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La Mendoza del vino: una provincia, muchas propuestas

Mendoza del vino

Mendoza del vino

Mendoza es la gran capital del vino argentino. Más allá de que hay excelentes vinos en Patagonia, en el Noroeste, incluso en la Costa Atlántica, es en la provincia mendocina donde se produce el 60% de los vinos que bebemos y exportamos en el país.

Pero es ahí donde surge la pregunta: ¿de qué hablamos cuando hablamos de Mendoza? Y la respuesta no es tan simple: regiones, climas, suelos, viñedos y características que logran dar forma a la diversidad del vino nacional.

La palabra de moda es terruño, esa identificación que un vino tiene con el lugar donde nace. No alcanza con pensar en Mendoza, sino ir a sus principales valles. Luego, mirar los departamentos, como Luján de Cuyo, Rivadavia o Valle de Uco. Ahí, separar distritos, como Vistalba, Perdriel, Agrelo, Tunuyán o Tupungato. Y seguir achicando espacios, reconociendo diferencias en suelos, identificando parcelas dentro de fincas. Una enorme complejidad que ofrece ADN compartidos: Luján de Cuyo, por ejemplo, es la historia del vino de Mendoza y sus inmigrantes, con suelos que tienden a ser profundos y finos, con viñedos antiguos y bodegas históricas. El Este es el gran oasis productivo, generoso y cálido; mientras que el Valle de Uco muestra la potencia de su altura, con concentración y climas extremos.

 

La Primera Zona

Luján de Cuyo es conocida como la “primera zona”, apodo que alude a su importancia en historia y en producción. Muchas de las principales bodegas de la Argentina están aquí, bordeando la ruta 40, a sólo 30 minutos de la capital mendocina. “La riqueza de Luján de Cuyo es única. Acá encontrás los viñedos más antiguos de la provincia, nosotros tenemos varios con más de 80 años. Esas plantas se regulan a sí mismas y reciben cuidados artesanales, logrando un equilibrio perfecto”, dice el Jefe Técnico de Fincas de Bodega Norton. “En Norton tenemos mucha suerte. Contamos con fincas en gran parte de Luján de Cuyo, con distintos suelos, desde los 780 metros sobre el nivel del mar de Lunlunta a los 900 de Perdriel y los 1.030 de La Colonia. Con esas opciones, con plantas antiguas y con diferentes variedades de uva podemos apuntar a la calidad y diversidad que ofrece esta región. Tenemos mucho Malbec, Cabernet Sauvignon, Merlot. Un Cabernet Franc que logra vinos tremendos y somos los únicos en tener la Grüner Veltliner, la principal variedad blanca de Austria, que la trajo hace más de dos décadas la familia Swarovski, propietaria de la bodega”.

 

El Este

Leopoldo Kuschnaroff, enólogo de Bodega Uxmal, camina entre las viñas polvorientas, toma una uva de una de las hileras, la rompe y muestra cómo el jugo de la fruta se tiñe de violeta gracias al color de la piel. “Estamos en plena cosecha”, explica. Estamos al este de la capital mendocina, en uno de los valles productivos más fértiles de la provincia, compuesto por los departamentos de San Martín, Junín, Santa Rosa, La Paz y Rivadavia, donde llegan las aguas del Río Tunuyán. “Nuestros vinos se nutren de uvas del oasis de la Zona Este, si bien según el varietal también usamos fincas de Luján de Cuyo y del Valle de Uco. Buscamos mostrar las características de cada variedad, que el vino exprese la fruta”, dice Leopoldo, mientras descorcha un fresco Chardonnay. En promedio, la Zona Este es una de las más cálidas entre las regiones productoras de vino de Mendoza, lo que le da vitalidad a los viñedos. Es necesario saber conducir la planta, moderar sus rendimientos, trabajar en la poda y en la vendimia, para lograr una cosecha tan intensa como generosa. “Es una zona perfecta para lograr vinos jóvenes, ricos, que se pueden beber en todo momento”, asegura Leopoldo.

 

La altura de Uco

El Valle de Uco es una de las zonas productivas más jóvenes de la provincia, donde están varios de los emprendimientos que más dan que hablar. No extraña: con sus pendientes y falta de agua, en muchos de sus distritos recién se pudo comenzar a plantar con la existencia del riego por goteo. Terrazas de los Andes es pionera en la región: “En 1994 compramos una finca en Gualtallary, y desarrollamos el sistema de riego por goteo, en esa época era toda una rareza. Hoy, ya contamos con varias fincas logrando una diversidad increíble”, dice Gonzalo Carrasco, Enólogo Senior de Terrazas de los Andes. Para esta bodega, la altura define sus vinos. Y en el Valle de Uco hay mucha altura: desde los 1000 hasta los fríos 1600 metros, donde ya muchas variedades no logran madurar. Abundan los suelos pedregosos, que obligan a las raíces a bajar en busca del agua que se escurre rápido, con mucho material calizo, todo en días y noches de enorme amplitud térmica. “La calidad de nuestros vinos proviene de la calidad de las uvas. Tenemos fincas en el Valle de Uco y en Luján, cada lugar aporta lo suyo. El Valle es responsable de la potencia, la estructura y de este color intenso y profundo”, asegura Gonzalo.

 

Para las fronteras políticas, Mendoza es una gran provincia. Pero para la producción vitivinícola, es la puerta de entrada a la gran diversidad de regiones, de suelos, de valles, de historia y de historias, de estilos y de variedades, que hacen al gran vino argentino.

 

Fuente: La Nación