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Premios en el turismo del vino

Turismo del vino 2017

¿Es ya parte del folklore empresarial y vitivinícola menduco despotricar deportivamente cada vez que se realiza esta premiación? ¿De qué se quejan los que se quejan?

Y sí, puterío. La Real Academia Española utiliza esta palabra para describir a una situación de desmadre o desenfreno, entre otras acepciones.

La cosa es que una vez más se entregaron los premios regionales al turismo del vino, y una vez más hubo abrazos, felicitaciones, alegrías pero también lío, quejas, acusaciones y chusmerío. ¿Por qué será que nos gusta tanto el conventillo?

Primero, vamos a ubicarnos en el plano: ¿Qué son las “Great Wine Capitals” y por qué hay una red global que las une? Estas “grandes capitales”, increíbles nueve lugares del mundo, son ciudades o regiones que se sitúan en ambos hemisferios del globo y que comparten valores económicos y culturales: ser regiones vitivinícolas internacionalmente reconocidas.

Esta red que se ha creado entre ellas es la única institución que incluye los llamados “Viejo” y “Nuevo” mundo del vino, y su objetivo es promover el turismo, la cultura y el intercambio comercial entre ellas. Son: Adelaida -Australia-, Bilbao y Rioja -España-, Burdeos -Francia-, Mainz y Rheinhessen -Alemania-, Mendoza -Argentina-, Oporto -Portugal-, San Francisco y Napa Valley -Estados Unidos-, Valparaíso y Casablanca Valley -Chile- y Verona -Italia-.

Desde su creación en 1999, la red ha desarrollado diversas iniciativas y programas, con el objetivo de alcanzar la excelencia en el turismo vitivinícola. Entre ellas, está la creación de un prestigioso concurso anual; el ‘Best Of Wine Tourism’.

Este concurso internacional premia anualmente a las bodegas de cada ciudad miembro que se hayan distinguido en términos de excelencia, en las siguientes categorías: Restaurante, Alojamiento, Arquitectura y paisajismo, Arte y Cultura, Prácticas sustentables del turismo vitivinícola, Servicios relacionados al turismo vitivinícola, y Experiencias Innovadoras. En el caso de Mendoza, se agrega también una categoría local, que no compite a nivel mundial: pequeñas bodegas.

¿Por qué es valedero el premio y hay que “bancarlo”?

Básicamente, porque es un premio de turismo enológico y tiene renombre mundial. Porque celebra la innovación y la excelencia en el turismo del vino. Y lo más importante: porque está demostrado que atrae gente. ¡Vienen turistas!

Los “Best Of” ofrecen una oportunidad para que las bodegas y otras empresas que visitan los turistas de cada región adquieran exposición y reconocimiento por su compromiso de presentar las principales opciones de turismo del vino, al mismo tiempo que brindan a los visitantes una lista de los mejores lugares por experimentar de una región. “Para muestra, basta un botón”, decía mi abuela: bodega Ruca Malén ganó el oro mundial en la categoría Restaurante en el año 2013, y desde entonces es uno de los top 3 restaurantes más exitosos de la provincia en cuanto a flujo de gente que lo visita.

Este concurso internacional está diseñado para premiar a las empresas en cada región miembro que se han distinguido en términos de la excelencia de sus instalaciones y la entrega de experiencias de calidad a los visitantes.

“Enojones”: los interrogantes que no se entienden

Un dicho popular dice que para tener vigencia lo importante es que hablen. Bien o mal, pero que hablen. Así que desde ese punto de vista, el certamen de los “Best of wine tourism” goza de buena salud. Sin embargo, es bastante cansadora y un poco patética la actitud quejosa y llorona de una parte del rubro.  Ejemplos de aguijones protestones -que se hacen siempre en voz baja, y a las espaldas del concurso, nunca válidamente y con fundamentos-: “¡Ay, no gané! Y bueno, si está todo acomodado…”. “¡Y también mirá el jurado: ¿Quiénes son?”. “Seguro que hay plata de por medio”. “Habiendo lugares o propuestas mucho mejores, mirá a quién premian”.

Hablemos del jurado: se trata de miembros de universidades, medios de comunicación, instituciones vitivinícolas y gastronómicas, etc. que realizan esta tarea ad honorem y que cada año aumentan su nivel de compromiso recibiendo las propuestas y los videos a través de e-mails y reuniéndose en maratónicas jornadas en el Ente de Turismo de Mendoza para debatir y votar.

Un reparo válido desde mi punto de vista: no saben “de todo” y sin embargo tienen que votar por todas las categorías. Pienso que esto sí debe ser corregido: en mi caso, mi trabajo hace que todo el año esté recorriendo bodegas, experimentando sus servicios, probando el menú que se ofrece en cada estación… y me siento capaz de participar con mi voto en las categorías de “Restaurantes”, de “Experiencias innovadoras”, alojamiento o pequeñas bodegas. Pero por más que lea y me forme, me gustaría que en “Arquitectura”, voten arquitectos, ingenieros civiles, decoradores, paisajistas; y en “Sustentabilidad” lo hagan expertos en la materia.

Si bien el compromiso consciente y profesional de los miembros del jurado es una condición primaria, aquellos que despotrican contra cada premiación, año a año -ya sean bodegas, agencias de viajes, hoteles o empresarios- deben tener en cuenta lo siguiente:

1- A la observación de que “hay opciones mejores a los que les dieron el premio” contesto bien directamente: se juzga y se premia a quienes se presentan. ¡Hay lugares hermosos, proyectos impresionantes, pero no se presentan a competir!

2- Competir no significa ganar. Si uno se presenta a un concurso, de por sí está aceptando sus reglas y se está sometiendo a una fiscalización y evaluación que tendrá un resultado -que puede ser favorable, o no-. ¡Hay gente que se presenta a competir y que, al no ganar, se enoja de tal manera que pareciera que se le debe sí o sí un premio por tomarse la molestia de postularse! Algo a todas luces ridículo. Vi gente ganar un bronce y celebrarlo como un oro, y otros ganar un premio de plata y por poco tirarlo a la basura frente a todos.

3- Una postulación debe ser seria, y no “de taquito”. Hay requisitos e instancias que no pueden tomarse a la ligera. Hay un momento audiovisual significativo -un video que muchos presentan año, tras año, tras año, tras año… sin cambiar-, hay una presentación en formato papel o libro, gráfica y escrita -que algunos presentan en formas más pobres y menos estéticas que una breve monografía de colegio secundario, e incluso se han visto carpetas de fotocopias-, hay un paso de defensa oral o de coloquio con el jurado -que algunos deciden obviar-. Sin responsabilidad y trabajo óptimo mostrado, ¿cómo va a hacer el jurado para contar con herramientas para evaluar? Realmente hay presentaciones tan pobres, que es imposible pensar que pueden ir a competir por el oro mundial.

Párrafo aparte para aquellos emprendedores del rubro que ni se presentan, ni han sido jurado, -o peor aún, han sido ganadores en oportunidades anteriores- y que igualmente hablan pestes, degradan y mancillan el galardón. Es cierto, seguramente el premio “Best of” regional tiene muchos aspectos a mejorar, pero ¿por qué ese afán de destruir en vez de construir?

El berreta es viperino, se queda hablando y no hace nada, pero critica al que hace. El mediocre se hace el superado, pero lo cierto es que le tiene miedo a una sana competencia. Por suerte están los entusiastas, que cuando ganan festejan, y cuando no, dicen “otra vez será”… y siguen trabajando por el turismo, por el vino y por Mendoza.

Fuente: Mdz online
18/10/2017