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Mercado Central: 136 años de colores, olores y sabores

Además de ser el centro comercial más antiguo de la Ciudad, el mercado mantiene una relación de amor con su clientela.

Nada más traspasar cualquiera de los tres accesos al Mercado Central para que tres de los cinco sentidos se pongan en funcionamiento de inmediato: los colores, los olores y los murmullos estallan dentro del predio. La sensación de calidez abraza a todos por igual en el centro comercial más viejo del Centro con 136 años de existencia ininterrumpida. En el Mercado Central, “todo lo que se vende tiene que ver con alimentos”, indica como una máxima Juan Cruz Barrot, uno de los directores de la sociedad anónima que administra el comercio.

El Mercado irrumpe en la vida social de la capital hacia fines de 1883 en lo que entonces era las afueras de la Ciudad de Mendoza. Allí se reunían un grupo de personas a vender sus mercaderías. En febrero del año siguiente y a partir de un convenio con el municipio de Capital, se llevó a cabo su construcción en la esquina de Las Heras y Libertad (hoy Patricias Mendocinas). La mayoría de los puesteros de aquel entonces eran inmigrantes y con la llegada del tren en 1885, la zona se potenció.

Hacia el 30 de octubre de 1888 se constituyó la Sociedad Anónima Mercado Central y su primer directorio estuvo conformado por Juan Mallamn, Luis Lavoisier y Juan Sarramea.

Entre 1922 y 1924 se instalaron nuevas cañerías y con el paso de los años, lo espacios destinados a la llegada de carretas mutaron en playas de estacionamiento y galpones. Se construyeron gruesas paredes de adobe que duraron hasta un incendio parcial de 1968, entonces el lugar fue remodelado en etapas –no así su techo que formaba parte de una  estructura independiente de los puestos y que el año que viene cumplirá cien años.

 

Sociedad anónima

El terreno del mercado es de una sociedad anónima que consta de tres presidentes, dos de ellos son la abogada María Barrot y Juan Cruz Barrot, uno de sus sobrinos.

“El predio corresponde a media manzana entre Las Heras, Patricias y General Paz, los negocios que dan a las veredas de las tres calles los llamamos locales mientras que los del mercado son los puestos”, dice el joven Barrot. Tanto los puestos como los locales son propiedad de la sociedad anónima; es decir que todos son inquilinos en el mundo del Central.

Actualmente los puestos son 126, aunque en algunos casos hay dos o más que conforman un comercio. Los que están sobre el pasillo central pagan una renta más alta que se esparcen en los laterales. “La crisis nunca ha tocado al mercado -dice Juan Cruz- en su casi siglo y medio ha sobrevivido a todos los traspiés financieros y económicos del país; que no han sido pocos…”.

 

Alquimia

Tiendas de especias, panaderías, fruterías, vinerías, pescaderías, carnicerías, pizzerías, locales de comida que ofrecen shows las noches de los fines de semana, entre muchos otros rubros, replican la alquimia de colores y aromas que provocan en el lugar algo parecido a un sitio encantado.

 

El mercado es uno de los sitios del Centro más queridos por los mendocinos. Mucho de ese amor está basado en que, con el paso del tiempo su fisonomía se mantiene prácticamente idéntica y provoca en compradores y los los turistas que lo visitan a diario, la idea de que el tiempo ha detenido su curso. 

 

Uno de los problemas del centro comercial es la climatización. Para modificarlo habría que cambiar el techo histórico con su cabriada de madera. Ese cambio le sacaría buena parte de la onda al predio. “Seríamos igual que un supermercado”, acota la doctora Barrot. Los supermercados, sobre todo a principios de los ‘70 cuando irrumpieron en la provincia, amenazaron con aniquilar al mercado. Y si bien le quitaron clientes no lograron quebrarlo. Una de las ideas para esa lucha contra los híper y los súper fue incorporar, hacia el año 2001, un patio de comidas que los fines de semana incluyen shows en vivo.

Al momento de definir el target del cliente medio del Central, los socios se enorgullecen: “No se puede definir -cuenta la señora Barrot- acá viene de la persona más humilde a la más adinerada. Uno se puede dar cuenta de eso en la playa de estacionamiento donde se ven autos de alta gama al lado de un vehículo desvencijado”.

Con su gorro blanco y rodeado de una jungla de fiambres y quesos, aparece Ricardo, uno de los empleados de la tienda Torrent, ubicada en el carril central. En ese local cuelga el objeto más caro de todo el centro comercial: el jamón ibérico patanegra cuya pieza entera hoy cuesta 30 mil pesos. Es un producto importado de España que viene de cerdo ibérico de raza pura, alimentado con bellotas y pastos naturales. “Hay mucha gente que lo lleva sin chistar”, cierra Ricardo.

Una señora de unos 80 años se pasea con lentitud curiosa por los pasillos con el carrito de compras. Los puesteros la conocen y la llaman por su nombre, Norma. “A mí me encanta venir al mercado, venía con mi madre”, rememora y cierra el concepto de porqué el lugar no cambia demasiado con el devenir de los años. Un sitio que vive la perpetuidad de estar siempre entre el pasado añorado y el presente que lo trae a cada rato.

 

Cronología

1883 Comienza a operar.

1922 Se construyen galpones de adobe, con puestos de estructura de metal y mesadas de mármol.

1968 Luego de un incendio se eliminan las construcciones de adobe.

1991 Fue declarado de Interés Turístico.

 

Visitantes ilustres

En 1949, un ascendente Mario Moreno Cantinflas visitó Mendoza y fue al Bar Americano del Mercado Central donde probó el famoso chocolate con churros. En setiembre de 1968, ya consagrado, Cantinflas volvió a la provincia para la presentación de la película “¡Por mis pistolas!”. Más allá de compromisos protocolares, el actor mejicano pidió especialmente volver al Mercado; al mismo bar a por la misma comida.

Carlos Dumas, más conocido como “Gato” Dumas, fue un permanente comprador del Mercado. Aún en los 90 cuando su fama era masiva, viajaba desde Buenos Aires por los productos. “Acá tengo todo lo que necesito para cocinar”, decía mientras saludaba a los puesteros.

Los hermanos Christian y Roberto Petersen y la modelo Deborah de Corral hicieron en el mercado programas de TV.

 

Fuente: Los Andes