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Parque General San Martín: El “pulmón” de Mendoza

El Parque General San Martín es un orgullo de los mendocinos, pulmón de la ciudad y área de recreación y deporte, en la que cada habitante tiene historias.

El Parque General San Martín es una permanente invitación a diversas actividades y paseos: una vueltita por la calesita, un picadito en alguna explanada, siempre pic nics, pero además cuenta con hitos culturales para apreciar.

Un emblema en la ciudad de Mendoza

La historia de los Portones del Parque es muy especial y termina siendo anecdótica. Dos Portones ocuparon el ingreso al Parque mendocino: los Portones de Vassena y los Portones fabricados en Glasgow y comprados en París.

El Parque General San Martín fue diseñado en 1896 por el arquitecto Carlos Thays, el renombrado paisajista francés; en él se conjugan la tradición inglesa y francesa propia de la jardinería del siglo XIX.

El patrimonio forestal con más de 300 especies originarias de América del Norte, Asia, Europa y Australia lo han convertido en un universo vegetal, lleno de calles y caminos especialmente construidos para hacer más placentero su recorrido. Su orbe vegetal de 400 hectáreas fue creado en base a un criterio de calidad de vida, ya que la forestación del lado oeste de la ciudad permite la justa humidificación del ambiental.

Desde hace más de un siglo este parque constituye uno de los espacios verdes urbanos más importantes de la Argentina tanto por su extensión como por la cercanía a la ciudad. Actualmente abarca 307 hectáreas cultivadas, 17 km. recorridos y 82 hectáreas de expansión.

Los portones del Parque General San Martín

Fue el deseo de dar un acceso apropiado a la magnitud del parque, siguiendo la costumbre de jardines y parques europeos, lo que llevó al gobierno provincial a incorporar estos monumentales portones. Fueron adquiridos durante el gobierno de Emilio Civit a la fundición de “Walter Macfarlaine & C°”, Saracen, Glasgow, de Escocia. Habían sido encargados en los primeros años del siglo XX por el Sultán Rojo de Turquía a esa fundición escocesa, pero, tras su derrocamiento, los majestuosos portones quedaron sin dueño y fueron comprados, en 1907, por el Gobierno de Mendoza para enmarcar el acceso al Parque San Martín.

Un verdadero ícono mendocino: de hierro fundido coronados por la figura de un cóndor y el escudo provincial.

Los Caballitos de Marly. Al ingreso, sobre la avenida del Libertador, son una reproducción de “Los caballos de Marly” que habían sido realizados por Guillermo Coustou para adornar los jardines del palacio de Marly (Francia) y fueron colocados en 1745. Los originales se encuentran en el Museo del Louvre. Los escultóricos mendocinos fueron encargados por el gobierno provincial en 1911 a la firma francesa de Sahores y Ojeda de París, y fue ejecutada por el artista Berthier.

La Fuente de los Continentes. Fue adquirida a fundición francesa “Val d’Osne” a través de la casa importadora A. Moteau de Buenos Aires, que poseían la representación de la firma francesa. En ella se ven representados los continentes: América, Asia, Europa y África. Se dejó de lado Oceanía que hasta poco tiempo antes había sido considerado parte de Asia. La fuente tiene motivos característicos de las fuentes ornamentales europeas de los siglos XVIII y XIX.

El lago. Tiene un kilómetro de largo por 100 metros de ancho y 2 metros de profundidad. En uno de los extremos se halla la Isla que mira hacia el edificio de Playas Serranas donde está actualmente ubicado el Museo de Ciencias Naturales y Antropológicas Juan Cornelio Moyano, recientemente remodelado.

Monumento al Ejército de los Andes, Cerro de la Gloria. Próximo al parque se ubica el Monumento que rinde homenaje a la gesta libertadora del General San Martín y al Ejército de Los Andes, inaugurado en 1914. Es obra del escultor uruguayo Juan Manuel Ferrari. La base está realizada en piedra traída de la cordillera. De frente y separado de éste cuerpo se halla la figura ecuestre de San Martín, quién con los brazos cruzados sobre el pecho mira hacia el infinito. Detrás aparece un grupo de granaderos a caballo, 6 de cada lado simbolizando la partida del Ejército (caballos erguidos) y la llegada (caballos cansados). Son 6 de cada lado porque fueron 6 los pasos que el Ejército utilizó para cruzar la cordillera de Los Andes. Alrededor del pedestal hay tres frisos que representan las prinucipales escenas de la preparación del cruce de la cordillera.

El 12 de febrero de 1914, cuando se inauguró el mo­numento al Ejército de los Andes, en el Cerro de la Gloria miles de mendocinos desoyeron la orden oficial (solo se podía asistir con invitación) y escalaron, feli­ces, hasta lo más lo más alto del cerro. 

El emplazamiento de esta obra escultórica, además de conmemorar la gesta heroica del pueblo men­docino, conformó un nuevo “escenario de poder”. No fue el único.

A diferencia de otros emplazamientos, claramente elitistas, la inauguración del Monumento al Ejército de los Andes (1914) funcionó como elemento demo­cratizador. Patricia Favre, retrocede en el tiempo: “La inauguración se realizó con invitación especial. Era un acto deliberadamente elitista pero convocó a todas las clases sociales. Las crónicas pe­riodísticas dan cuenta que asistieron 25 mil personas y muchos de ellos subieron por las laderas, porque no tenían invitación”.

Es que la instalación del monumento (uno de los íconos en las postales men­docinas), se vivió como la concreción de un viejo anhelo de la memoria colectiva: “la primera legislación data de 1888, por ello, cuando se lo concretó, 30 años después, el pueblo lo sintió como un testimonio de su valentía e heroísmo por haber participado de la campaña del Ejército, tras la cual Mendoza se posicionó entre las provincias más heroicas del país”.

Esculturas en el parque San Martín

Recorremos las esculturas del parque, para conocer su historia y las circunstancias que definieron el emplazamiento de cada una de ellas.

Un total de 41 obras, de estilo escocés, francés, italiano y americanista, componen actualmente el heterogéneo mobiliario escultórico del Parque General San Martín. 

 Cada uno de ellas representa la concreción de un espacio simbólico de poder. El libro “Escenarios del poder”, de la investigadora Patricia Favre, devela las circunstancias políticas y sociales que definieron sus sucesivos emplazamientos.

 “Detrás de la utilización del Parque, en tanto espacio público, siempre hubo pugnas políticas. Cada gobierno, en su afán de dejar una huella, fue generando un espacio simbólico y privilegiando ciertos espacios físicos. Las esculturas emplazadas en el Parque generan un colec­cionismo oficial que no está dado en otros espacios públicos. Allí, por ejemplo, se crearon los primeros museos”, explica Favre.

Así, tanto los imponentes portones adquiridos en Glasgow como la atractiva Fuente de los Continentes y los Caballitos de Marly (ambos fundidos en Francia), el Monumento al obrero y hasta el Saludo al sol (de autores argentinos), entre otras obras que hoy conforman parte del paisaje natural del Parque, guardan relación directa con la historia oficial. O, en otras palabras, con la manera en que los sucesivos go­biernos buscaron legitimarse simbólicamente, desde que fue creado el Parque del Oeste (tal el nombre que recibía en 1896).

 Emilio Civit –detalla la historiadora- fue el principal gestor del equipamiento artístico del parque, con la inaugura­ción de los portones y las farolas de estilo escocés. “Civit generó su escenario de poder: los portones no solo definían la entrada al parque sino que solo se abrían para que él desfilara en carruajes”.

Durante el gobierno de Civit, se creó, también, el Quiosco de Música, donde actualmente hoy se en­cuentra la Calesita. Esa glorieta, detalla Favre, “era un espacio social de privilegio” pues era el punto de reunión de la aristocracia mendocina. Allí tocaba, regularmente, la Orquesta de Música de la Policía y en sus alrededores se realizaba el Corso de flores, durante el cual “las mujeres desfilaban en carrua­jes y los hombres les tiraban flores y poesías”.

La siguiente etapa, definida por la inauguración de la Fuente de los Continentes y los Caballitos de Marly, entre 1911 y 1912, tuvo un claro acento francés. “Aunque fue Civit, también, quien encar­gó estas esculturas a Francia, no llegó a concre­tar la obra”. De las dos, es el conjunto escultórico de los Caballitos el que nos entrega información histórica. “Esta obra advierte la historiadora- entra en la leyenda negra que sobrevolaba en Europa: cada uno de los domadores representa a un conti­nente y su cultura: Europa, la civilizada; y América, la bárbara. Sin embargo, cuando adquirimos el mo­numento, esa simbología ya había desaparecido”.

Con la llegada del lencinismo, en la década del ’20, el Parque, en tanto espacio simbólico, cambió su configuración. “Los lencinistas, ya separados del radicalismo nacional, adquirieron un marcado carácter populista: quisieron apropiarse e incluir a la clase popular en el Parque que, hasta entonces, solo había sido un lugar prestigioso y elitista”. Con esta intención José Néstor Lencinas creó el Rosedal; por aquello años, un paseo peatonal.

Durante ese periodo, también, se inauguró el Monumento al obrero, obra del escultor español radicado en Mendoza, Juan José Cardona. “Fue una de las primeras acciones que decretó Lencinas cuando asumió, en 1918, tras cinco décadas de gobierno conservadurista. Fue una propuesta de vanguardia porque, por entonces, no había en el país un monumento de tales características. La decisión generó enfrentamientos entre partidarios y detractores. Por varios motivos, su inauguración se demoró, y tras la muerte de Lencinas es su hijo, Carlos Washington Lencinas, quien lo inauguró, en cercanías de la Avenida a las Palmeras. Se estima, en 1922”.

En el marco de los gobiernos demócratas, desde el ’32 en adelante, se realizaron todas las tareas de remodelación del parque (desapareció, por caso, el Quiosco de la Música) y también en el Monumento al Ejército de los Andes. Durante ese lapso se instaló el Ofrendatorio Sanmartiniano (1940) que suma 250 placas; entre las cuales encontramos varias de gran valor escultórico.

Por aquellos años, también se emplazó la obra Saludo al sol, de Luis Perlotti (en 1939) y esta fue primera escultura de corte americanista. “La instalación de esta obra rompió con el aspecto clasicista y europeo que tenía el Parque”, explica la historiadora.

Testigo de este largo proceso de creación y superposición de “escenarios de poder” es el heterogéneo catálogo conformado por esculturas escocesas, francesas, italianas y americanistas que hoy podemos observar en el Parque General San Martín.

Actualmente, el catálogo de obras escultóricas existentes en el Parque General San Martín asciende a 41. Aquí, seleccionamos una docena.

Portones de acceso

Autor: Walter McFarlane & Co. Origen: Glasgow, Escocia. De hierro. Colocación: 1908. En: Av Boulogne Sur Mer y Av. El Li­bertador.

Fuente de los continentes

Autor: Mathurin Moreau; Société Anonyme des Fonderies d’ Art du Val d’ Osne. Origen: Francia. De hierro. Colocación: 1911. Declarada Patrimonio Cultural en 2010. En: Rotonda, intersec­ción de Av. de los Plátanos y Av. del Rosedal.

Los jabalíes

Autor: Société Anonyme des Fonderies d’ Art du Val d’ Osne. Origen: Francia. De hierro. Colocación: 1910 (probablemente). Originalmente formaba conjunto con “Ciervo atacado por leo­nes”, del otro lado de la avenida. En: Av. El libertador y Av. Bou­logne Sur Mer, trasponiendo los portones, lado sur.

Ciervo atacado por leones

Autor: Société Anonyme des Fonderies d’ Art du Val d’ Osne. Origen: Francia. De hierro. Colocación: 1910 (probablemente). Originalmente formaba conjunto con “Los Jabalíes”, sobre el lado norte de la Av. El libertador. En: Av. del Rosedal.

Diana y Endimión

Autor: Ernest Damé; Société Anonyme des Fonderies d’ Art du Val d’ Osne. Origen: Francia. De hierro. Colocación: 1911 (probablemente).El original fue expuesto en el Salón de París de 1899. En: Rotonda, intersección de Av. del Rosedal y Av. de los Robles.

Caballo sostenido por un palafrenero, denomi­nado “Caballito de Marly”

Autor: Berthier. Origen: Francia. De mármol de Carrara. Colo­cación: 9 de setiembre de 1913. Forma conjunto con otro grupo escultórico del mismo tema (no idéntico), colocado en frente. Uno personifica a un americano, el otro, a un europeo. En: Ro­tonda, intersección Av. El Libertador y Av. de las Tipas.

Monumento al Ejército de los Andes

Autor: Juan Manuel Ferrari (Uruguay). Origen: Buenos Aires. De bronce y piedra. Colocación: 1904-1914. En 1940, Daniel Ramos Correas realizó una importante remodelación; entre otros cambios, se construyó el Ofrendatorio Sanmartiniano. El monumento y su entorno fueron declarados Patrimonio Cultu­ral en 1998. En: Cerro de la Gloria.

Monumento al obrero

Autor: Juan José Cardona. Origen: Mendoza. De bronce. Colo­cación: 1922 (probablemente). Originalmente tuvo otro empla­zamiento (el antiguo Zoológico) pero fue trasladado en 1940. En: Zoológico, Cerro de la Gloria, Av. de El Libertador.

La Pureza

Autor: A. Belli. Origen: Florencia, Italia. De mármol de Carrara. Colocación: 1923. En: Av. del Rosedal.

Saludo al sol

Autor: Luis Perlotti. Origen: Buenos Aires. De bronce. Inaugura­ción: 1939. En: Parque Aborigen, Av. El Libertador en intersec­ción con Av. Champagnat.

La Aurora y el Crepúsculo

Autor: Mathurin Moreau; Société Anonyme des Fonderies d’ Art du Val d’ Osne. Origen: Francia. De hierro. Perteneció a la familia de Antonio Tomba, desde 1900. Colocación: 1972. En: extremo norte de la Isla del lago de Regatas, Av. Costanera del Lago.

Bacante y Sátiro

Autor y lugar de origen: desconocido. Colocación: 2008. De cemento. Copia del original de Claude Michell, llamado Clodion, realizada hacia 1900. En: Rosedal, Av. del Rosedal.

(Patricia Favre es Licenciada en Historia del Arte y Magíster en Arte Latinoamericano (UNCuyo), docente universitaria (Facultad de Artes y Diseño de la UNCuyo) e investigadora. Es autora de los libros “Deudas históricas, reparaciones escultóricas. El programa conmemorativo monumental en la construcción de la identidad (Mendoza, 1887 – 1917)” y “Escenarios del poder. La escultura en el Parque General San Martín”, además de numerosos artículos referidos al arte mendocino.)

El Parque General San Martín es un paseo para todas las edades y para todos los gustos, se puede simplemente transitarlo gozando las maravillas que su multicolor paisaje natural nos brinda o bien recorrerlo con un específico interés artístico e historiográfico. No dejes de conocerlo!

Fuentes: Los Andes, Ilikeviajes, Patricia Favre.