image

Haciendo historia al andar por Villavicencio

5 Monumento a Canota

Parte del territorio de la Reserva Villavicencio fue la estancia Canota. Tal es su importancia histórica, que tiene el registro de propiedad Número 1 de la provincia fechado en 1650. Por aquellos días la zona se proyectaba como polo, tanto ganadero como minero. Hacia 1680 arribó el español Joseph Villavicencio quien erigió su vivienda donde está el antiguo hotel. El hombre bautizó las termas con el nombre de San José de Villavicencio y también inició actividades en minería.

Su tarea consistía en trasladar el mineral en bruto a lomo de mula, hasta el trapiche instalado en su estancia. Un arroyo proporcionaba la fuerza motora para accionar la trituradora y la lavadora del mineral. Tras su muerte en 1704 la zona queda sin explotación hasta que en 1904, el médico mendocino Luis Funes y el farmacéutico Enrique Suárez, fundan la “Unión Villavicencio S.A.” y comercializan el agua obtenida de los manantiales.

Ángel Velaz es quien funda, en 1923, la empresa Termas de Villavicencio y la conduce hasta su muerte en 1943.

Un dato curioso: En 1924 el gobierno de la provincia obliga a construir un acueducto que conduzca el líquido elemento desde los manantiales hasta la ciudad de Mendoza para que todos los habitantes tuvieran acceso gratuito a ella.

 

Hoy la Reserva es un Área Natural Protegida del programa Refugios de la Fundación Vida Silvestre Argentina, una red de reservas naturales privadas. (párrafo destacado)

 

Araucarias de Darwin. Fuera de la Reserva Villavicencio, pero dentro del mismo circuito por RP 52, se destaca el Bosque de Araucarias fosilizadas descubierto por Charles Darwin en 1835. Entre el 29 de marzo y el 5 de abril de ese año, el naturalista  pasó por Mendoza rumbo a Chile. En este breve lapso halló, en las proximidades de las explotaciones mineras de Paramillos: araucarias fósiles, dejándolas descriptas en suTeoría de la Evolución de las Especies: “Me encontraba en un lugar en que en otro tiempo un grupo de árboles hermosos habían extendido sus ramas sobre las costas del Atlántico cuando este océano, rechazado hoy a 700 millas de distancia (1.226 km), venía a bañar el pie de los Andes”.

 

Fuente: Reserva Natural Villavicencio y Los Andes