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Visitando Bodegas: Ojo de Agua

Bodega Ojo de Agua
Atractivos de Bodega Ojo de Agua

Atractivos de Bodega Ojo de Agua

Un trozo del paraíso enclavado en Agrelo con insuperables vistas, en este hermoso paraje de Luján de Cuyo.

Vamos llegando por un camino de tierra que está bastante complicado por los días anteriores de mucha lluvia, despacito pasamos los pozos y nos preguntamos si fue buena idea concretar ese día la nota, pero todas esas dudas se esfumaron cuando después de subir unos escalones vemos que el panorama no puede ser más hermoso: agua, árboles, sombra, pérgolas, mesas de durmientes, viñedos y de fondo la montaña nevada. En ese momento agradecimos que los astros se alinearan y nos acomodaran en este rinconcito del mundo donde la tranquilidad se compró todos los lotes.

En este pedacito de cielo todo tiene un aroma a rústico y con cuidados detalles, no hay dos sillas iguales y las mesas están aleatoriamente distribuidas para ofrecer un resguardo del sol mendocino a los turistas, aunque los cubiertos son tan hermosos y hápticos que casi le pido que me regale un par.

Ojo de Agua es una bodega ubicada en Agrelo, Luján de Cuyo, que nos deleita con un menú de vinos y carnes orgánicas. Su dueño, un destacado músico suizo, ofrece los mismos productos en Mendoza que en su restaurante de Zürich.

Ojo de Agua es una bodega de vinos orgánica, propiedad del reconocido músico suizo Dieter Meier. Si bien este artista posee cientos de negocios en el mundo, eligió Mendoza para obtener vinos y Buenos Aires para producir carnes, ambos productos bajo la premisa de elaboración orgánica. De esta manera, exporta dos productos hacia los mercados más insólitos del mundo y curiosamente, en su restaurante de cocina argentina en Zürich se sirve la misma carne y el mismo vino que en el pequeño restaurante de la bodega de Agrelo.

La cocina pegada a la viña, a cargo del chef Jaime Baeza, ofrece un menú degustación que puede realizarse en tres o cuatro pasos, con una propuesta de cocina criolla y elaborada, despojada de tintes gourmet que continúa con el concepto orgánico de la bodega y la estancia bonaerense.

 

Imposible no desear esta acá

El sonido más fuerte es el de unos pájaros que están en los sauces. No se puede creer la magnitud del silencio.

En este pseudo cielo el puesto de San Pedro estaría siendo ocupado por Jaime Baeza, el chef y concesionario del restó, que tiene todas las “llaves” para llevarte a volar por las nubes con su comida y llenar tus copas con los vinos de la bodega que le ponen un moño gigante y te regalan un día espectacular. “El menú varía mucho según los productos estacionales y en función también de los vinos que hay en la bodega porque al ser una producción tan pequeña no siempre alcanzan” aclara el chef que sorprende siempre con platos diferentes. Como explicó Jaime, el menú es bien criollo y es el toque que lo diferencia de muchos de sus vecinos que sirven comida gourmet, ¿En la variedad está el gusto no?, así podés valorar y apreciar las dos opciones e ir intercalando a tu gusto y piacere.

 

No se pongan ansiosos, acá les voy a contar lo que comimos y bebimos en este “heaven”.

Entradas: Duo de empanadas de carne cortada a cuchillo con una masa que se deshace cuando toca tu boca y Wok de vegetales compuesto por zanahorias, zapallitos, portobellos, brotes de soja, sal de Persia, quinoa fresca y un huevo de codorniz frito que te dan más ganas de criarlo que de comerlo. Vino: Ojo de Agua 2016 Cuveé (Malbec y Cabernet Sauvignon) de suave aroma a duraznos y frutillas frescas, con sabor picante al final.

Principales: Ojo de bife con puré de calabaza y hoja de alcaucil con quinoa. Aunque al punto de la carne le faltó para mi gusto, el plato resultó muy abundante, con una mistura muy bien lograda entre lo fuerte del bife con la suavidad del acompañamiento. El otro principal fue Cerdo Apanado con puré de calabazas, que le levanto el pulgar un rato largo. Todo maridado con un Puro 2017, blend de Merlot, Malbec y Cabernet Sauvignon, un vino orgánico de cosecha manual que se vuelve rebelde y te hace zapatear la lengua para dejarte sin palabras. Probalo y no digo más.

Postres: El momento más esperado por mí llegó finalmente, como buena dulcera acaparé la mousse de chocolate y no convidé absolutamente nada, la disfruté de a poquito mientras mi compañero flasheaba con el mix de dulces y frutos secos que ven más abajo. Nos acompañó un muy joven Puro Torrontés 2018 de aroma a fruta recién cortada, que refrescaba en forma justa la sobremesa de esta siesta.

Sobre el final de nuestra estadía pudimos conversar con Carla, encargada de mesas que nos contó algo de la historia de esta bodega de capital suizo, vinculado a la música electrónica europea y con una visión totalmente envidiable.

Les doy una buena noticia: desde hace un par de meses en esta bodega se están llevando a cabo unas veladas más que interesantes al atardecer de los sábados, con vegetales y carne a la parrilla, creando un ambiente descontracturado y fuera de lo común. Lo ideal es reservar para que te asegures un lugar bien cómodo para ver la puesta del sol.

 

Fuente: Mendoza Post, por Andrea Mendoza Ghinaudo y Lobosmag.com