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Potrerillos es ahora el “aula” donde se aprende a bucear

En Mendoza hay al menos mil personas que aprenden a bucear y los lagos de montaña son el escenario donde practican.

 

La idea de practicar buceo en Mendoza puede sonar extraña, pero la realidad es que aproximadamente unas 1.000 personas realizan esta actividad en diferentes espejos de agua, pero especialmente en Potrerillos. Además, existen al menos cuatro escuelas especializadas que enseñan este deporte.

 

Aunque tiene más seguidores en verano, lo cierto es que el invierno es la época ideal para esta práctica, ya que al haber mayor cantidad de agua embalsada la visibilidad mejora. 

 

“El buceo en Mendoza te permite prepararte para realizarlo luego en las mejores condiciones que ofrece el mar”, explicó Fabián Pierna (46), instructor de la Escuela de Buceo Potrerillos, que cuenta con 140 alumnos.

El instructor dijo además que sumergirse en la altura permite adquirir experiencia para que el desempeño sea mejor cuando los buzos practican, por ejemplo, en las playas de Chile. “Hemos organizado muchos viajes al Caribe, al Mar Rojo o Sudáfrica. Y al haber practicado en Mendoza te manejás mejor”, explicó Fabián.

 

Por cierto, otros puntos del territorio provincial en donde se puede practicar buceo son en los embalses de Agua del Toro, Los Reyunos y Valle Grande, todos ubicados en el departamento de San Rafael.

 

En Potrerillos

Según comentó el especialista en el dique Potrerillos se puede alcanzar una profundidad de 42 metros. Hay que considerar que en la zona cercana a la pared del embalse el fondo se encuentra a 100 metros.

 

El paisaje es interesante, ya que si bien algún mendocino recordará las épocas en que sólo había río en la zona, ahora todo aquello está bajo el agua. Así aparecen formaciones rocosas y piedra tosca enterrada, en las que a veces se forman laberintos a través de los cuales se puede bucear.

 

En cuanto a la flora y la fauna, el piso se encuentra cubierto de algas y se pueden apreciar pequeños cangrejos, mojarritas, camarones, dientudos y truchas.

“Lamentablemente también se ve mucha basura. Toda bolsa, papel y lata que usa la gente va a parar ahí. Siempre que estamos con la escuela tratamos de sacar un poco”, aseguró el deportista. Luego, indicó que la mejor época para sumergirse es el invierno, porque hay mejor visibilidad y más agua. Según el instructor, en días de buena luz se alcanzan 10 metros de visibilidad, cuando el promedio es a partir de los seis metros.

El equipo para esta práctica consiste en un traje de última generación, con neoprene de 7 milímetros, que brinda mayor seguridad y protege contra el frío. Además, para sumergirse hay que tener capucha, botas, guantes, chaleco compensador (para regular la flotabilidad), la botella de aire, manómetro, reguladores primario y secundario, cinturón de lastre y aletas. “La idea es alcanzar una flotabilidad neutra, un estado de ingravidez similar al de los astronautas en el espacio”, detalló el buzo.

Otro dato curioso es que no sólo se puede bucear con aire sino que en la escuela también dan cursos de Nitrox, que es una mezcla enriquecida con oxígeno que permite tener mayor tiempo de fondo con mayor seguridad.

 

Otro mundo

Ariel Musso (38) contó que conoció el buceo en un viaje que realizó a Cuba y tras la experiencia quiso aprender más. Por ello, cuando arribó a la provincia se puso en contacto con Fabián y  empezó el curso extendido.

“Arranqué en 2015 con las inmersiones en Potrerillos. La particularidad del dique es que en verano la temperatura del agua es muy agradable y en el invierno sólo baja unos grados”, indicó el buzo.

Además, aseguró que es muy lindo ver objetos que quedaron de cuando el dique aún no había sido construido y solo estaba el río. “Te da mucha curiosidad ver restos de una churrasquera, cosas que quedaron en la obra y objetos que se le cayeron a alguna persona”, detalló Ariel, quien añadió que también es frecuente ver mucha basura.

Sergio Fernández (56) hace 27 años que realiza la actividad y resaltó que para él, el buceo es “otro mundo”. “Es una pasión, como para otros lo es el fútbol. Es una forma de disfrutar la naturaleza, un mundo aparte. Yo siempre les digo a todos que cuando viajen a un destino de playa, hagan buceo, porque es el 50% del paisaje”, aseguró el hombre que viajó a Ushuaia, Brasil o Colombia para sumergirse en el mar.

 

De Potrerillos dijo que para los buzos es la oportunidad de hacer un recorrido tranquilo, suave. “Los espejos de agua de Mendoza, aunque no son muy claros, permiten una buena recreación”, dijo hay zonas que permite apreciar muchas piedras calizas caídas. 

 

Un curso con estándares de los Estados Unidos

Para poder bucear es necesario contar con una habilitación que se obtiene tras realizar el curso, que cuesta unos $ 9.000. Esta habilitación es otorgada por cualquiera de las escuelas de buceo, reconocidas a nivel mundial. Se dan dos tipos de certificaciones, ambas con cánones estadounidenses: SSI (Scuba Schools International) e IANTD (International Association of Nitrox and Technical Divers). El curso incluye teoría, pileta, y seis clases de buceo de instrucción en Potrerillos.

 

Hay distintos niveles: Open Water, Advanced, Rescue, Dive Master e Instructor. “Presentando esta certificación en la dirección de Recursos Naturales ya estás habilitado para bucear. De todas maneras nunca se bucea solo, sino con un grupo de compañeros, por si hay alguna emergencia”, explicó el instructor Fabián Pierna.

 

Fuente: Los Andes