image

Aprender a pescar con mosca en Mendoza

Pesca con mosca en Mendoza

Desde hace nueve años la Escuela Mendocina de Pesca con Mosca enseña a los pescadores de la provincia a mejorar su performance. 

Pescar esa enorme y soñada trucha, que deja a todos boquiabiertos, no es una cuestión de azar. Más que suerte, es crucial la destreza y los conocimientos que cada pescador pone en juego a la hora de la captura.

Con el objetivo de capacitar a los pescadores de nuestra provincia, hace nueve años nació la Escuela Mendocina de Pesca con Mosca (EMPM). Ésta depende de la Asociación Mendocina de Pesca con Mosca, una entidad sin fines de lucro que nuclea a numerosos adeptos a esta modalidad.

Este singular tipo de pesca no emplea una carnada orgánica sino un señuelo artificial llamado mosca, que se confecciona con plumas e hilos, entre otros elementos, y busca reproducir las características de los insectos o pequeños peces que sirven de alimento a las truchas.

“La escuela surgió ante la necesidad de mejorar la perfomance de los pescadores de la provincia, de darles herramientas, capacitándolos para optimizar sus habilidades”, explica Hugo Moreno, instructor con certificación de la International Federation of Fly Fishers y coordinador de la EMPM.

Además de poder elegir el señuelo correcto para seducir a cada especie de trucha, el pescador debe saber “castear”. Esto es, a través de los movimientos que le confiere a su caña, direccionar la mosca al preciso lugar del río o lago donde es factible que haya truchas.

Impactando lo menos posible en la zona para no ahuyentar a las potenciales presas. Asimismo, hay que calcular la profundidad apropiada en la que debe caer el señuelo para que la pesca sea más exitosa.

De hecho las moscas se fabrican o “atan” con diferentes materiales, porque cada uno posibilita que este tipo de señuelo se mueva de manera distinta en el agua y emule el comportamiento del insecto real que se quiere replicar.

Por todo esto es crucial conocer el hábitat de las truchas, sus conductas y alimentación.

Además de técnicas de lanzamiento, la escuela también enseña entomología –la ciencia que estudia los insectos– para que pescadores principiantes y avanzados conozcan la variedad de la dieta de los peces en cada lugar y momento del año.

También se aprende “lectura de aguas” que permite “entender” el río –como se dice en la jerga– para analizar las corrientes y poder saber cuáles son los posibles lugares del cauce donde se sitúan las truchas para comer.

El aprendizaje consta de clases teóricas, que se realizan en la sede de la asociación; y prácticas, en un entorno natural.

“Todos entramos en la escuela creyendo que sabemos pescar y nos damos cuenta de todo lo que no sabemos, de los falsos conceptos que creíamos ciertos. Poder descubrir dónde se esconden las truchas a través de la lectura de aguas es tan apasionante que nunca deja de sorprenderte”, cuenta el pescador mendocino Javier López.

También es imprescindible el asesoramiento sobre el equipo adecuado.
“Antes entraba a un fly shop y no sabía qué era lo verdaderamente necesario y qué lo accesorio para pescar”.
Cabe destacar que la Escuela Mendocina de Pesca con Mosca fue nombrada de interés provincial por el Ministerio de Ambiente de la provincia de Mendoza, ya que pone énfasis en el cuidado del recurso ictícola y la protección ambiental.

Es tal la conexión que el pescador desarrolla con la naturaleza, que es muy habitual que la mayoría de las truchas sean devueltas a los lagos, embalses y ríos.

Mendoza cuenta con numerosos paisajes que permiten la práctica de la pesca con mosca, como los ríos Atuel, Mendoza, Grande, Tunuyán, Diamante y, por supuesto, el embalse Potrerillos.

La Asociación Mendocina de Pesca con Mosca realiza trabajos de investigación en distintos ríos a fin de posibilitar el uso sustentable del recurso ictícola. También ha editado publicaciones referidas al tema junto al Consejo Federal de Inversiones de la Nación.
Fuente: UNO