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Paseos de primavera: la imperdible Reserva Villavicencio

La Reserva Natural Villavicencio es el lugar ideal para realizar un paseo donde disfrutar de la naturaleza y sus paisajes.

La Reserva Natural de Villavicencio es mucho más que un viejo hotel restaurado: comprende unas setenta mil hectáreas que forman un sitio único en Mendoza por su historia y biodiversidad.

Se trata de un ícono de nuestra provincia y, debido a su belleza, se ha convertido en uno de los escenarios del maravilloso festival Música Clásica por los Caminos del Vino.

 

Visitar Villavicencio. La Reserva de Villavicencio se ubica sobre la Ruta Provincial N° 52, en Las Heras, a 50 km de la Ciudad de Mendoza. Se puede visitar de miércoles a domingo de 9:30 a 18 (ingreso hasta 17:15).

El personal que trabaja en la Reserva, además de recibir visitantes, se dedica a la conservación, es decir, al análisis de restos microfósiles y especies vegetales y animales de todo tipo que actualmente conviven allí. Así, hoy en día se han sumado paleontólogos e investigadores del CONICET en una dinámica abierta que invita a los científicos a descubrir y compartir sus conocimientos sobre el lugar.

Esta apuesta por la conservación no está vinculada con evitar la actividad humana, sino todo lo contrario: incluir a los visitantes y gente de la zona, para que, tras conocerlo, se involucre en su conservación. En la actualidad, los esfuerzos de la Reserva no están enfocados en servicios de entretenimiento u hotelería tradicionales, sino en protegerla en tanto que se trata de un importantísimo pulmón verde para Mendoza, un atractivo turístico que forma parte del patrimonio nacional y una fuente que asegura agua pura para las próximas generaciones.

Sin duda que la visita guiada es invaluable. A continuación, se pueden recorrer los preciosos jardines y la capilla.

 

Historia de Villavicencio

En 1704, el Capitán Joseph Villavicencio, oriundo de las Islas Canarias, llegó a estas tierras ricas en minerales y comenzó a explotarlas.

Sin embargo, ya desde el siglo XV hay registros de que Villavicencio se encontraba en una ruta transversal del conocido “Camino del Inca”. En tanto, tras la conquista, Villavicencio se convirtió en el paso principal de la ruta principal entre Buenos Aires y Santiago de Chile. Los viajantes pernoctaban en la zona y aprovechaban para descansar y bañarse en sus aguas termales.

En 1817, el Libertador General Don José de San Martín, gobernador intendente de Cuyo, inició el cruce de Los Andes por la ruta Villavicencio.

 

Agua mineral Villavicencio

En 1903, el agua mineral Villavicencio comenzó a ser embotellada. Sin embargo, no era un producto de consumo masivo, ya que se lo asociaba con lo medicinal y se vendía en farmacias. Si bien hoy se consume en todo el país y en muchos otros lugares del mundo, en sus inicios fue un negocio complicado.

El propietario y fundador de ese entonces, el visionario Ángel Velaz, tuvo una idea: construir un hotel en el mísmiso lugar donde se extraía el agua mineral.

Así fue como, en tan solo seis meses, Velaz levantó un hotel de montaña en un angosto y profundo valle delimitado por la imponente precordillera. No aspiraba a convertirse en un magnate hotelero: había entendido cuál era la imagen que quería para la marca Villavicencio. Fue más bien una estrategia de marketing, y hasta el día de hoy es el ícono de la empresa.

Pero probablemente este proyecto no se hubiera llevado a cabo sin un hecho fortuito de la naturaleza.

 

Los años dorados del hotel

En 1934, un aluvión destruyó el hotel de Cacheuta -“la competencia”- e inhabilitó el Tren Trasandino durante diez años. Esto afectó la ruta hacia Uspallata. Al paralizarse el transporte hacia Chile, se reactivó la Ruta 7 y se mejoró el camino a Villavicencio. Entre 1936 y 1942, se construyeron los Caracoles de Villavicencio con sus 365 curvas (otro paseo imperdible). Esto animó a Velaz a construir un nuevo hotel, grande y lujoso, destinado a las clases altas que elegían la cordillera mendocina con sus aguas termales para veranear.

El Hotel Villavicencio contaba con solo treinta habitaciones en las cuales se podían disfrutar exclusivos baños en aguas termales. Las treinta habitaciones exigían una gran cantidad de personal: el hotel llegó a tener alrededor de cien personas trabajando allí.

 

Riqueza no solo histórica

Uno de los objetivos de la Reserva Natural Villavicencio es proteger los ecosistemas naturales y las especies de flora y fauna nativa. En la Reserva, los visitantes pueden encontrar guanacos, pumas, zorros, águilas mora y cóndores, y una gran variedad de especies vegetales.

 

Fuente: .ITMendoza por Camila Balter