Emplazado en un chalet construido a principio del siglo XX en Maipú (Mendoza), en este sitio se respira la historia de los comienzos de la industria vitivinícola provincial.
Paseos por Europa deslumbran con antiguos chateaux impregnados con la historia de vitivinicultura, casonas de grandes pioneros hechas museos y relatos de pueblos que se aunaron para ver crecer las viñas. Absolutamente nada lejano a los inicios de la vitivinicultura en Argentina, donde inmigrantes italianos, españoles y franceses encontraron tierras prósperas para continuar con aquella labor que realizaban en el viejo continente.
El Museo Nacional del Vino y la Vendimia ubicado en Maipú es el único museo de patrimonio histórico nacional vinculado a la industria más importante de provincia.
Prevalece en lo que se conoce como las Casas patronales Gargantini Giol: dos fastuosos chalets construidos a comienzo del siglo XX.
Un poco de historia
En 1883, Gerónimo Batista Gargantini (1861-I957) llegó a Buenos Aires desde Collina d’Oro, su tierra natal en Suiza. Por esa época también arribó Giovanni Giol (1866-1936) desde Udine, Italia. El destino dio con ellos en Mendoza, donde Giol se convirtió en cuñado de Gargantini.
Giovanni trabajó como contratista de la finca El Trapiche. Gerónimo hacía chacinados. En 1895, los cuñados se asociaron para fabricar vino casero que vendían a los obreros del Ferrocarril Transandino. En 1896, cuando el ferrocarril estaba recién llegando a Mendoza, compraron algunas hectáreas de tierra y formaron la bodega La Colina de Oro que produjo los populares vinos Toro y La Colina. Se llamaba “La Colina de Oro” y estaba bautizada así en honor al Cantón Suizo en Ticino de donde provenía Gargantini. El éxito fue descomunal. Llegaron a producir 30 millones de litros anuales de vino.
En 1910, los socios mandaron construir dos mansiones patronales, una suerte de villas toscanas, rodeadas de un amplio parque, diseñadas por el arquitecto boloñes Emanuel Mignani con un estilo liberty (la versión italiana del art nouveau).
Ese mismo año de 1910 presentaron en la Exposición Rural de Palermo, un gran tonel de Roble de Nancy con la increíble capacidad de 75.000 litros, ganando el primer premio a la vasija mas grande del mundo. La bodega ya daba que hablar y estaba en los oídos de todos.
La guía, muy atenta por cierto, nos cuenta que ese mismo año, durante el centenario del país, los exitosos empresarios recibieron en “las casas”, entre otros ilustres visitantes, a José Figueroa Alcorta, presidente de la República Argentina en aquel entonces.
La construcción de la casa de la familia de Juan Giol cuenta con un espacio central que comunicaba con casi todos los ambientes de la casa, que era muy avanzada para la época. Pensar que cuando los habitantes de Maipú todavía sacaban agua de la fuente de la única plaza pública, en estas dos casas ya contaban con una red de agua potable y generadores eléctricos que le permitían tener luz, cosa muy adelantada para la época.
Un verdadero lujo para esos tiempos la construcción de estas dos casonas diseñadas por el arquitecto Emanuele Mignani tuvieron un impacto muy importante en el desarrollo de las zonas aledañas, principalmente por que alrededor de la bodega estaban las casas de los mas de 400 trabajadores afincados en Maipú. Esta fue la chispa inicial de lo que hoy es una próspera ciudad, donde el vino hoy es igual de importante que en aquellos tiempos.
En los años ‘60 Bodegas Giol llegó a ser la mas grande del mundo, con una producción de mas de 4 millones de hectolitros.
Ambas residencias fueron declaradas monumento histórico nacional en 1998.
El jardín separa la casona de Giol, construida en 1908. Pero tienen varios puntos en común. Uno de ellos es el enorme espacio dedicado a la recepción, que denota la consideración! social de sus dueños. Otro es la profusa decoración en nouveau, con guardas de formas geométricas y motivos vegetales. También se destaca la modernidad de las instalaciones de agua, electricidad y calefacción. Finalmente, las rejas dan una intencionada monumentalidad a las fachadas. Es como si la arquitectura expresara los oropeles del éxilo económico alcanzado por estos inmigrantes.
Museo Nacional del Vino y la Vendimia
En uno de estos chalets funciona el Museo Nacional de Vino y la Vendimia, cuyas puertas se encuentran abiertas de lunes a viernes para que los visitantes puedan conocer el nacimiento de la vitivinicultura en la misma Cuna del Vino.
La visita permite observar las primeras botellas con sus respectivas etiquetas, máquinas y herramientas caseras antiquísimas utilizadas para la vinificación, e incluso quien lo desee hasta puede conocer la casona en su totalidad.
Un programa que, inevitablemente, hace que el turista reviva los momentos en que nació la idea de convertir a Mendoza, en una provincia vitivinícola.
En Ozamis 914, Maipú, funciona el Museo Nacional del Vino y la Vendimia, puede ser visitado de lunes a sábados de 9 a 18, y los domingos y feriados de 10 a 14.
Mendoza ya vive clima de Vendimia…un paseo por el Museo del Vino de Maipú es un imperdible del enoturismo mendocino. Comunicate con nosotros y te llevamos!
Fuente: Guarda 14; La Nación: Carlos Felice; Por tierra por la tierra
Una visita por el Museo del Vino y la Vendimia
Emplazado en un chalet construido a principio del siglo XX en Maipú (Mendoza), en este sitio se respira la historia de los comienzos de la industria vitivinícola provincial. (copete)
Paseos por Europa deslumbran con antiguos chateaux impregnados con la historia de vitivinicultura, casonas de grandes pioneros hechas museos y relatos de pueblos que se aunaron para ver crecer las viñas. Absolutamente nada lejano a los inicios de la vitivinicultura en Argentina, donde inmigrantes italianos, españoles y franceses encontraron tierras prósperas para continuar con aquella labor que realizaban en el viejo continente.
El Museo Nacional del Vino y la Vendimia ubicado en Maipú es el único museo de patrimonio histórico nacional vinculado a la industria más importante de provincia. (párrafo destacado)
Prevalece en lo que se conoce como las Casas patronales Gargantini Giol: dos fastuosos chalets construidos a comienzo del siglo XX.
Un poco de historia
En 1883, Gerónimo Batista Gargantini (1861-I957) llegó a Buenos Aires desde Collina d’Oro, su tierra natal en Suiza. Por esa época también arribó Giovanni Giol (1866-1936) desde Udine, Italia. El destino dio con ellos en Mendoza, donde Giol se convirtió en cuñado de Gargantini.
Giovanni trabajó como contratista de la finca El Trapiche. Gerónimo hacía chacinados. En 1895, los cuñados se asociaron para fabricar vino casero que vendían a los obreros del Ferrocarril Transandino. En 1896, cuando el ferrocarril estaba recién llegando a Mendoza, compraron algunas hectáreas de tierra y formaron la bodega La Colina de Oro que produjo los populares vinos Toro y La Colina. Se llamaba “La Colina de Oro” y estaba bautizada así en honor al Cantón Suizo en Ticino de donde provenía Gargantini. El éxito fue descomunal. Llegaron a producir 30 millones de litros anuales de vino.
En 1910, los socios mandaron construir dos mansiones patronales, una suerte de villas toscanas, rodeadas de un amplio parque, diseñadas por el arquitecto boloñes Emanuel Mignani con un estilo liberty (la versión italiana del art nouveau). (párrafo destacado)
Ese mismo año de 1910 presentaron en la Exposición Rural de Palermo, un gran tonel de Roble de Nancy con la increíble capacidad de 75.000 litros, ganando el primer premio a la vasija mas grande del mundo. La bodega ya daba que hablar y estaba en los oídos de todos.
La guía, muy atenta por cierto, nos cuenta que ese mismo año, durante el centenario del país, los exitosos empresarios recibieron en “las casas”, entre otros ilustres visitantes, a José Figueroa Alcorta, presidente de la República Argentina en aquel entonces.
La construcción de la casa de la familia de Juan Giol cuenta con un espacio central que comunicaba con casi todos los ambientes de la casa, que era muy avanzada para la época. Pensar que cuando los habitantes de Maipú todavía sacaban agua de la fuente de la única plaza pública, en estas dos casas ya contaban con una red de agua potable y generadores eléctricos que le permitían tener luz, cosa muy adelantada para la época.
Un verdadero lujo para esos tiempos la construcción de estas dos casonas diseñadas por el arquitecto Emanuele Mignani tuvieron un impacto muy importante en el desarrollo de las zonas aledañas, principalmente por que alrededor de la bodega estaban las casas de los mas de 400 trabajadores afincados en Maipú. Esta fue la chispa inicial de lo que hoy es una próspera ciudad, donde el vino hoy es igual de importante que en aquellos tiempos.
En los años ‘60 Bodegas Giol llegó a ser la mas grande del mundo, con una producción de mas de 4 millones de hectolitros. (parrafo destacado)
Ambas residencias fueron declaradas monumento histórico nacional en 1998.
El jardín separa la casona de Giol, construida en 1908. Pero tienen varios puntos en común. Uno de ellos es el enorme espacio dedicado a la recepción, que denota la consideración! social de sus dueños. Otro es la profusa decoración en nouveau, con guardas de formas geométricas y motivos vegetales. También se destaca la modernidad de las instalaciones de agua, electricidad y calefacción. Finalmente, las rejas dan una intencionada monumentalidad a las fachadas. Es como si la arquitectura expresara los oropeles del éxilo económico alcanzado por estos inmigrantes.
Museo Nacional del Vino y la Vendimia
En uno de estos chalets funciona el Museo Nacional de Vino y la Vendimia, cuyas puertas se encuentran abiertas de lunes a viernes para que los visitantes puedan conocer el nacimiento de la vitivinicultura en la misma Cuna del Vino.
La visita permite observar las primeras botellas con sus respectivas etiquetas, máquinas y herramientas caseras antiquísimas utilizadas para la vinificación, e incluso quien lo desee hasta puede conocer la casona en su totalidad.(parrafo destacado)
Un programa que, inevitablemente, hace que el turista reviva los momentos en que nació la idea de convertir a Mendoza, en una provincia vitivinícola.
En Ozamis 914, Maipú, funciona el Museo Nacional del Vino y la Vendimia, puede ser visitado de lunes a sábados de 9 a 18, y los domingos y feriados de 10 a 14.
Mendoza ya vive clima de Vendimia…un paseo por el Museo del Vino de Maipú es un imperdible del enoturismo mendocino. Comunicate con nosotros y te llevamos!
Fuente: Guarda 14; La Nación: Carlos Felice; Por tierra por la tierra