Seguimos realizando el recorrido por bodegas y restaurantes gourmet del Valle de Uco, iniciado la semana pasada.
Las cuatro del club de los siete
Capítulo 3: 6.31 am. ¿Un mate?
Entonces otro dios propuso: “¿Por qué no escondemos la felicidad en otro planeta que no sea la Tierra? Tampoco creemos que sea buena idea, le contestaron, porque un día los hombres desarrollarán una tecnología que les permita viajar por el espacio; entonces conseguirán la felicidad y se creerán iguales a nosotros” (continuará…)
Uno de los circuitos que vale la pena recorrer en el valle es el del Corredor Productivo, conformado por una serie de caminos locales entre fincas que se unieron y pavimentaron.
El Corredor transita los tres departamentos y es una buena forma de conocer su interior, entre duraznos, vides y bodegas. Entre otras cosas, se puede ver el dique Valle de Uco, desde el cual se distribuye el agua del río Tunuyán a las distintas fincas, o miradores como El Cepillo. Son 80 km, pero cuidado; se trata de caminos antiguos y hay varias curvas medio traicioneras. Disfrute y vaya despacio.
En el Clos de los Siete se pueden visitar tres bodegas: DiamAndes, Monteviejo y Cuvelier de los Andes.
Calle Comodoro Silva al fondo, a la derecha: un gran portón con seguridad anuncia el ingreso a Clos de los Siete, uno de los principales responsables de que el Valle de Uco sea lo que es: resulta que el enólogo francés Michel Rolland se enamoró de la zona y supo ver su potencial. Entonces tentó inicialmente a siete inversores extranjeros que compraron 850 ha y plantaron malbec, merlot, cabernet sauvignon y petit verdot, entre otras cepas. Hoy el Clos tiene cuatro bodegas: Cuvelier los de Andes, Monteviejo, DiamAndes y Rolland, que es el enólogo asesor de todas, tres de las cuales están abiertas al turismo y vale la pena visitar.
La infinita piedra del valle
Nuestras dos últimas visitas son, también, imperdibles. La primera es en la flamante bodega Piedra Infinita, de Zuccardi, que abrió hace menos de un año y en 2016 recibió el premio “Best Of” a “la mejor arquitectura, parques y jardines del mundo enoturístico”.
Está en Paraje Altamira y es un proyecto a cargo del joven Sebastián Zuccardi, que creó y patentó ánforas y troncos cónicos de concreto para fermentar las uvas.
Integrada al entorno y construida con materiales del lugar, la bodega cuenta con una impresionante sala de cata y el restaurante Piedra Infinita, y en el centro de la cava circular donde duermen cientos de botellas, una enorme piedra homenajea al terroir del Valle.
La visita, guiada por Matías Topia, es una demostración del nivel de precisión casi quirúrgica que alcanza la vitivinicultura en el valle: en este punto la tierra es arenosa, arcillosa; un metro más allá, totalmente pedregosa.
Los caprichos de la Cordillera dan maduraciones, concentraciones de taninos y demás, muy diferentes en un mismo viñedo, en una misma cepa.
El trabajo detallado del enólogo es alcanzar los equilibrios perfectos, porque en los vinos de lujo, la identidad la da sobre todo el terroir.
Piedra Infinita, de Zuccardi, inauguró en 2016 y obtuvo en Portugal el premio “Best Of” a “la mejor arquitectura, parques y jardines del mundo enoturístico”.
La despedida no podría ser mejor: almorzamos en el restaurante Urban, de la bodega O. Fournier, una de las primeras bodegas “de diseño” del valle. Súper moderna, con un gran techo cuadrado que sobresale entre los viñedos y un menú delicioso a cargo de Miriam Chávez, que merecería una nota para ella sola. Miriam es hija de un trabajador golondrina y ella también lo fue; ingresó a la bodega para la limpieza en un evento, y su interés por la cocina la llevó a ser ayudante y luego chef, y llegó a cocinar en grandes eventos en Estados Unidos. Es mágica. Tenemos al lado una mesa de 12 hombres que hablan y hablan, hasta que llega Miriam y, con su voz suave y pausada, explica el menú de cuatro pasos de hoy. Todos la escuchan, como hechizados. Cuando habla ella, no hay nada más que agregar.
Capítulo 4: a las 6.58 am, el sol se va encendiendo, y a nuestras espaldas, entre las nubes asoman unos picos blancos que casi enceguecen con el reflejo. Despacio, enfilamos hacia los caballos que esperan pacientes, pastando.
Y Nino concluye la historia: “Entonces los dioses siguieron deliberando sobre dónde colocar la felicidad, hasta que, cansados, le preguntaron a uno solitario, que se había mantenido al margen, sin hablar. Tenía un look medio Gandalf, con barba larga y una túnica blanca. Y con toda tranquilidad dijo: Pongamos la felicidad en el interior de cada persona, bien profundo, porque allí a los hombres nunca se les va a ocurrir buscar, y vivirán siempre buscándola afuera”.
Desde los caballos, ahora ladera abajo, vemos en detalle el impresionante paisaje que la oscuridad previa al amanecer nos retaceaba.
“Así que ya saben -dice Nino antes de despedirnos-. Mirar hacia adentro, levantar la vista y dejarse envolver por el aroma de un malbec maduro, los viñedos, las montañas, el aroma de las rosas. Y no olvidar que, sin dudas, el Valle de Uco es un gran lugar para buscar la felicidad”.
Imperdible
El sueño de hacer el vino propio. Conviértase en un wine maker, o haga realidad el sueño del vino propio, e incluso del viñedo propio. Es una de las propuestas de Casa de Uco Vineyards & Wine Resort, en una finca de 320 hectáreas con viñedos privados, lotes destinados a villas entre viñas, una bodega de particular diseño “telescópico” y un wine resort exclusivo que invita al relax y a participar de la experiencia vitivinícola, incluso cosechar.
El wine resort Casa de Uco. Con una arquitectura moderna y minimalista que acompaña el paisaje, el resort cuenta con siete habitaciones y nueve suites con vistas privilegiadas y un área social con wine bar & lounge, living con chimenea a leña, sala de juegos y un restaurante gourmet con zonas privadas y comunes. Y claro, la cava subterránea, que guarda una selección de los mejores vinos de la región y es escenario de degustaciones. Los exteriores invitan a relajarse en cómodos decks, y están en construcción los primeros de los diez bungalows que se ubicarán en medio de las viñas, con terrazas y jardines propios y acceso a todos los servicios del hotel.
En los alrededores hay distintos “sectores de fuegos” en los que, ante impactantes vistas de la montaña, se preparan asados y otras delicias fuera de libreto.
El hotel es un gran punto de partida para realizar actividades varias; desde buenos chapuzones en la pileta hasta partidos de tenis, caminatas, paseos en bicicleta, recorridos en sulki, cabalgatas y también rafting, parapente o pesca con mosca. Puertas adentro, también hay clases de cocina, degustaciones de aceites de oliva y catas de vino. Y un spa con tratamientos basados en la vid y la hidroterapia, técnicas que combinan las virtudes antioxidantes del agua subterránea. Todo un compendio de lo mejor del Valle de Uco versión 2017.
Además, en todo el valle hay numerosos hoteles, posadas y cabañas, con distintas tarifas.
Después de tan pormenorizado relato sobre las distintas posibilidades que ofrecen los Caminos del Vino en el Valle de Uco, no te han dado ganas de partir ya hacia Mendoza? Dale, consúltanos y verás todo lo que hay para hacer…
Fuente: Clarín Viajes, por Pablo Bizón