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Nieve de primavera en la cordillera mendocina

La combinación de terreno nevado y días soleados permite disfrutar la montaña de un modo único.

Mediados de octubre y nieva copiosamente en Mendoza; una ocasión única para vivir la ecuación “montaña nevada+sol primaveral”, uno de los mejores rostros de nuestra cordillera.

Si bien los principals centros de esquí ya han cerrado la temporada, la contemplación estilo “postal” (desde el auto o la ventana de un restaurante) no es la única opción. Las caminatas con raquetas de nieve son ideales para adentrarse en quebradas y cerros, desde excursiones de unas pocas horas en los faldeos del Aconcagua hasta expediciones de varios días como llegar a la Laguna del Diamante.

Esta actividad no requiere gran preparación ni la infraestructura de un medio de elevación, aunque sí el conocimiento del terreno que permita evitar lugares peligrosos. También equipamiento básico: las raquetas, botas apropiadas, bastones, indumentaria, lentes para nieve, una mochila liviana.
Los trekking con raquetas son una especie de primo menor del esquí de travesía (o randonnée, o ski touring, o cross country).

Las tablas son más eficientes para recorrer distancias y no se hunden en la nieve blanda, pero hay que saber esquiar y tener el equipo específico. Las raquetas, por su parte, se pueden usar con distintas botas -plásticas de montañismo, o botas impermeables de trekking-, y son más fáciles de usar. También son más versátiles, ya que se pueden usar cuando hay poca nieve y son livianas para cargar en la mochila.

Y si hay nieve suficiente, la primavera es la estación perfecta. Los días son más largos y el clima más benigno que durante el invierno, pero el paisaje conserva las condiciones más salvajes de los meses fríos.

El poder del Aconcagua
Es posible, por ejemplo, apreciar de cerca el poder salvaje de la cara sur del Aconcagua, en un contexto más íntimo que cuando cientos de visitante s recorren la zona.

El punto de ingreso al Parque Provincial Aconcagua es el puesto de Guardaparques de Horcones (RN 7 a 180 km de la ciudad de Mendoza). La temporada oficial del Parque se inicia el 15 de noviembre, pero llegar hasta la Laguna de Horcones o el puente sobre el río Durazno (heredado de la producción de Siete años en el Tibet) es posible durante todo el año, con aviso previo a los guardaparques.

Basta alejarse unos cientos de metros de la ruta para encontrarse en otro mundo. La nieve, el silencio y el azul intenso del cielo de las alturas (tendría que haber un nombre específico para este color) configuran su viejo truco: un trance marcado por la cadencia de las raquetas abriendo su huella.

La caminata cuesta arriba desata un hambre voraz, y el hambre es el mejor aliño para un picnic montañero (de espaldas al valle y de cara a los 3.000 metros verticales de la Cara Sur). Ocasión ésta en la que el guía, si hay uno, hace su día, gana su salario. (No es cuidando a sus clientes, por supuesto, ni describiendo la flora y fauna de alta montaña; ¡es con los sanguchitos y chocolates!).

Vallecitos II, El Regreso
A dos horas de auto (preferiblemente camioneta o vehículo doble tracción) de la ciudad de Mendoza, Vallecitos ha sido la escuela de esquí y de montañismo de generaciones de mendocinos. Por eso contemplar los cerros del Cordón del Plata todos blancos, como hacía años que no se veían, es una emoción especial.

Ya no funciona el centro de esquí, pero las montañas y los valles siguen aquí. Las laderas escarpadas y los refugios con sus chimeneas humeantes dan un particular aire alpino a la zona e invitan a la aventura.

Se puede dejar el vehículo en alguno de los refugios abiertos al público (San Bernardo, Mausy, el de la UNCuyo) y tomar un buen café allí mismo para templar el cuerpo antes de la caminata. Hay que tener en cuenta que a 3.000 metros de altura conviene tomarse las cosas sin apuro.

Al alcance de la mano hay opciones de distinta dificultad para “raquetear”. El cerro Andresito es un clásico entre los de 3.000 metros, luego el Arenales o el Lomas Blancas no insumen más que unas 4 ó 5 horas y ofrecen una vista impactante de Potrerillos y el dique.

Menos esfuerzo implica ir hasta el paraje Las Veguitas, una explosión de verde y agua entre los picos de roca del lugar. El sendero hasta aquí es muy marcado e inconfundible, por lo que es una salida parfecta para iniciantes.

Una puerta a los deportes invernales

Algunas empresas locales organizan caminatas. Una manera de saber si es un prestador serio es asegurarse de que cuenten con guías de montaña certificados. Otra opción es alquilar las raquetas e ir por cuenta propia. Como el ciclismo o correr largas distancias, lograr un progreso eficiente con las raquetas es una cuestión de cadencia, de ritmo. Una vez que el organismo entra en modo automático, las raquetas y los bastones avanzan en forma sincronizada y uno puede dedicarse al paisaje, la reflexión o los temas que suenen en el MP3…

Fuente: Nicolás García – Especial para Los Andes