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Mendoza, reencuentro con la naturaleza y la gastronomía

Atractivos de Mendoza

Atractivos de Mendoza

Desde hace un buen tiempo, Mendoza se transformó en una de mis provincias favoritas de Argentina. Tanto que, ni bien se permita circular por el país, sería uno de los primeros lugares a los que volvería, sin dudarlo un segundo. 

Mendoza es el reencuentro perfecto con la naturaleza y la gastronomía. Su geografía es impactante. Además, ha ganado con justicia ser conocida como la tierra del buen vino. La gente cálida, los paisajes y su oferta gastronómica, la convierten en uno de los destinos más atractivos de nuestro hermoso país.

La ciudad capital, Mendoza, está llena de colores y aromas. Siempre la asocio a la dulce tonada de Jorge Sosa, cuando pregona que no es lo mismo el otoño en ese lugar, donde hay que andar con el alma hecha un niño. Eligió con acierto esas palabras que describen el paisaje de hojas amarillas que se depositan en las veredas anchas y prolijas. El agua baja por las acequias tan típicas y produce el suave murmullo que se escucha desde los cerros. A pocos kilómetros se levantan montañas imponentes, majestuosas. Tanto como la más alta, en la mítica Cordillera de los Andes. Más grandeza natural no se puede pedir, verdad?

Mendoza es una suerte de universo signado por naturaleza excepcional y gastronomía de excelencia. Cada estación del año tiene su encanto particular, la nieve en invierno, la vendimia en verano. Además, la paleta de colores pasea por diversos tonos entre ocre, amarillo, verde y marrón, en otoño y estalla de colores floridos a lo largo de la primavera. El panorama de los valles y las serranías es siempre único. El agua que se recoge de los deshielos la convierte en un verdadero oasis urbano. La ciudad propone tantas cosas para conocer que el tiempo parece volar hacia esos macizos que la vigilan. Obviamente, en el primer lugar está el Aconcagua, uno de los picos más altos del mundo, el más alto de hemisferio de Occidente. Te acercas bastante cuando llegas al Puente Natural del Inca, un increíble monumento natural. Y en segundo lugar yo ubicaría a esa mundo de bodegas y viñedos que se multiplican y extienden hasta abarcar numerosas regiones de la provincia.

He estado muchas veces en Mendoza y las visitas a las bodegas son un must-see y un must-do dentro de la ciudad y sus alrededores. Pero a la hora de elegir, la tarea se complica en cada viaje. Son tantas, tan importantes, elegantes y distintas entre sí que es necesario asesorarse. Nunca terminas de aprender acabadamente sobre las características de las uvas y los vinos producidos. Las condiciones del sueldo y del clima mendocino son inmejorables por lo que los enólogos se permiten investigar y descubrir nuevos sabores, notas y aromas año a año.

Yo no soy amante de los deportes extremos en alta montaña. Nunca lo fui ni lo seré. Lo mío son las caminatas tranquilas, disfrutando del sol tibio y de ese aire tan puro. Pero para el que se anime, Mendoza ofrece opciones vertiginosas: desde el paracaidismo, pasando por las escaladas y llegando al rafting con distintas dificultades o al hiking más exigente.

En la ciudad, ya desde la primera vez que estuve, amé esas largas avenidas flanqueadas por árboles enormes que, a menudo, forman esa especie de techo que nutre de sombra fresca al asfalto sofocado. Dada la aridez que reina en la región, hasta las veredas más simples se vuelven pintorescas a causa de esos canales de irrigación que bordean las calles y brillan a la luz del sol. Traen alivio a las calles mendocinas, a sus árboles y a los edificios, bajos en su mayoría. En Mendoza las torres son muy pocas y están preparadas para resistir los temblores frecuentes.

Las plazas mendocinas son bonitas y agradables. Si tuviera que elegir una sería la Plaza Independencia, muy cercana al centro, en el extremo de la calle Sarmiento, la más concurrida y peatonal. Amé la fuente central de aguas danzantes y el extremo consagrado a la bandera nacional. Hay lugar para que los artesanos instalen sus stands y los artistas callejeros sus perfomances. Es uno de esos lugares en los que siempre pasa algo interesante.

El brunch los fines de semana, o las noches terminan sí o sí en la calle Arístides donde se ha instalado la movida mendocina. Es que la calle Arístides Villanueva se ha sumado a los circuitos de bares, cervecerías, restaurants y irish pubs que hacen tan atractivo el after-office y la hora de la cena en esta ciudad tan animada. La atmósfera es casi de diversión asegurada, en el marco de una calle en donde no falta el arte callejero.

Uno de los lugares que considero imprescindibles en la ciudad de Mendoza, es su famoso Mercado Central. El antiguo mercado cubierto se instaló sobre calle Las Heras a fines del siglo XIX. Tiene salida también por Patricias Mendocinas y General Paz. El lugar está lleno de historia, aromas y sabores mendocinos como ningún otro. Allí están todos los productos de esta tierra, frescos y variados y es el lugar más concurrido de la ciudad. Sólo lo detiene la hora de la siesta, que es sagrada. Yo me llevé especias de todo tipo, dulce de cayote o alcayota y olivas. Pero confieso que me habría llevado unas cuantas cosas más. Un tip: no se pierdan la experiencia de comer parados una porción de pizza en el local Rincón de la Boca. Después me cuentan.

Conservo un recuerdo de la infancia. Mi mamá siempre comentaba la limpieza de las veredas de Mendoza. Había visto a las amas de casa pasar el lampazo, especie de mopa, hasta sacar brillo a las baldozas. Es que a esta hermosa ciudad se la consideró durante mucho tiempo la ciudad más limpia del país. Parece que poco a poco fue perdiendo el podio. Pero tanto las plazas como los parques y las calles están siempre prolijos. No tuve de qué quejarme cada vez que estuve por allí.

Como les decía más arriba, hablar de Mendoza es hablar de la «Ruta de los Vinos» La región de Cuyo es el eje. También se destaca cada vez más el Valle de Uco. Los vinos argentinos son famosos gracias a la calidad e importancia de la producción de las uvas de este territorio. Un giro por las bodegas y fincas de reputación mundial me llevó a emparentarlas con las que conocí en el Valle de Napa, en California o en la Alsacia francesa. Nuestros vinos son TOP. Absolutamente. Me encantan, entre tantos, el «Malamado» de la Bodega Zuccardi. Pero hace muy poco aprendí las bondades del cabernet franc a través de catas y degustaciones. O me enamoré del vino rosado exquisito de la Bodega Lagarde. Y probé vinos desde la misma barrica. Y seguiría hablando de ello.

Uno de los lugares más hermosos dentro de la ciudad el enorme Parque San Martín, habitado por una variedad de árboles extraordinaria. Las puertas de ingreso, venidas desde Escocia, imponen respeto. Son tan excepcionales que se parecen a los portones de los jardines de un palacio real. Recorrer los senderos hasta alcanzar el lago es uno de los placeres que puedes disfrutar en cualquier momento del día. El jardín de rosas es precioso.

Y la Fuente de los Continentes llama la atención por su estilo y delicadeza. Es un espectáculo tanto de día como de noche. Desde el parque, pueden intentar alcanzar la cima del Cerro de la Gloria caminando o hacerlo en auto. Ambos paseos son muy recomendables, aunque uno lleva más tiempo que el otro. El panorama es espectacular.

Para ir finalizando mi viaje virtual por Mendoza y la Región de Cuyo les voy a recomendar dos escapadas. Una de ellas nos lleva a visitar la antiguas termas de Villavicencio ubicadas en una reserva natural. Otra es llegar casi a la entrada del Parque Nacional del Aconcagua para conocer el antiguo Puente del Inca, un lugar absolutamente fuera de lo común. No se van a arrepentir.

Cuando finalicen todas estas restricciones para viajar, como consecuencia de la pandemia de Covid-19, Mendoza y sus bellezas será uno de los próximos destinos a visitar. Ojalá sea pronto, muy pronto.

 

Fuente: elisanievas.com