le acarreó el sambenito de “Messi de los vinos” y el muchacho, como el rosarino, gambetea la tentación de jactarse de esa reputación.

 

Eso sí: quien llegue a su finca, un homenaje en toda regla a La Divina Comedia, sentirá en sus vinos algunas notas del paraíso. Almuerzos o cenas para ponerse las botas, con el generoso anfitrión dispuesto en su búnker como uno más en la tertulia. Entre los platos se suceden etiquetas que coleccionan grandes premios y puntajes en las publicaciones más influyentes del mercado. Como para quedarse a vivir. 

 

Bodega Trapiche: Tres siglos de brindis

Desde 1883, la bodega Trapiche atravesó los calendarios fogoneada por la ambición de ser el vino de referencia de todo el país. Pionera en todos los mandamientos de la cadena de valor, desde la introducción de cepas, la elaboración de varietales, la importación de barricas de roble, el uso de tanques de acero inoxidable y la contratación de consultores internacionales, la bodega también primereó en materia de exportaciones desde el inicio hasta estos días. La nueva bodega, erigida en la localidad de Maipú, es un portento de estilo florentino, construido en 1912.

 

El edificio estuvo cerrado cuarenta años y fue reabierto en 2006, reciclado como una extraordinaria evocación de los inicios, con la maquinaria vigente y las vías del tren que acicalan un cuadro para enmarcar. A metros de allí conviven la tienda de souvenires y un restaurante con cava propia para deleitarse a gusto con carnes y uvas con piné. 

 

De Zuccardi a Bressia: El más exquisito recorrido

La familia Zuccardi atesora en Maipú un restaurante bautizado como La Casa del Visitante y otro de alta gama que recibe el nombre de Piedra Infinita en Paraje Altamira, Valle de Uco.

 

El primero es un vergel de viñedos y olivos que se pueden merodear en bicicleta sobre el cinturón ecológico encaramado en un antiguo humedal, la Gran Ciénaga del Bermejo. Hay tapas y tablas en su casa almacén Pan & Oliva y carnes braseadas en su vecino mayor. 

 

En la misma sintonía brilla la bodega y restaurante Renacer, de exquisitas comidas regionales en Luján de Cuyo. Donde se pueden degustar deliciosos vinos jóvenes y veteranos en la misma región es la Casa Bressia, en Cochabamba y la Bodega Piatelli, en Agrelo. Familias inmigrantes italianas que vinieron a darlo todo y cosecharon sus frutos.

 

Fuente: VíaGourmet