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Vendimia, Patrimonio de la Humanidad: ¿por qué no?

El historiador Pablo Lacoste plantea en esta nota preparada para MDZ un aspecto interesante que debe ser considerado.

La Fiesta Nacional de la Vendimia merece ser reconocida como Patrimonio de la Humanidad, de acuerdo a las pautas de la UNESCO.

Vendimia es una obra única de creación, de gran valor artístico y carácter multidisciplinario. Convergen en ella la música y la danza; la dramaturgia y la poesía; la pintura, la escultura y la arquitectura. Miles de artistas y artesanas, muchos de ellos anónimos, entregan todo su talento, año tras año, para engalanar Mendoza y ponerla en el mapa mundial de fiestas antropológicas.

En efecto Vendimia forma parte del selecto club de fiestas antropológicas junto a las Fallas de Valencia, el carnaval de Venecia, la Fiesta del Dragón de China, la Fiesta de San Fermin en España, Carnaval de Río de Janeiro, el Carnaval de Negros y Blancos de Colombia y la Diablada de Oruro. Algunas de estas fiestas ya han comenzado a ser reconocidas por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.

Dentro de Argentina, ya han recibido este reconocimiento el Tango (2009) y el Camino del Inca (2014). Ahora llega el momento de la Vendimia

En su carácter de Fiesta Antropológica, la Vendimia se distingue del Show Bussiness. Este es un espectáculo construido desde arriba hacia abajo: se identifica una figura o cantante popular (Luis Miguel, una banda de rock) y se monta el show, con costosos equipos y aparatos que llegan y se van con la estrella y los productores. Bajan a la periferia, recaudan grandes sumas, y se van.

Por el contrario, las Fiestas Antropológicas en general, y la Vendimia en particular, no son fiestas top-down (de arriba hacia abajo) sino bottom up (de abajo hacia arriba). No son parte de un negocio global, sino expresión cultural profunda de un pueblo.

El Acto Central es un fenómeno mundial. No existe en otra parte del mundo una propuesta de estas dimensiones. La Opera fue concebida como expresión del barroco, y equivale a las grandes catedrales del mundo en la arquitectura. Pues bien, la Opera tiene 100 músicos y 100 bailarines y actores en escena. En cambio la Vendimia tiene 110 músicos en vivo y 1100 bailarines y actores en escena.

Para hacerlo posible, el Teatro Griego ofrece un escenario único, de más de 6000 m2, con 50 metros de alto y 200 metros de ancho. La ópera no alcanza esas dimensiones.

Además, la Opera sólo ofrece el espectáculo en el escenario, pero no incluye el carrusel de carros alegóricos. Inspirado en las Fallas de Valencia, esta tradición mendocina es un complemento notable del proyecto general, y plantea una introducción espectacular para el Acto Central.

La tradición local del carrusel surgió en 1909, con el petitorio que los viticultores hicieron ante el gobernador Emilio Civit para solicitarle al presidente de la República que cancelara un Tratado de Comercio que afectaba los intereses locales. Allí se produjo por primera vez la movilización masiva de los campesinos llegados desde los departamentos, desde la plaza hasta la casa de Gobierno, por las calles de Mendoza, junto a las damas mendocinas en sus elegantes carruajes tirados por caballos.

El Carrusel se ha transformado a lo largo del tiempo, y de una petición de los viticultores, pasó a representar las comunidades inmigrantes, primero italianos y españoles, y últimamente, de otros grupos, sobre todo la comunidad boliviana y sus coloridos trajes y danzas. Su papel integrador se expande también a la visilización de otros actores tradicionalmente invisibilizados, como la comunidad gay y los campesinos que trabajan en los departamentos.

Es notable la diferencia de Vendimia con el Show Bussines, donde el dinero se va con los productores y las estrellas internacionales, en Vendimia, el dinero queda para los actores locales: para los bailarines, músicos, tramoyistas, sonidistas, técnicos de iluminación, etc. etc., la Vendimia es su principal ingreso anual; y les permite sostener su modesta vida de artista durante todo el año.

La ilusión de llegar a participar de este espectáculo, sirve como estímulo para miles de jóvenes en toda la provincia. Las academias de danza de todos los municipios se ven fuertemente activadas gracias a la Vendimia: la demanda constante de bailarines de folclore, danza clásica, contemporánea, etc., hace que esas academias tengan un sueño: llegar al Teatro Griego. Lo mismo ocurre con los guionistas, sonidistas, carpinteros y artesanos encargados de las cajas lumínicas y el montaje de los carros alegóricos, entre otros.

La base territorial de la Vendimia plantea también otra fortaleza única: recordemos que los eventos mayores (Vía Blanca, Carrusel, Acto Central) son culminación de un largo proceso previo, formado por las 18 fiestas departamentales. A su vez, cada una de ellas, es el resultado de cada una de las fiestas distritales que se hacen en cada una de las localidades internas de cada departamento. Por lo tanto, se trata de casi trescientas celebraciones que sirven de base para la Vendimia central.

Desde el punto de vista económico, los números también son asombrosos. Mendoza invierte anualmente 45 millones de dólares en la Vendimia. Pero los ingresos que genera esta celebración se multiplican por seis, principalmente por la afluencia de turistas. A pesar de no tener oferta de sol y playa, Mendoza es el segundo destino turístico más visitado de la Argentina. Y ello se debe, fundamentalmente, a Vendimia.

Junto con los ingresos económicos, lo más importante es el efecto sociocultural: Vendimia permite fortalecer la identidad provincial; los mendocinos nos sentimos orgullosos de serlo, en buena medida, por la Vendimia. Desde pequeños nos criamos con la Marcha Vendimial; y participamos de una u otra forma, de la corriente de alegría de vivir y de orgullo menduco, alrededor de esta fiesta.

Lamentablemente, el profundo valor antropológico de esta fiesta no ha sido suficientemente apreciado hasta ahora, por buena parte de nuestros intelectuales, periodistas y académicos. A veces, hemos leído criticas frívolas, tan soberbias como desinformadas; tan superficiales como crueles. Hemos visto llorar a los artistas y hacedores culturales, ante los comentarios despectivos de algunos tecnócratas desde sus posiciones de poder. Afortunadamente, esos artistas, muchos de ellos pobres, no se rindieron; siguieron adelante, con su tenaz amor por la cultura de Mendoza.

Poco a poco, gracias a la fatiga de la globalización y el redescubrimiento de lo local y la identidad territorial, se está comenzando a revertir este proceso. Ya se está empezando a pensar cada vez con mayor densidad intelectual y académica sobre el sentido de la Vendimia como Espectáculo Antropológico de interés mundial.

La riqueza cultural de Vendimia, mirada desde una perspectiva global, muestra que es una obra de creación única y extraordinaria.

Sería conveniente que la clase dirigente de Mendoza ponga en marcha las medidas administrativas para formalizar la postulación de la Vendimia como Patrimonio de la Humanidad.

Fuente: Mdz Online
30/08/2018