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Visitas a bodegas argentinas: Los Toneles

Bodega Los Toneles

Bodega Los Toneles

La segunda vuelta de mi experiencia «Mendoza Gourmand» me encontró descubriendo la Bodega Los Toneles.

Caía la tarde y el paisaje era excepcional. Casi me había acostumbrado a que cada visita a una nueva bodega tuviera un primer momento impactante. Y esta no era la excepción. El edificio principal de la bodega Los Toneles, antiguo y elegante, es imponente. En el enorme parque que lo circunda también se destacan la torre cuidadosamente iluminada a esa hora perfecta, una fuente hecha de «toneles» y esos huevos de fermentación que, después, vería en otras cavas.

Ni bien comencé la visita comprendí que no estaba en un lugar de gente improvisada. De a poco fui conociendo algo de la historia de la familia Armando que fundó su emprendimiento allá por 1922. La compañía terminó llevando con orgullo el nombre de las grandes barricas. Hechas del mejor roble francés, allí guardaban sus vinos a la espera del momento justo. En el interior del edificio hay cientos de ellas, en un fuerte contraste entre lo más tradicional que representan, y el concepto moderno de la guarda en recipientes de cemento.

Luego de una breve reseña de la historia de la bodega, caminar hacia el interior de Bodega Los Toneles es casi un viaje en el tiempo. Desde el punto de vista arquitectónico, las paredes antiguas, los vitrales, las rejas de hierro forjado y las arcadas son sorprendentes. Todo se ha mantenido intacto y declarado patrimonio cultural. La degustación comenzó allí, bebiendo de a pequeños sorbos el precioso contenido de las enormes piletas de cemento. El entorno no podía ser mejor, el de esos pasillos prolijos, los pisos brillantes. Los comentarios del enólogo que nos acompañaba ponían de relieve el esfuerzo puesto en la producción de vinos de alta gama.

Hay otros grandes atractivos de Bodega Los Toneles. Además de la experiencia única de probar el vino áspero salido directamente del contenedor, visitas la casa original de la familia Armando. El edificio recuperado y con aires «belle époque» aloja un restaurant, una preciosa terraza y salas. En algunas se exhiben obras de arte y en otras se comercializan los vinos de la firma. Las etiquetas más populares son Mosquita Muerta, Abrasado y Perro Callejero. También está el famoso gin Terrier. Compré? Por supuesto que sí.

Después está la cena en Abrasado, el restaurant de la casa. Lo distinguen sus carnes maduradas en seco. Todo lo que las acompaña son productos del terruño y de la mejor calidad, desde los vegetales de la huerta, pasando por Laur, el aceite de olivo de la casa y el aceto balsámico. La carta se diseña de modo tal de poder probar distintos cortes de carne madurada, maridando cada plato con los excelentes vinos de la bodega. Me encantaron el salame artesanal, el tartar, también madurado, y el ojo de bife. El menú fue toda una experiencia gastronómica.

Esa noche fue la primera vez que probé el dry aged beef, esta famosa carne madurada en seco. Los cortes están a la vista, guardados las cámaras. El proceso parece simple, pero no lo es tanto, ya que los equipos los mantienen a temperatura y humedad controlados. Se logra mejorar así el color, la textura y el sabor de la carne. Los cortes que se eligen para maduración en seco quedan guardados hasta 30 días, y esto les da sabor y una textura especial. El menú por pasos me encantó.

Bodega Los Toneles fue la visita de la primera noche en esa ruta de vinos en Mendoza. Y resultó espectacular.

 

Fuente: elisanievas.com