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Una historia de amor por el vino en el corazón de Chacras

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Clos de Chacras

Clos de Chacras

Clos de Chacras, una bodega de tradición familiar emplazada en un edificio de 1921, ubicada en Chacras de Coria, una región histórica en lo que respecta a plantación de viñedos.

No todo el mundo imagina que a pocos minutos de la Ciudad de Mendoza y en la cada vez más urbanizada localidad de Chacras de Coria, se esconde una bodega que conjuga en su interior un trozo de la historia de las mejores épocas de la vitivinicultura de la provincia, con la elaboración más sofisticada de vinos de alta gama.

La bodega Clos de Chacras ofrece esto y algunos secretos más. Su edificación data de 1921 y está situada en una finca que perteneció al complejo “Bodegas y Viñedos Gargantini”. Silvia, nieta de Don Bautista Gargantini, y su esposo Alejandro Genoud, recuperaron la propiedad en 1987 cuando salió a remate (fue vendida a otros dueños y después cayó en el abandono). Y con mucha paciencia y amor por la herencia familiar, de apoco fueron poniendo en funcionamiento un proyecto pequeño en volumen pero ambicioso en calidad.

Al edificio se le realizó una restauración arquitectónica conservando los detalles de la construcción original y se le incorporó nueva tecnología. La primera cosecha fue recién en el 2004 y se obtuvieron 6 mil botellas de vino malbec. Hoy la empresa ofrece 4 líneas Premium: Gran Estirpe, Cavas de Crianza, Eredita y la más reciente, que es un vino de colección, Memorias de Ida. Todas las líneas se comercializan en varios puntos de Mendoza y el país, y se exportan a Europa, Estados Unidos y Latinoamérica.

“La idea fue elaborar vinos en muy pequeña cantidad, pero de muy alta gama. Que es a lo que nosotros apuntamos. Pese a que la bodega tiene otra parte y que se podría agrandar, vamos a seguir trabajando con la bodega chiquita porque tenemos un tope en cuanto a cantidad. Queremos evolucionar en calidad y no en cantidad”, explica Silvia Gargantini. La mujer que guarda de la antigua finca hermosos recuerdos de su infancia.

“Esto acá era todo viña y frutales. Yo recuerdo muy de chica que venir a Chacras de Coria era un plan de todo un día. Entonces yo me venía con mi abuela y acá había duraznos e higos además de la uva. Nos veníamos en la mañana con los canastos a cosechar y volvíamos por la tarde”, rememora.

Llegar hasta Clos de Chacras supone desde el principio una aventura, porque si bien la ubicación es muy accesible, su ingreso pasa desapercibido. Italia o Darragueira llevan hasta la calle Monte Líbano. Un callejón que al 1025 topa con un portón de entrada muy pintoresco.

Desde ese punto ya se pueden divisar los viñedos que dan la bienvenida a un entorno apacible que se pone cada vez más encantador.

Un espejo de agua con peces, arboledas y espacios verdes, un imponente tanque de agua cubierto por una enredadera, y un deck donde se puede almorzar, son algunos de los atractivos paisajísticos que acompañan las inmediaciones de la bodega y del restaurante.

“Los visitantes dicen que la bodega tiene un ‘no sé qué’. Que salen con energía, con paz”, comenta Silvia sin equivocarse. Es que la tranquilidad que se respira en el aire y la calidez con que te reciben, cualquiera de las jóvenes que conforma el staff de guías turísticas, hacen que la estadía en la bodega deje una impresión única.

Los que llegan a la bodega pueden realizar una visita guiada con una degustación y también quedarse a almorzar. El restaurant es una casona antigua que también se remodeló, pero siempre manteniendo la estructura original. Eso se puede ver adentro donde hay una pared de adobe, que tiene un vidrio adelante para que los turistas puedan apreciar la construcción antigua de Mendoza.

En la parte donde es la cava (subterránea) y un poco antes también, tenemos un pasillo histórico donde se puede apreciar cómo se hacía la producción de vino antes. En esos grandes tanques o piletas de cemento que no estaban pintadas con epoxi. Entonces cuando los turistas visitan la bodega, en realidad aprenden cómo fue el paso del tiempo en la producción vitivinícola, cómo fueron cambiando las técnicas para llegar hoy en día a una producción de vinos de alta gama”.

 

Visitas nocturnas y un menú especial

Clos de Chacras recibe a turistas nacionales e internacionales durante todo el año con visitas programadas de lunes a sábado, a partir de la mañana y hasta la tarde. Y aprovechando que el restaurante abre por la noche los fines de semana, también comenzaron a realizarse visitas nocturnas, los días viernes y sábados.

“A la noche es más un público mendocino el que nos visita y eso nos encanta, porque hace que puedan venir a la bodega y probar los vinos. La visita nocturna luego se complementa con una cena en el restaurante, que puede ser un menú de siete pasos o un menú a la carta”, nos cuentan.

Sentarse a comer es uno de los grandes placeres que acompaña la propuesta vitivinícola del lugar. “Siempre se trabaja en el maridaje porque este es un restaurante de bodega. El principal producto es el vino, entonces queremos que resalte, pero que al mismo tiempo acompañe una buena gastronomía”, aclaran.

Estas actividades son parte de un cronograma que la empresa familiar va actualizando constantemente, sobretodo en tiempos de pandemia.

De este modo, el pasado y las demandas del presente se entrecruzan en el espíritu de una bodega que apuesta a escribir una nueva página en la historia de una familia arraigada a la producción del vino. Imposible no descubrirla sin sorprenderse.

 

Fuente: Sitio Andino