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El secreto santuario sagrado en el “otro Cuzco” que es el cerro Aconcagua

El cerro Aconcagua es, para muchos, un sitio sagrado. Un investigador elaboró una tesis sobre un espacio de rituales para los incas en la quebrada de Horcones, en el Parque Provincial Aconcagua, ese “otro Cuzco”, según su teoría. Conocé la intihuatana y su relación con las estrellas y las cosechas.

El poderoso Imperio incaico llegó, hacia el sur, hasta el territorio que hoy llamamos provincia de Mendoza, precisamente en el noroeste, aunque hay algunos rastros incas en el Valle de Uco, al centro de la provincia. Los incas no temieron a las alturas. De hecho, hay aún sitios incaicos en la quebrada de Horcones –tal vez un santuario, para algunos–, a metros del campamento Confluencia (3.300 msnm) y el hallazgo más importante en la región fue el de la momia de un niño sacrificado, en la Pirámide, una parte del cerro Aconcagua (6962 msnm), a 5.300 metros de altura.

Es un hecho que los incas caminaron hasta el sur todo lo que pudieron, dominando todos los pueblos que pudieron. Finalmente, tras tejer con enorme paciencia esa maravilla de la cultura llamada El camino del inca, frenaron a los pies del Aconcagua: encontraron allí algo más grande que cayeron de rodillas y detuvieron su apetito.

Antes de alejarse, dejaron su sacrificio: la vida de un niño, en el vientre de ese “Apu” (en quechua “señor/a”), que es el Aconcagua. Apu, una montaña como organismo vivo y divino, un regidor de la vida de todo su entorno y dador de vida, a través de los ríos que brotan de sus entrañas.

 

Apu y no cualquier Apu: el Aconcagua, según esta sabiduría milenaria, es el mayor santuario vivo del continente.

Siglos después, a ese espacio imperturbable y sagrado se lo conoce como Parque Provincial Aconcagua y su ingreso más frecuentado se produce fatigando la hermosa quebrada de Horcones, aunque otros prefieren la igualmente hermosa quebrada de Vacas. Año a año, andinistas de todo el orbe caminan por allí, con afán de aventura y, quizás, de cumbre. Y todos, todos los que allí entran, salen mejores que como entraron.

En ese lugar, el investigador y artista plástico Miguel Doura ha creído interpretar señales de lo sagrado: “Después de años de trabajo, he finalizado la investigación ‘Valle Sagrado del Aconcagua, otro Cuzco. Intiwatana y ushnu en la montaña más alta del Tawantinsuyu’. Mi tesis puede cambiar los paradigmas hasta hoy existentes sobre el mundo incaico”, inicia.

Doura ha identificado, en el ingreso a esa quebrada, junto a la Laguna de Horcones, una construcción religiosa, un espacio sagrado, una intihuatana, como lo llamaban los incas. “Es un marcador de solsticios y equinoccios, fechas de siembra y de cosecha. Tiene relación directa con la constelación de la Cruz del Sur y con las Pléyades”.

El lugar donde está la piedra es una planicie, una especie de plaza del tamaño de una cancha de fútbol. Este singular lugar está ubicado en una morena que, según Doura, oficiaría de ushnu (construcción con forma de pirámide en que los incas presidían las ceremonias más importantes). Para él, este espacio es como un portal de ingreso a ese “otro Cuzco”, presidido por el Apu Aconcagua.

Todo comenzó cuando, luego de tanto trajinar la quebrada, Miguel observó una roca de alrededor de un metro cúbico, de forma particular, en un lugar particular. “Tiene aristas rústicas pero claramente delimitadas. Se ubica solitaria en una planicie y en la parte superior de una morena junto a la Laguna Horcones y la Laguna Espejo. Estudiándola con otras personas durante años, pudimos decir que hemos descubierto un posible sitio sagrado incaico”, relata.

Así, los investigadores vieron que la intihuatana marca el sitio de despunte y puesta del Sol para el solsticio de junio (el día que marca el inicio del ciclo de las estaciones), que genera la fiesta del Inti Raymi y otras celebraciones de la cosecha en todo el continente y que tiene similares en todos los continentes del mundo.

“La piedra también marca los equinoccios de marzo y de septiembre, los inicios del otoño y de la primavera. La parte superior de esta intihuatana tiene una cara claramente romboidal que proporcionalmente coincide con las cuatro estrellas principales de la constelación de la Cruz del Sur. Además, la identificación con esta constelación, que los incas llamaban “la Llama”, queda reafirmada por el hecho que dos de los lados de esta cara romboidal se señalan los puntos de salida y puesta de esta constelación en la línea de horizonte, o mejor dicho, en el paisaje de horizonte”, refiere Doura.

Y completa “La intihuatana está claramente orientada con su eje mayor en sentido norte-sur y el menor en sentido este-oeste, es decir, señalando los cuatro puntos cardinales. Además, está relacionada con el asterismo de las Pléyades o ‘collca’ y en ambas constelaciones sus horarios y fechas de aparición marcan fechas con sentido calendárico, pero no sólo señala fechas calendáricas astronómicas, también salidas y puestas lunares y fechas calendáricas agrícolas, fecha de comienzo y fin de cosecha marcadas por la salida del Sol detrás de peñones o marcadores en el horizonte señalados por la alineación de diferentes rocas que posiblemente hayan sido adoradas como ‘huacas’, teniendo como centro la intihuatana. No obstante, lo interesante de esto, es que estas fechas agrarias se corresponden para Cuzco”.

Para él, este sitio puede ser visto como “otro Cuzco”. Así, el ingreso a la Quebrada de los Horcones, en sus ojos, se constituye como un espacio de lo sagrado, que Miguel elige llamar “Valle Sagrado del Aconcagua”. Señala el artista: “Estos nuevos descubrimientos y formas de observar el paisaje, pueden llegar a ser el principio de nuevos paradigmas que se irán corrigiendo, mejorando o ampliando con el tiempo”.

Finalmente, cierra con anhelos: “Voy a seguir investigando lo iniciado. Sólo espero y solicito, que este sitio sea respetado como tal, como sagrado y que las autoridades pertinentes así lo vean, que se encarguen de su cuidado, como así también de aportar la guía necesaria para que miles de turistas puedan conocerlo, recordando que es único en su tipo”, aporta Miguel Doura, quien, por cierto, suele llevar cada año sus pinturas hasta Plaza de Mulas (4.300 msnm), donde instala su galería de arte “Nautilus”, para que sean disfrutadas por los andinistas.

Ulises Naranjo

Agradecimientos de Miguel Doura: dr. Víctor Durán, dr. Ricardo Moyano, lic. Christian Vitry, dr. Johan Reinhard, dra. Jeanette Scherbondy.

Fuente: Mdz Online – Por Ulises Naranjo
02/09/2021